Opinar y escribir sobre el acontecer diario no siempre es grato, es cierto que a manera de desahogo resulta útil, y en definitiva es un ejercicio de análisis y razonamiento imposible de negar, pero en ciertas ocaciones, y por salud mental, es necesario tomar distancia de está práctica, tal es la razón para ausentar mis modestos aportes.
Sin embargo alguien ha reprochado mi visceralidad al escribir, al mostrarme obcecado ante los vientos ¡refrescantes de un venturoso futuro prometido!, adjetivos como frustrado, utópico, amargado, y otros, han sido esgrimidos para señalar el origen de mis “credo”.
Luego entonces me pregunto ¿será posible mantener la cabeza fría, el ánimo sereno, el uso de mensajes “optimistas” y la fe ciega ante la debacle social que experimentamos hoy día, ayer, el año pasado y hace décadas, casi rasguñando un siglo?, ¿Qué justificación puedo aceptar para creer o tener esperanza por un pseudo-político (cualquiera que sea) incubado en la sucia y hedionda alcantarilla que es la politiquería mexicana?
Parece que actualmente ejercer el escepticismo es poco menos que una traición a la ¡patria!, o peor aún, para la feligresía de morena es un acto casi blasfemo ante el elegido y su corte de ungidos.
¿Cómo evitar ser visceral entonces?.. Tenemos crisis en prácticamente todos los rubros que se puedan imaginar, las políticas sociales (por llamarles de alguna manera) implementadas por décadas que han servido; primero para generar un puñado de archi-multimillonarios cada minuto más ricos, y segundo; engendrar a millones de pobres cada segundo más miserables. Un endeudamiento nacional nunca antes visto, una inflación rampante, violencia galopante en ascenso, y la eterna injerencia del país del norte recordándonos cotidianamente nuestra total abyección, dependencia, carencia de soberanía y nula dignidad.
El rezago educativo, la precariedad laboral, el desempleo, el mini-salario, que en conjunto vulneran aún más, si es posible, a los pobres y colma de beneficios a los ricos.
La desigualdad grosera, grotesca, insultante que cualquiera puede atestiguar tan sólo dar 10 pasos fuera de su domicilio, el sentimiento de miedo, terror, vulnerabilidad ante la criminalidad; sean ladrones, violadores, secuestradores, narcos, gobernadores, alcaldes, regidores, diputados, senadores, jueces, policías, militares, burócratas, empresarios influyentes, “estrellitas” encumbradas, hijos de papi, mireyes, mireinas, lores y demás…
Así, con este ambiente se pide a un servidor no ser visceral… ¡Carajo, haría falta dejar mi consciencia de lado, mi humanidad al garete, y ser un pendejo sin pizca de valor y dignidad!
No hay manera novedosa y suficiente para describir la nefasta presencia de un sistema de partidos como el que nos hemos impuesto, mucho menos describir de manera integral el significado de entes como el PRI, el PAN, el PRD y otros.
Cualquier personaje que haya emergido de semejantes entidades debería de antemano ser sujeto de cuestionamientos, escrutinio psicológico, financiero y expuesto al sano escepticismo social, llegar a imaginar dispensarle un lugar de poder sin tales condicionantes suena escalofriante, pero en México ejemplos de esto son la pasmosa costumbre amparada por un sistema democrático corrupto, avalado por la estulticia social en el mal uso del voto como tabla de salvación durante las elecciónes.
Porque en México no importa la profundidad de los argumentos, lo que importa es la superficialidad del mensaje populachero.
La trivialidad de la frase que define al voto como obligación, y no su entendimiento como responsabilidad y verdadera herramienta siempre y cuando su uso sea garantizado, blindado bajo un auténtico marco de justicia.
La futilidad de argumentos infantiles como “la única opción”, “el voto masivo”, “si no votas beneficias al PRI y al PAN”, mensajes simplistas, ñoños, resultado de la pereza social para entender, buscar, exigir verdaderos mecanismos que puedan resguardar a la democracia de la corrupción y protegernos de la “purga cerebral” que enunciados pegajosos como “un peligro para México”,“la esperanza de México”, “Saving México”, “la corrupción somos todos” y tantas otras que han logrado retraer y ahuyentar el más elemental análisis a la politiquería mexicana posicionándola actualmente como una suerte de malabarismo, fanatismo, mesianismo, psicosis grupal mezclada con hipnosis. Estas elecciones por venir serán un concurso de popularidad, un espectáculo de “mascara” contra “cabellera” arreglado de antemano.
Incluso algunos “inocentes” siguen enalteciendo la fe como garante de un proceso electoral limpio, ¡háganme el cabrón favor!…
Otros más adoctrinados endurecen el rostro y sentencian una vigilancia tenaz a cualquier desvío e incumplimiento de las promesas de campaña, como si estás fuesen grabadas al estilo de las tablas bíblicas por autoridades y candidatos, olvidando enteramente que este es un país sin justicia, soberanía, equidad, pletórico de ilegalidad, alejado cada día más de los preceptos básicos constitucionales y de derechos humanos, un país en donde el dinero todo lo puede.
¿Qué harán aquellos que esperan justicia sobre quienes han medrado con la vida y hambre de millones de personas, si su líder moral ya ha prometido la pipa de la paz? ¿Cómo se implementará la exigencia de justicia ante el perdón y amor dispensados con anticipación?..
Por ello las reglas del juego electoral, o farsa electoral, siguen sin cambio alguno, el partido “contendiente” a luchar por un “verdadero” cambio acepta sin desparpajo que un proceso de fraude en las elecciones es prácticamente una regla en esta cascara de huevo podrido llamada democracia mexicana y lo acepta en aras de un presupuesto por demás bastante suculento.
Sólo en un país con tanta fe y esperanza se concibe un pueblo que acepta un fraude electoral anticipado y a base de puyas demagógicas se presta a participar en semejante aquelarre de farsas y mentiras que terminan inequívocamente beneficiando a los mismos grupos empoderados. Las familias que han gobernado a México por décadas ya se han infiltrado o mejor dicho afiliado convenientemente a las diversas propuestas partidistas, para así proteger los intereses de esa casta dirigente desde cualquier flanco.
El recurso de “inclusión” al cambio es otra frase de carcajada, la pregunta inmediata sigue siendo la misma; ¿cómo enseñar nuevas maromas a un perro viejo?, sufrimos con una capital humano nocivo, rapaz, corrupto, ambicioso, saturando la politiquería mexicana y es justamente ese capital humano al que se permitirá seguir medrando desde el poder que la cacareada inclusión les dispensa y ampara.
Millones convencidos en absurdas ideas implantadas en estúpidos mensajes por las oligarquías como aquella de “los empresarios generan empleos”, o esa frase de “las inversiones foráneas traerán bienestar al pueblo”…
¡A mi no me vengan con chingaderas!, los empresarios no generan empleos, acumulan riqueza y han sido los más beneficiados por las prácticas corruptas del estado desde la época de Salinas de Gortari hasta hoy día con Peña Nieto (fase inicial y concluyente del neoliberalismo en México), obvio el saco tenía que romperse por alguna costura, ahora esos empresarios quieren seguir mamando y dando de topes erigiéndose como adalides del bienestar social, sorprendidos por el nivel de miseria provocada por el estado, y cínicamente proclamándose así benefactores de las nuevas tendencias, o mejor dicho las mismas doctrinas partidistas. Para que la corrupción haya crecido hasta los niveles actuales no sólo fue necesaria la falta de escrúpulos de los administradores del estado, también hubo quien les corrompió, y de esos empresarios poco o nada se dice.
Huelga decirlo pero las inversiones foráneas no han resultado algo mejor, mencionar las inversiones canadienses en minería es más que suficiente para ejemplificarlo.
¿O qué tal ese recurso de la lucha de las izquierdas? comenzado por que en México la representatividad activa de dichas ideologías ya no existe y mucho menos su implementación a favor del bienestar social, sólo así, con etiquetas fáciles, se puede cautivar al pueblo “apendejado”, disfrazando a morena como partido de izquierda, por lo cual el mensaje que reza “con Obrador estaremos como Venezuela” es igualmente una estupidez, pegajosa sin duda pero finalmente una soberbia estupidez, pues entre algunas diferencias con Venezuela aquí ya se entrego el petróleo junto con muchos otros recursos estratégicos y USA no necesita desestabilizar ¡su propio! patio trasero.
Sea por eso o no enarbolar la palabra ¡socialismo! causa pánico a cualquier dirigente o candidato y escozor en las conservadoras familias del poder, como buen concurso de popularidad los candidatos continuan serviles y “culiempinados” al poder oligárquico, protegiendo y defendiendo sus intereses y jamás a los de el pueblo jodido, más nos valdría intercambiar el oneroso, fatuo sistema electoral y de partidos por un certamen tipo “Miss Universo” y al menos ahorrarnos tanto aire caliente desperdiciado en infinita demagogia, incluso en tal caso los candidatos podrían prostituirse con mayor libertad ante los verdaderos jueces del concurso, que mejor ejercicio de transparencia que atestiguar en primer plano a quien les entregarán literalmente las nalgas cada candidato, un “ Mistress President”.
Alguna vez alguien me dijo “la estrategia del cambio en morena es tomar el poder para actuar desde adentro”, y vaya que había razón en tal enunciado, excepto por la palabra “cambio”, pues es evidente que ¡la estrategia de continuidad es tomar el poder para actuar desde adentro… pero dentro de morena!, de otra forma yo no encuentro justificación a la inclusión de nefastos y reconocidos personajes del PAN, PRD, PRI, PES, PANAL y ahora hasta del Partido Verde, en el supuesto partido del cambio.
A este paso quienes piden no votar por ningún otro partido, sino ¡votar por morena!, terminarán votando prácticamente por priistas, panistas, perredistas, verdes, del pes y demás parásitos.
Para aquellos que llaman al voto por cualquiera que no sea morena, el resultado obligado es el triunfo mediante el fraude electoral que se implementará con toda la rapacidad y prepotencia que es capaz el gobierno con la autorización de los patrones del norte, o pregunten al senador Bartlett como implementó el fraude de 1988 que nos sumió en el oscurantismo neoliberal del sexenio de Carlos Salinas de Gortari (aka Mr. Bush Senior´s pet) y prácticamente en los subsecuentes sexenios de entrega y remate nacional incluido el petróleo, por más que ahora el senador aparente buscar expiación como un Judas parlamentario arrepentido y ungido por el mesías, ¡carajo, incluso Gerardo Fernández Noroña señala a Manuel Bartlett de patriota por su desempeño legislativo, por apoyar a morena y porque el fraude fue hace ya 20 años! “Cosas tenedes, Cid, que fáran fablar la piedras…”
Complicado debe resultar para aquellos que llaman a votar por “la esperanza de México”, por la “única opción”, por “el único mexicano honesto” capaz de generar un cambio, cuando al mismo tiempo se amarran el dedo advirtiendo que López Obrador no podría lograr el cambio, él sólo, una vez llegado al poder e intentan explicar que por ello necesita alianzas, amnistías y perdones que antes eran un insulto a sus principios, es decir, que seguirá condicionado al sistema oligárquico. O cuando pretenden alabar el accionar congruente del tabasqueño con esos malogrados principios pero no logran convencer sobre la razón por la cual el peje se corre hacia esa derecha que siempre ha señalado como la mafia del poder ofreciéndoles incluso la pipa de la paz…
Por favor ¡ya no traten de defenderle ni le justifiquen! que resulta peor.
¿Realmente el pueblo de México, ese pueblo vejado, violado, explotado, dolido, indignado, emasculado, está preparado para transitar de la ignominia a la utopía del perdón, del amor, mientras existe ayuno de justicia y consciencia social? Por esa razón esas frases de “el despertar del México bronco” o “el poder Azteca” son absurda y estúpidamente sobrevaloradas, al igual que los llamados ¡a las armas! que literalmente son ridículos y causan lástima.
Hace falta generar mucha consciencia, muchísima, y ejercitar el escepticismo es una clave importante para iniciar verdaderamente un cambio ¡de sistema!
¡Que triste es la justicia desvanecida ante el perdón!
¡Qué obnubilado está el pueblo con tantas mentiras y verdades marginales!
¡Un pueblo tan obnubilado como en la cornucopia de la religión y el perdón divino!
¡Para un pueblo pendejo siempre será más atractiva la comodidad del lema fácil y vulgar que la incomodidad y complejidad del necesario escepticismo!
-Victor Roccas