* Vaya usted a saber que tan verídicas son las acusaciones, pero de ellas se desprende que el manejo del dinero sucio fiscal que quiso incidir en la elección de Chihuahua, no fue responsabilidad de Alejandro Gutiérrez, usado sólo para amarrarle las manos a Manlio Fabio Beltrones Rivera, lo que me da a pensar en el origen de la información usada por Javier Corral, que sabe cómo es el tejemaneje del dinero político
Gregorio Ortega Molina
El bullicioso jelengue armado por la denuncia de Javier Corral, gobernador de Chihuahua, sobre el manejo sucio de dinero fiscal destinado a financiar las campañas políticas priistas y a la adquisición de más poder, todavía dará vuelta y media en los medios informativos y las redes sociales.
En Aristegui noticias encuentro una nota que no merece desperdicio, y a riesgo de que Carlos Ferreyra me tilde de flojo, la transcribo casi en su totalidad, para evitar florituras del lenguaje e interpretaciones erróneas.
La ruta que Luis Vega Aguilar se ha trazado es clara: pasó de ser un empresario dedicado a la creación de eventos políticos a más tarde ser tesorero del comité priista en el Estado de México. Ahora, como tesorero nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Vega reparte contratos a sus ex socios y amigos.
Desde que Antonio Meade anunciara su precandidatura nacional para buscar la presidencia del país en las elecciones del 2018, fueron asignados al menos 15 contratos a la empresa Nuevas Expresiones S.A, para la creación de eventos políticos del candidato que el PRI llama “ciudadano”. Esta empresa, hasta hace unos años, pertenecía a Luis Vega, el ahora tesorero nacional del PRI.
Los contratos alcanzan al menos 1.5 millones de pesos que quedaron en manos de la antigua empresa creada por Vega Aguilar, ahora dirigida por los hijos de su socio Alejandro Víctor Manuel Lara Cortés. Este dinero servirá para organizar eventos del exsecretario de Hacienda en su travesía electoral, al menos así lo mencionan los documentos.
Vega Aguilar ha trabajado junto a Enrique Peña Nieto desde que este último fuera electo gobernador del Estado de México. En 2004 Vega fue designado tesorero en el comité directivo del PRI en este estado, el mismo año en que creó la empresa Nuevas Expresiones SA. Ahora, y mientras Peña ha ascendido hasta la silla presidencial, Vega también ha escalado puesto, al punto de dirigir las arcas del partido que actualmente gobierna el país.
A partir del 2006, año en que Enrique Peña llegó a la gubernatura, Vega Aguilar ha incursionado en la industria como dueño de las marcas de tequila y mezcal Capitán Vega, Huérfano, Escuincle y Dulce Muerte, también figurando como dueño de la disquera Kiwi Records, vendidas años después a amigos cercanos o socios.
Gracias a estos movimientos, empresas como Nuevas Expresiones S.A. han podido hacerse con contratos millonarios. Durante la campaña de Enrique Peña para gobernador del Estado de México, esta firma se embolsó al menos 2.4 millones de pesos en 2005. Después de que el mexiquense ganara la presidencia del país, la empresa liderada por el cantante pop Iskander ha tenido contratos por al menos 650 mil pesos por servicios de audio, iluminación y video.
Lector, vaya usted a saber que tan verídicos son los asertos anteriores, pero de ellos se desprende que el manejo del dinero sucio fiscal que quiso incidir en la elección de Chihuahua, no fue responsabilidad de Alejandro Gutiérrez, usado sólo para amarrarle las manos a Manlio Fabio Beltrones Rivera, lo que me da a pensar en el origen de la información recibida por de Javier Corral, que sabe cómo es el tejemaneje del dinero político.
El gobernador de Chihuahua debe comprender cuál es su situación, aclararse las ideas y tener presente la imagen del doctor Salvador Nava, porque hasta su llegada a la Ciudad de México encontrará el camino sembrado de profundos pozos de corrupción o intimidación.
Marco Antonio Sánchez
Ayer me dediqué a observar dos fotografías de Marco Antonio Sánchez. Lo “sorprendida” por un teléfono celular en la que se le ve caído, sujetado por un elemento de las instituciones de seguridad pública (vaya contradicción); la otra, una que debe proceder del archivo familiar.
Pienso en ese rostro, en la sonrisa, en su mirada, y me entristezco al preguntarme si aparecerá vivo, si su padre podrá abrazarlo otra vez, si entrará de nueva cuenta a las aulas de la UNAM, si cumplirá su proyecto de vida.
Sobre esos ojos que pudieron haber perdido ya el destello de la vida, aparecen los rostros de Estephanie Rubí, adolescente de 13 años asesinada por ninguna razón, o por todas, y el de Adán Gómez González encontrado muerto después de su secuestro.
¿Quién puede hablar de paz social, seguridad, normalidad democrática?
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