Claudia Rodríguez
Leer la prensa nacional, ver y escuchar noticieros de cualquier espectro digital, a algunos les puede invadir la sensación de que somos un país plural y democrático, pero a los más les deja claro que lo que estamos es muy divididos como nación, y aún más, encontrados como mexicanos.
Es cierto que nuestras preferencias o el rechazo hacia un partido político o un candidato determinado para un puesto de elección popular, llevan a muchos al extremo de proliferar odio e insensatez; pero ya muchos más mexicanos entendemos que esto se trata de no generar más pobreza, ni menos ricos con más y más acumulación de capital, que también se la idea es frenar la corrupción, así como la violencia compañera inseparable de la inseguridad; pero sobre todo, señalamos la imperiosa necesidad de algo o alguien que garantice la posibilidad de salir a las calles a educarnos, a trabajar y desarrollarnos de manera redituable y en paz.
No es extraño que los intereses nacionales, tengan también relación con el extranjero en un mundo globalizado, en donde nuestra soberanía nacional cada vez queda más cuestionada, pero vociferar que hay que cuidarnos de los rusos, en voz de estadounidense, provoca risa nerviosa, pero sobre todo, indignación.
Cuando Rex Tillerson, secretario de Estado de nuestro vecino al norte, lo Estados Unidos, señala que Rusia tiene presencia en las elecciones de países alrededor del mundo, por lo cual puntual informa: “Lo que puedo decirles es que nosotros sabemos que Rusia tiene tentáculos en diferentes elecciones en el mundo, lo hemos escuchado de nuestros colegas europeos y mi consejo para México es: presten atención en lo que está sucediendo”.
Ante esto, no se puede obviar que Estados Unidos no sólo nos ha espiado por décadas, sino que incluso ha intervenido en nuestras elecciones federales –cediendo a nivel estatal o local— pero nunca en la que se refiere a la Presidencia de México.
No es necesario, aportar ninguna prueba escrita, demasiado ha documentado Hollywood cómo los estadounidenses demócratas o republicanos, tienen tentáculos para interferir a su conveniencia en América, Asia y África.
Ni rusos, ni estadounidenses, mucho menos las maquinaria partidista que compran hasta consciencias, deben decidir nuestros destinos, mismos que cada vez se convierten más complejos y con menos oportunidades. Es sana la diversidad del pensamiento, pero no al extremo del odio que abona la intervención extranjera.
Acta Divina…“En realidad nosotros tenemos agentes en muchos vuelos y es para la seguridad, tanto para los que llegan como los que se van, y esto se haría en cooperación y coordinación completa con las autoridades mexicanas”: Rex Thillerson, secretario de estado de los Estados Unidos.
Para advertir… Estados Unidos se ha metido en distintos escenarios nacionales, hasta la cocina. Hasta servicio y tecnología de espionaje a su servicio, nos las venden como oro y en condiciones forzosas.
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