Joel Hernández Santiago
Las precampañas terminaron. Vamos a fingir que le creemos a la autoridad electoral y diremos que fueron eso, aunque lo que vimos fueron campañas hechas y derechas, en la que los candidatos están plenamente identificados y, aunque no pidan el voto, sí pidieron el voto para su persona y para su coalición de partidos, frente de partidos o partido político…
Lo que sigue ahora es un periodo en el que el Instituto Nacional Electoral (INE) deberá aprobar el acuerdo para distribuir el financiamiento público para gastos de campaña entre las candidaturas independientes, la recepción de las solicitudes de registro de las candidaturas de los ganadores de las precampañas y analizará que estas candidaturas cumplan con los requisitos legales…
De tal forma todo deberá estar dispuesto para que el 30 de marzo arranquen las campañas electorales que deberán buscar que los mexicanos salgamos a votar por cada uno de los candidatos y sus fórmulas; que estas elecciones sean un dechado de transparencia y democracia y que los candidatos como los partidos se quiten las lagañas para no hacer trampas ni marrullerías aunque, como ya vimos en las precampañas-campañas, están dispuestos a lanzarse huevos podridos si así consiguen descalificar a sus adversarios.
En todo caso el domingo 1° de julio próximo podrán acudir a las urnas de 30 estados del país, algo así como 85 millones de electores, para decidir quién se hará ocupará cada uno de los 3,326 cargos de elección popular que están en juego (Es un presidente del país, 128 senadores, 500 diputados federales –mayoría y proporcional—, 9 gubernaturas 27 congresos locales 26 ayuntamientos…)
Y lo que hemos visto no ayuda en nada al desencanto nacional. Si hemos sido testigos de cómo unos a otros se descalifican, se acusan, se señalan, se ungen de gloria pero también se sabe que no todos son ese personaje sin pecado concebido…
Ricardo Anaya, de Por México al Frente no ha podido quitarse de encima las ya viejas acusaciones de enriquecimiento sospechoso, para él y para integrantes de su familia con base en los puestos que ha ocupado y la información confidencial con la que pudo contar… Él dice que no es cierto, que es obra y gracia del PRI que lo quiere anular, pero no ha probado si son o no son ciertos los señalamientos.
José Antonio Meade dice que “no tiene cola que le pisen” y sin embargo tampoco puede quitarse de encima que durante su gestión en diversas secretarías de estado tanto con el PAN como con el PRI estuvo al tanto de lo que ocurría con los recursos públicos en gubernaturas ahora acusadas de corrupción y uso indebido de recursos públicos y tal…
Fue él quien veía los incrementos en los precios de los combustibles, y fue él quien guardó silencio cuando se acusaba de corrupción federal. Su campaña no levanta aunque en días recientes ha mostrado una faceta más actoral que auténtica en su personalidad: El “yo mero” y términos coloquiales insospechados están en su boca. ¿Será?
Andrés Manuel López Obrador sufrió desgaste a su primerísimo lugar según señalan encuestas en las que ahora sí cree. De ese AMLO beligerante de hace años al AMLO ‘incluyente’ hay años de experiencia electoral, pero ni así escapó a la faceta dura del reproche con adjetivos a quienes critican sus decisiones, como es eso de incluir en Morena, su partido, a gente proveniente de distintos horizontes ideológicos, incluyendo a panistas, priistas, perredistas e, incluso, su asociación con el ultra derechista Partido Encuentro Social (PES)…
No tolera la crítica y contesta. Aunque la crítica sea factor de equilibrio y sea parte esencial de todo estado democrático. Pidió disculpas a regañadientes, pero dejó mal sabor de boca entre analistas nacionales.
En todo caso, en el lapso se pudo ver la falta de imaginación, voluntad de Estado y novedad ideológica en cada candidato y sus partidos. Todos parecen cortados por la misma tijera y todos repiten lo mismo que escuchamos hace seis años, doce años, diez y ocho años, veinticuatro años:
“Vamos a terminar con el flagelo de la pobreza”, “Vamos a acabar de una vez por todas con la violencia criminal y la inseguridad pública”, “¡Ya no más corrupción ni impunidad!”, ‘dignidad, respeto, igualdad, justicia, casa-comida-sustento-solaz…’
En todos los discursos predominaron estas categorías y en cada discurso se derivaba en la descalificación del adversario político.
Así que al final de estas pre campañas-campañas, el balance es cero ideas, cero propuestas con base en proyectos concretos y definitivos; cero identidades y particularidades de cada uno en su proyecto de nación, estado, municipio.
Ya veremos si las campañas que comienzan el 30 de marzo toman otros derroteros, aunque lo que se presagia es la exposición de los pecados capitales del adversario y la falta de cabalidad en las promesas, aun cuando fueran ‘notariadas’ como ya nos pasó este sexenio.