Desde Filomeno Mata 8
Por Mouris Salloum George*
Abierto el periodo de “intercampaña” presidencial -del 11 de febrero al 29 de marzo-, en Los Pinos han empezado a sonar los tambores de guerra.
Ayer, en la residencia presidencial se realizó una reunión privada -segunda en dos semanas- de los gabinetes legal y ampliado. El boletín dijo que fue para instruir a los funcionarios federales a defender la obra del sexenio peñista, obviamente como recurso de respuesta a los detractores de la gestión sexenal.
Más abierta fue la comparecencia ante los medios de comunicación del secretario de Hacienda, José Antonio González Anaya para advertir que los resultados de la elección presidencial pueden incidir en la buena marcha de la economía nacional.
Es evidente el sentido de esa advertencia: No conviene un cambio de guardia en Los Pinos que introduzca un giro radical a las reformas transformadoras. Mensaje con dedicatoria expresa.
En buen cristiano, no se puede cuestionar la legitimidad del propósito de darle continuidad de un plan de gobierno que se cree eficaz… a condición de que no se bloquee, en la lucha de los contrarios, la proposición de alternativas de desarrollo nacional frente a la que, según beligerantes opositores, no ha funcionado.
El marco de esa posición pinolera parece producto de las expectativas decrecientes que hacia julio registran el partido del gobierno y su todavía precandidato a la sucesión.
Es obvio que es al PRI al que corresponde, a nivel nacional, imaginar un nuevo modelo de campaña presidencial en sustitución del que, hasta ahora, ha resultado fallido por causas más que conocidas.
Ocho millones de votos, potencial del Estado de México
No obstante, como imperativo personal, se antoja que a Enrique Peña Nieto le tocaría responder del cuidado de su territorio natal, el estado de México, por la sencilla de que es la entidad con más alta densidad electoral de la República: Potencialmente, unos ocho millones de votos. Casi un diez por ciento del listado electoral nacional.
La cuestión es que, después del cierre de precampaña de José Antonio Meade Kuribreña en ese estado, el PRI está registrando una notoria estampida rumbo al partido mejor posicionado en las encuestas: Morena.
La causa es típica: En julio en el estado de Peña Nieto hay cambio en el gobierno de 125 municipios, proceso más competido y complejo que el de la selección de candidatos al Congreso de la Unión.
En el municipio capital, Toluca y otros municipios del oriente y otros conurbados con la Ciudad de México el priismo histórico se ha inconformado con las primeras nominaciones a las alcaldías. Su forma de protesta es la deserción: Se nombra a activos con militancia hasta de 40 años que han decidido cambiar de camiseta.
Eruviel Ávila dejó un tiradero difícil de limpiar
En ese fenómeno aparecen no sólo las aspiraciones y ambiciones personales de los priistas no tomados en cuenta: Está el hecho de que el ex gobernador Eruviel Ávila Villegas dejó un tiradero que no ha podido limpiar su sucesor Alfredo del Mazo Maza.
Si el problema de la seguridad pública es el dominante, no se pasa por alto que el desarrollo humano en la entidad no sólo se estancó, sino que retrocedió respecto de estados vecinos como Hidalgo, Querétaro, Aguascalientes, Guanajuato y Jalisco.
Es una asignatura en la que deja mucho a deber el mexiquense Peña Nieto en su gestión como ex gobernador y Presidente. Aquí ocurre al revés que en la vieja conseja: Por ver el bosque, se pierde de vista el árbol. Suele ocurrir.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.