Las senadoras Diva Hadamira Gastélum Bajo, presidenta de la Comisión para la Igualdad de Género, Angélica de la Peña Gómez, del PRD, Rosa Adriana Díaz Lizama, del PAN, Carmen Dorantes Martínez y María del Carmen Izaguirre Francos, del PRI, aprobaron otorgar el galardón “Elvia Carrillo Puerto” a María Elena Chapa Hernández.
Se resaltó la trayectoria de la ex diputa en su lucha por la paridad e igualdad de género y señaló que más allá de su militancia política, la decisión de entregar la presea a ella es un gran orgullo.
Hay que anotar que este reconocimiento se otorga a las mujeres que hayan incidido y destacado en la lucha cultural, política y económica en favor de los derechos humanos de las mujeres y de la igualdad de género, y se enmarca en la conmemoración del Día Internacional de la Mujer a celebrarse el 8 de marzo de cada año.
Elvia Carrillo Puerto fundó, en 1912, la primera organización femenina de campesinas con la finalidad que a las mujeres jefas de familia se les garantizaran los mismos derechos que a los hombres en la distribución de tierras.
Conocida como “Monja Roja” por ser parte del grupo de mujeres mexicanas que luchaban por sus derechos políticos durante y después de la Revolución Mexicana.
En 1923 de vuelta en su natal Yucatán, con su hermano Felipe Carrillo Puerto, siendo gobernador del estado, Elvia fue electa diputada municipal junto con Beatriz Peniche y Raquel Dzib Cícero por parte del Partido Socialista del Sureste, cargo que tras el asesinato de su hermano fue obligada a abandonar después de recibir varias amenazas de muerte tanto a ella como a sus compañeras.
Carrillo Puerto nunca retrocedió en su lucha por los derechos de las mujeres, ni dejó de lado su preocupación por las mujeres y los hombres mayas ya que amaba esa lengua.
Debido al trabajo de cientos de mujeres, en 1953, el presidente Adolfo Ruiz Cortines propuso personalmente la iniciativa para cambiar el Artículo 34 Constitucional, reconociendo el derecho a las mujeres como votantes en todas las elecciones.
Elvia Carrillo Puerto murió en la ciudad de México, el 15 de abril de 1968, con 90 años de edad, se le reconoce como una revolucionaria socialista y feminista, que luchó durante toda su vida por los derechos de la mujer, de las indígenas, de las campesinas mayas de su estado natal y por las miles de mujeres obreras mexicanas.