Por Magdalena García de León
Las pensiones de los presidentes son una de las cargas más injustas para el pueblo de México. Los trabajadores deben laborar 40 años, más o menos, para obtener una raquítica pensión, pero los presidentes trabajan 6 años y se les paga, aproximadamente, durante 40 años una súper pensión, más los gastos de miembros del estado mayor presidencial que los siguen cuidando y los soldados que cuidan sus casas, choferes, etc.
Lo justo sería que se les diera una pensión de alrededor de 30 mil pesos mensuales y que al morir a sus esposas o esposos se les diera la parte proporcional que se otorga a las viudas de los trabajadores y al fallecer a los hijos no se les diera ni un centavo, salvo si hubiera hijos menores de edad.
Pero a los ojos de Meade se lo merecen por, en términos sumamente cursis, haber dedicado su vida en favor del país, ja ja ja. Pero que ¿no es suficiente con lo que se llevaron bajo la mesa? Todos sabemos que los ex presidentes salen mucho, pero mucho más ricos que cuando entraron, si eso pasa con regidores, delegados, etc., etc., etc., con los presidentes mucho más y hasta sus parientes salen con los bolsillos inflados.
Un caso de esa injusticia laboral, que es solo un botón de muestra, es el de José Antonio Gurria que fue director de Nacional Financiera por un muy breve periodo de tiempo lo jubilaron a los 40 o 45 años y desde entonces le pagamos una súper pensión y como goza de muy buena salud le seguimos pagando muchos años más, independientemente de que tiene una muy buena chamba y gana una lanota, pienso que como un gesto de elegancia debería renunciar a dicha pensión.
Creo, sinceramente, que Meade debía pensar más en los ciudadanos de a pie que estar justificando los beneficios que cree que va a obtener al ganar las elecciones, ¿que no ve cómo está la situación del país?
Ya sé que según sus argumentos macroeconómicos el país es jauja, pero la realidad es que los precios de los productos y los servicios están cada vez más caros, es más difícil conseguir empleo, las clases medias están depauperadas y el poder adquisitivo de los salarios va en franca picada. Y las perspectivas no son nada buenas, los candidatos prometen y prometen, pero la verdad es que, en lo personal no les creo ni la hora.
Cambiando de tema me gustaría hacer notar que Mikel Arriola más parece candidato del yunque que del PRI, no son solo sus posturas ultra reaccionarias, sino también esa pose de dictadorzuelo del orden y el control. Ese señor ¿Conoce a la Ciudad de México? No dudo que aquí haya vivido muchos años, o peor aun, toda su vida, pero está muy claro que no la conoce, ni la entiende.