* Las urnas electorales van que vuelan para convertirse en las fosas clandestinas de la voluntad popular
Gregorio Ortega Molina
La actitud de las autoridades de procuración y administración de justicia ante las fosas clandestinas es de simulación política, de desinterés social, de cinismo frente al dolor.
Esos depósitos de cadáveres sólo son conocidos cuando las madres, siempre incansables, después de intensa búsqueda encuentran trozos de su propio ser, jirones de su alma. Muchas veces son acompañadas por los maridos, por hijas, pero esos colectivos que rastrillan la república, fundamentalmente están integrados por mujeres a las que el idioma no ha encontrado el término para identificar su pérdida, su dolor. ¿Cómo llamarlas cuando perdieron a su hijo?
Lo cierto es que resulta imposible saber si estamos parados sobre una fosa clandestina, si la ubicaron en el umbral de la casa, de la Catedral Metropolitana o de Palacio Nacional… si están en los túneles del metro o a los lados de los ductos de Pemex, o debajo de las bóvedas del Banxico.
Lo que el gobierno deja de hacer lo hacen esas madres sin hijos, esas esposas sin maridos, esas hermanas o hermanos sin hermanas o hermanos. ¿Cuántos desaparecidos están en fosas clandestinas que no han sido ni serán encontradas?
Todo lo anterior viene a cuento porque “el Consejo de la Judicatura Federal (CJF) informó sobre la resolución de un amparo, en la que se pide al Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información (INAI) que ordene la entrega de la versión pública de datos, cifras o estadísticas sobre las fosas clandestinas del predio de Colinas de Santa Fe, Veracruz.
“En el fallo, el juzgado federal determinó que <<el solo hecho de que la información se encuentre inmersa en una investigación ministerial no demuestra que su difusión impida u obstruya las funciones que ejerce el Ministerio Público durante la investigación>>, además de que la divulgación de la información solicitada <<no (…) representa un riesgo real de perjuicio al interés público>>.
“De acuerdo con la Judicatura, la versión pública que deberá pedir el INAI no revelará los nombres de los funcionarios relacionados con la persecución del delito, ni información que permita identificar a víctimas o responsables del hecho”.
¿Qué dicen los candidatos -y la esposa de Felipe Calderón- de esas fosas que a ministerios públicos, policías y jueces no les interesa conocer, pero que a riesgo de sus vidas, las madres abren para borrar su incertidumbre, sin doble mensaje, aunque el hedor de los cadáveres no incida en la conciencia nacional, al momento de acudir a las urnas? Lo único cierto es que como afirma Javier Marías en su trilogía Tu rostro mañana, siempre es preferible que muera el que está a tu lado. El dolor de la pérdida de los seres queridos no estará en las boletas electorales.
Por lo pronto y debido a su “amor” publicitado por Jaime Rodríguez Calderón “El Piporro”, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación se convierte en un sepulcro blanqueado y clandestino.
Las urnas electorales van que vuelan para convertirse en las fosas clandestinas de la voluntad popular.
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