Francisco Gómez Maza
• Debate es Discutir, Combatir; no Denostar
• Puras Ocurrencias Para Ganar Simpatías
¿Debate? No sé por qué insisten en llamarles debates, cuando en la práctica sólo son presentaciones de ocurrencias de los candidatos para quedar bien con el electorado y lograr atraer sus favores. Y ni siquiera tocan los temas torales de la agenda negra: violación de derechos humanos, feminicidios, violencia del narco y de las fuerzas de seguridad, el papel del ejército en las calles, el presente y el futuro de los jóvenes, y el hedor a mierda que los capitalismos tenemos que soplarnos cuando salimos a las calles, particularmente en el primer cuadro. Ah, y la galopante industria de la venta de carne humana por todos los rincones citadinos, en donde mujeres y hombres se ofrecen por una ridícula cantidad que les permita llevarle algunos alimentos a sus hijitos.
El “debate” de la noche del miércoles entre los candidatos a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México ni siquiera fue discusión, controversia y menos polémica. Fue, como dije antes, presentación de ideas al estilo Simpson, tachonadas de tímidas acusaciones en contra de la morenista Claudia Sheinbaum, principalmente, por parte de la candidata de Miguel Ángel Mancera, la aeromoza Alejandra Barrales, de lo que queda del prd y que ahora es satélite del PAN, y del priista, que dicen que no también no es priista como Midi, el ex del Seguro Social, en donde dejó las arcas vacías.
Debate es otro cuento. Es una discusión en la que dos o más personas opinan acerca de uno o varios temas y en la que cada uno expone sus ideas y defiende sus opiniones e intereses, sobre todo defiende su candidatura y trata de quedar bien con el auditorio para convencerlo de que vote por él.
Un debate es una técnica de comunicación que consiste en la confrontación de ideas u opiniones diferentes sobre un tema determinado. La palabra, como tal, procede del verbo debatir, y significa ‘discutir’, ‘combatir’. El objetivo de un debate es plantear, exponer y conocer diferentes posturas y argumentaciones sobre un tema, con la finalidad de que pueda llegarse a una conclusión. En este sentido, los debates deben ser plurales.
Pero en el “debate” entre los candidatos a la jefatura de gobierno no humo ni discusión y combate. Sólo la ex aeromoza insistió, infructuosamente, en denostar a la señora Sheinbaum, de Morena, quien es la que se perfila como la puntera en los sondeos y las encuestas. La ciudadanía de la Ciudad de México está ya muy cansada de los gobiernos perredistas. No le hablen de Miguel Mancera porque empieza a mentar madres.
No quieren al PRI desde hace mucho. Tampoco al PAN. Dos formaciones políticas que prácticamente no existen en el espectro político citadino. Y el PRD está en retirada. Por tanto, sólo queda Morena y no me vayan a acusar de morenista ni de sheinbaunista, que ni siquiera conozco a tal señora. Sólo sé que fue delegada en Tlalpan y que la acusan de ser la culpable de la tragedia de la escuela particular Rébsamen, en los terremotos del año pasado, porque, dicen que ella fue la que dio los permisos de construcción.
Pero del debate, nada. Y la verdad es que, si así van a ser los “debates”, pues no tiene caso perder por lo menos dos horas frente al idiota monitor de la televisión, o frente a la pantalla del ordenador.
La noche del miércoles me invadía la desesperación al ver a candidatos “debatientes” sin ángel, sin simpatía, sin empatía con el teleauditorio. Salvo la corrientez de Barrales y las meliloteces del ex del Seguro, la que salvó la situación fue la candidata ciudadana, cuyo nombre, creo a bote pronto, es Lorena Osorio. Ella habló, y no muy claro, ni alto, a nombre de los chilangos que presenciaron el “debate” y que quedaron con un muy mal sabor de boca.
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