Javier Peñalosa Castro
Semana a semana, tal como lo estábamos esperando, las triquiñuelas del grupo en el poder se intensificaron al máximo. Así, hemos visto cómo “operan” los mismos factores que en 2006 llevaron a árbitros electorales —pese a que fueron elegidos a modo— a amonestar a los empresarios que en su momento financiaron campañas de desprestigio contra Andrés Manuel López Obrador, a quien identificaban como “un peligro para México” y llamaban a los empleados de sus empresas a no votar por él e incurrían en otras lindezas por el estilo, así como a realizar un extrañamiento singular y severo —al menos en la forma— a Vicente Fox, a quien incluso le dijeron abiertamente que había puesto en riesgo la elección, aunque finalmente consumó el fraude haiga sido como haiga sido y logró entronizar, así fuera por la puerta trasera, al mínimo Felipe Calderón.
Hoy el propio Calderón, de la mano del Alto Vacío Fox que lo ayudó a consumar el fraude y la usurpación —y el propio Peña Nieto, que se desgañita diciendo que “el pueblo” no debe mirar atrás ni optar por el retroceso, el populismo, los modelos caducos y otros eufemismos que refieren a la figura de quien encabeza las encuestas hasta con 30 puntos de diferencia frente al candidato de Peña.
Los tres llevan a cabo campañas abiertas. Fox a través del propio foro de Milenio, donde es reforzado por algunos otros textoservidores tan desacreditados que ni siquiera fueron llamados a la “entrevista” con AMLO y que no conviene nombrar a riesgo de recibir sus dentelladas; Calderón con el parapeto de ayudar a su Hillary en la deslucida campaña que lleva a cabo, pese a haberse descubierto miles de irregularidades en la obtención de las firmas de respaldo requeridas por el INE para su registro como candidata independiente y Peña Nieto a pesar de que está expresamente prohibido por la ley que los servidores públicos hagan cualquier tipo de proselitismo al cobijo de su cargo.
Todos ellos llevan a cabo una labor de zapa, difamación y miedo, y llevan a cabo una campaña abierta para tratar de convencer a los mexicanos de que no voten por el tabasqueño, porque el cambio que propone acabaría con el “promisorio” futuro que, repiten hasta la náusea, han labrado los regímenes del neoliberalato durante los últimos seis lustros.
En tanto, los “genios” del PRI encabezados por el inocuo Niño Nuño bombardean a los ciudadanos con campañas de propaganda malhechas y sensibleras que buscan despertar el miedo a que López Obrador deje a los niños sin escuela o a los padres de familia sin trabajo.
A esto se suman los desgarramientos de vestiduras y las tiradas al piso por parte de organismos empresariales y los contratistas consentidos del peñismo y los magnates que han hecho fortunas Forbes a la vera de sus antecesores, y que cada vez que expresa un punto de vista ligeramente divergente —como el de revisar contratos de obras multimillonarias y faraónicas del corte de las del aeropuerto que, contra viento y marea, se pretende construir en el vaso del lago de Texcoco, y a cuyo alrededor los dueños del dinero ya tienen calculado edificar centros comerciales y —¿por qué no?— nuevos “desarrollos” inmobiliarios para encarecer el precio de la tierra que previamente han estado adquiriendo los mismos de siempre.
Así como en 2006 Televisa y TV Azteca fueron la punta de lanza para campañas subterráneas del miedo a cargo de “opinadores”, “intelectuales” empresarios y Organizaciones “de la Sociedad Civil”, hoy quien primero mostró el ariete —y tiene el cinismo de decir que ahí iniciaron las campañas— fue Milenio Televisión, medio que convocó a López Obrador a una entrevista, que fue más bien un bombardeo de seis “entrevistadores” —Carlos Marín, Carlos Puig, Jesús Silva Herzog, Héctor Aguilar Camín, Juan Pablo Becerra Acosta y Azucena Uresti—, que lanzaron enfurecidas diatribas y censuras sin conceder siquiera el beneficio de la respuesta —menos aún el de la réplica— al Peje, y emplearon sus respuestas, descontextualizadas, para recabar opiniones de opositores al tabasqueño y difundirlas como si se tratase de los spots concedidos a los partidos por el INE.
A esto se suman —cómo no— los rumores y noticias falsas sobre presuntos hechos de corrupción o irregularidades en los gastos de campaña, especialmente dirigidos contra colaboradores más cercanos de López Obrador, para tratar de desacreditarlo a través de supuestos hechos de corrupción cometidos por terceros, en vista de que a él no podrán encontrarle “muertos en el clóset”, operaciones de lavado de dinero, estafas maestras ni nada por el estilo.
En tal contexto se inscriben la presunta compra irregular de un terreno por parte de Alfonso Durazo y hasta la renta de una avioneta para el traslado del candidato de Morena de Sonora a Nayarit.
Habrá que ver qué especies o calumnias lanzan los priistas, o su aliado El Bronco durante el debate organizado por el INE y en el transcurso de los próximos días. Tal como lo tienen calculado, por más que se trate de infundios “algo quedará… Lo malo es que, a estas alturas del partido, y con el marcador en su contra por más de tres goles de diferencia, todas las triquiñuelas trapacerías y prácticas de mapachismo clásico y neomapachismo de “última generación” podrían quedar cortas ante el hastío de la gente que no quiere más de lo mismo durante los próximos seis años y que vislumbra la esperanza de un verdadero cambio de rumbo que nos aleje del camino que ha demostrado ser erróneo y buscar nuevos horizontes.