DE NORTE A SUR
GUILLERMO CORREA BÁRCENAS
• La sugerencia de Castañeda ha empezado a cimbrar a la estructura priista
Bastante claro quedó que el gran perdedor del primer debate presidencial, y quizás de las elecciones del primero de julio próximo, fue José Antonio Meade Kuribreña, el abanderado del Partido Revolucionario Institucional (PRI), hecho que ha metido al longevo instituto político en un verdadero problema si se toma en cuenta la cada vez más fuerte versión de que sólo le queda declinar por Ricardo Anaya, que va por el Partido Acción Nacional (PAN). Uno de los primeros que habló de esa posibilidad es Jorge Castañeda, el coordinador estratégico de la campaña del candidato queretano, pues sólo así, considera, se podría vencer al enemigo común que es Andrés Manuel López Obrador.
Lo cierto es que la sugerencia de Castañeda ha empezado a cimbrar más a la estructura priista y a la coalición Todos por México, ya que Ricardo Anaya, también representa al Partido de la Revolución Democrática (PRD) y al Movimiento Ciudadano (MC). En principio, de llegarse a un acuerdo el que pinta para más humillado es el mismísimo jefe máximo del priismo, el presidente Enrique Peña Nieto, a quien se culpa de la persecución que padeció en los recientes días el panista acusado de supuesto lavado de dinero, lo que calentó el ambiente político al grado de que en el debate del domingo Anaya volvió a arremeter contra el mandatario cuando le dijo a Meade “Responde sí o no: ¿Tu jefe, Enrique Peña Nieto, ha gobernado con honestidad?. La pregunta quedó sin respuesta, pero evidenció la gran enemistad entre quien tiene todo el poder y el que se esfuerza, desde la oposición, en sucederlo.
La segunda cuestión va al mero corazón del PRI y trata de la molestia que ha causado el asalto al partido cuya dirigencia prácticamente se encuentra en manos de los tecnócratas seguidores del candidato Ciudadano, malestar que se agravó con el trato dado al ex secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, al que a cambio de la candidatura de Meade sólo se le premió con una posible senaduría plurinominal. En este caso, no hay que olvidar que el PEJE salió del priismo y que no es aventurado preguntar si los priistas tradicionales votarían por él o por Ricardo Anaya si es que se concreta la sugerencia de Castañeda.
En este contexto hay que tomar en cuenta que la idea de quien fuera titular de Relaciones Exteriores con Vicente Fox no tiene nada de novedad. La alianza del PRI con el PAN existe por lo menos desde 1990 cuando –según Arnoldo Córdoba—la implementó Carlos Salinas de Gortari al ver el avance impresionante de la izquierda en las elecciones de 1988, lo que hizo que se cayera el sistema y se hablara de fraude contra Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Eran tiempos del siempre protagonista Diego Fernández de Ceballos. Desde entonces –con altibajos—ha funcionado la relación entre los dos partidos.
Huellas de esa alianza se encuentran en documentos de Wikeleaks analizados por Arnoldo Córdoba –historiador e ideólogo de la Revolución Mexicana — para concluir que muestran un “carácter perverso y sucio” y el modo especial en que funciona. “Ahí no hubo acuerdos para siempre, excepto uno: no dejar, jamás, que la izquierda llegara al poder. Todo lo demás era negociable y nada se daría por garantizado.
Esa alianza, dicho en otros términos, tiene un solo fin: impedir el triunfo de la izquierda en las elecciones nacionales. Los relatos que pueden hacerse a partir de esos documentos nos indican que los aliados eran, de verdad, enemigos en el campo de la lucha política y que cada uno hacía por sus intereses y lo hacía despiadadamente, sin importar si al aliado se lo llevaba entre las patas. Sólo se juntaban y la alianza operaba cuando ambos sentían que el enemigo los amenazaba a los dos”.
Arnoldo Córdoba – padre de Lorenzo Córdoba, el hoy presidente del Instituto Nacional Electoral (INE)– escribió también hace años que el momento llegaba cuando uno de los aliados se rezagaba a ojos vistas y ya no podía aspirar a nada más. Sucedió con Madrazo y el PRI y todo indica que otra vez con el PRI y Meade. “Es difícil no pensar en esta alianza como una que se da entre rufianes, entre auténticos mafiosos para los que la ley vale un comino y las instituciones del Estado no son más que viles instrumentos de sus sucios enjuagues y trapacerías…”, asentó en su momento el investigador de la UNAM.
Hoy estamos a casi dos meses de la elección. Vuelve a mencionarse la alianza canibalesca. Sólo que, como indican las encuestas, en esta ocasión ni con los votos del PRI sumados a los del PAN estaría garantizada, como han asentado algunos medios, la derrota de Andrés Manuel López Obrador.
DESDE EL CENTRO
Entusiasmado por su buen desempeño en el primer debate presidencial, el candidato del PAN, Ricardo Anaya, acudió ayer al Tercer Foro Nacional de Lechería, que organizó en el Campo Marte su asesor para cuestiones del agro Vicente Gómez Cobo. Ahí, el aspirante mandó el mensaje que de ganar gobernará a favor del campo, aunque de seguro se refirió a los agroempresarios pues no hay que olvidar que durante la docena trágica, cuando el poder lo tuvo Acción Nacional fue este sector el más olvidado durante el período 2000—2012. José Antonio Meade Kuribreña (PRI) no asistió y Andrés Manuel López Obrador, de MORENA, envió a Víctor Villalobos, el ex responsable de las Relaciones Internacionales de la SAGARPA y posible titular de la misma en caso de que gane el PEJE en los comicios del primero de julio. Fue quien atrasó con sus propuestas de políticas públicas en beneficio de los más pobres del país, los productores agrícolas minifundistas; precios de garantía a los granos básicos que desaparecieron con el neoliberalismo y, entre otros planteamientos más, prioridad al consumo de leche mexicana ya que en la actualidad miles de millones de litros se tiran diariamente a causa de que se da preferencia al lácteo en polvo importado, lo que ha dado al traste con la ganadería del sector social.
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