Francisco Gómez Maza
• El secreto del éxito de la economía es buena administración
• Desarrollo Estabilizador: PIB en crecimiento e inflación baja
Los grandes empresarios, algunos economistas e intelectuales están asustados, pero con el petate del muerto. Dicen que Andrés Manuel López Obrador es el mismo demonio y muy peligroso para la “estabilidad” de la economía.
Cuál estabilidad, si los neoliberales vinieron a descuadrar la economía nacional que, dentro del sistema capitalista, venía funcionando mejor que ahora.
Increíble para la actualidad rebasar el 2.3 por ciento de crecimiento del Producto Interno Bruto. Imposible vencer la inflación. No pueden los itamistas sacar del hoyo la economía; no pueden los maestros del Banco de México, porque en el modelo neoliberal sólo se privilegia al capital y se depaupera el salario de la fuerza de trabajo. Un contrasentido porque si se privilegiara el salario, el crecimiento del capital sería mayor.
La propuesta económica del puntero en las encuestas no es cosa del otro mundo, ni del demonio, ni de Chávez. No tiene nada qué ver con ninguna economía centralmente planificada, ni con el “populismo” de Luis Echeverría y José López Portillo. No es familiar del socialismo a la venezolana. Ya probó su eficacia en las décadas de los 50 y los 60, cuando la economía, bajo la dirección de Don Antonio Ortiz Mena, tuvo su época dorada, la del Milagro Mexicano de la época de Adolfo Ruiz Cortínez, Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz, por supuesto que sin mucha justicia para los trabajadores, aunque menos injusticia que bajo las riendas de los neoliberales, inspirados por el Consenso de Washington y los Gemelos del capitalismo, el FMI y el BM, bajo cuya pésima dirección el Producto Interno Bruto no ha crecido, sino más bien se ha estancado en un pantanoso terreno del cual no la pudieron salvar los genios del capitalismo salvaje, David Ibarra, Jesús Silva Herzog Flores, Pedro Aspe Armella, Ángel Gurría Treviño, José Antonio Meade, Luis Videgaray, por mencionar unos cuantos economistas del fracaso. De una seudo ciencia económica fallida.
En aquellos años, la economía mexicana tuvo un crecimiento fenomenal que ya quisieran tener los alumnos de Aspe en las escuelas inspiradas por el Opus Dei, particularmente los itamistas e ipadistas, que no ven más allá de la política de privilegiar al capital a costa del crecimiento y la redistribución; el negocio fácil y la corrupción. No les importa mucho, o nada, que la economía real sea más bien una rémora, una loza, sobre los lomos de los millones de trabajadores. Los únicos que la gozan en este esquema son los mismos de siempre; los detentadores de los grandes medios de producción y no podría mencionarlos a todos, pero tienen un ávatar llamado Carlos Slim Helu, personaje que ha expropiado, con el apoyo gubernamental, desde Carlos Salinas de Gortari (quien le regaló Teléfonos de México), los grandes recursos de los mexicanos.
Así que no se me aguiten, barones del dinero. No les va a pasar nada que ustedes no quieran que les pase. El problema es muy grave para los políticos corruptos, muy corruptos, negociantes de lo ilícito, cómplices de los barones de la droga y del crimen.
La propuesta de López Obrador no es de López Obrador. Es de Antonio Ortiz Mena, a quien tuve la oportunidad de hacerle, en Río de Janeiro, una extensa entrevista sobre el tema para la revista Proceso, cuando era presidente del Banco Interamericano de Desarrollo por allá por los años 90.
López Obrador rescata el modelo estabilizador, curiosamente para beneficio de la economía de mercado en la que estamos viviendo, para beneficio de los empresarios que están muriendo de miedo gracias a las campañas sucias del PRI y del PAN. La propuesta es tan capitalista como Slim. Por el momento, no hay otro modelo para sustituir al fallido neoliberalismo. Los miembros de la clase política priista y panista, así como los grandes empresarios, sin ninguna razón real, mueren de pánico porque creen que el Desarrollo Estabilizador que propone el Movimiento de Regeneración va a ser la puerta para una recomposición de las relaciones de producción, dirigidas hacia el socialismo. Mentira. López Obrador es tan capitalista como Slim. De izquierda tiene lo que yo tengo de Volador de Papantla.
Debería ser ineludible destinar los recursos que ahora se desperdician, principalmente por las prácticas de corrupción de la clase gobernante, a impulsar un crecimiento del producto de 4 por ciento, por lo menos; ya no digamos de 5 o de 6, porque es grave el retroceso que hemos padecido. Para un crecimiento de cinco por ciento requeriríamos de mucho dinero. Por lo menos de unos 350 mil millones de dólares. Pero podemos acercarnos a esa cifra si se hace una severa reingeniería al presupuesto federal. Y se destina un buen porcentaje a impulsar la inversión productiva.
Don Antonio Ortiz Mena no era un político progresista, ni mucho menos de izquierda. Era tan tradicionalista como el más clásico de los capitalistas. Pero tenía la sensibilidad de la que carecen los neoliberales de las universidades inspiradas en la Obra. Y el parralense de Chihuahua aplicó su teoría: El secreto para que la economía crezca a un ritmo alto y acelerado es la administración, una eficiente administración. Y la puso en práctica. Cero corrupción, porque la corrupción es el cáncer que corroe las fibras más íntimas del cuerpo de cualquier economía. Esto le ocurrió a las economías centralmente planificadas de Europa en los años 80, cuando fue derribado el Muro de Berlín y, gracias a la Perestroika y la Glásnost, se instauró en los países socialistas una economía de mercado limitado.
Sí podríamos volver a un modelo económico de alto crecimiento del producto interno bruto, combinado con un crecimiento inflacionario bajo. Todo es posible en este mundo. Lo único que no tiene remedio es la muerte. Así que no entren en pánico. El peligro para México son los economistas neoliberales.
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