Claudia Rodríguez
En un debate entre candidatos a puestos de elección no debería predominar el argumento de un ganador, sino de las propuestas vertidas.
El segundo debate entre presidenciables para arribar al Ejecutivo federal este 2018, quedó a deber en diferentes aspectos por lo que muchos de los televidentes, ciudadanos o no; concluyeron que fue un ejercicio de contrastes muy flojo.
En primer lugar el horario de Televisión para un domingo, esta vez no fue el estelar. Primero se dio paso a la clausura o final de la liga de futbol MX, y hasta las 9:30 de la noche –con una duración de dos horas–, se transmitió el encuentro en cuestión, que por lo mismo tuvo bajas en audiencia en comparación al primero de tres que se completaran; en donde incluso se realizaron distintos acuerdos con Netflix para atrasar dos horas en México, el arranque de “Luis Miguel, la serie”.
La expectativa por el formato de este segundo debate conocido como town hall metting, que permitía movilidad de los candidatos, cercanía al público e incluso un encuentro más dinámico, no fue del todo aprovechada por los participantes y además el público presente compuesto por residentes de la frontera nacional, leyó preguntas que todo indicó, tuvieron un filtro, no fueron espontáneas.
Dado que los temas de este encuentro protocolario electoral fueron los derechos de los migrantes, el comercio, la inversión y la seguridad fronteriza; todo apuntaba a que el que mejor desempeño debería tener, fuera José Antonio Meade de la coalición Todos por México; era casi su única oportunidad de lucimiento. Pero aún con el conocimiento de los datos duros por su experiencia en la Administración Pública al ocupar durante dos sexenios carteras de Estado relacionadas a los temas del debate, esa oportunidad se diluyó.
Parece que mucho se concentró el candidato Meade en dominar el escenario como seguramente le indicó su asesor de imagen, el señor Carlos Alasraki, y se perdió al grado de no presentar propuestas contundentes, en no contestar si fue o no un error recibir a Trump antes de la elección presidencial en los Estados Unidos, e incluso en señalar que Nestora Salgado hoy candidata al Senado por Morena, es una secuestradora, cuando ella ya fue absuelta en juicio.
Ricardo Anaya del Frente por México, el que mejor aprendió sus líneas y sin dejar la confrontación grosera con el candidato de Juntos Haremos Historia al encararlo de frente, casi cuerpo a cuerpo, le costó una insinuación de posible infracción de robo.
Andrés Manuel López Obrador, cambió el tono del primer encuentro; se le vio sonriente e incluso se atrevió a encarar la agresión. Sobre todo la que hizo alusión a su edad. Su discurso no tuvo un cambio significativo respecto al primero, aunque dejó claro, que lo importante es el fortalecimiento interno en distintos rubros para hacer frente de la mejor manera a los escenarios de migración, comercio y seguridad fronteriza.
A Jaime Rodríguez Calderón, se le vio fresco con su idea de que su candidatura independiente nada tiene que ver con la del sistema de partidos. El momento estelar de “El Bronco” fue el hablar de lo que sucede en cuestión de migración en la frontera.
La debatitis empero, no es función de Gobierno, el liderazgo sí, y la verdad es que los cuatro candidatos obviaron responder siempre que pudieron los cuestionamientos de propuestas, para en un 80% de su argumentación, utilizar la confrontación.
Así que pase y vote usted por quien a sus intereses particulares convenga. Ojalá y que por más difícil la situación económica individual y/o familiar, no se venda el voto.
Acta Divina… Anaya, Meade y López Obrador se asumieron como ganadores de segundo debate entre candidatos a la Presidencia.
Para advertir… El ganador en información de las propuestas, siempre debe ser el pueblo para el caso de la elección, los ciudadanos.
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