Claudia Rodríguez
A sólo 39 días del proceso electoral federal, los escenarios se van definiendo en lo que respecta al relevo presidencial de Enrique Peña Nieto, y es inminente que los candidatos opositores a Andrés Manuel López Obrador, no tienen posibilidades de triunfo ante lo que arrojan los muestreos y sondeos de las preferencias de los electores. Ante esto, el primer priista de México tendría ya que estar pactando la transición pacífica, más que seguir metiendo todo tipo de recursos, a la campaña de su delfín.
Ante el estrepitoso fracaso de la campaña priista –aún hace unos días se hablaba de la posibilidad del relevo de candidato desde las entrañas del Revolucionario Institucional–, se decidió el relanzamiento de su candidato presidencia, José Antonio Meade, al puro estilo priista: acarreados más torta y refresco; sin embargo ninguna estrategia de publicidad o dislates, ha logrado que Meade se sacuda el repudio que millones de mexicanos profesan al partido gobernante que no sólo nos defraudó, sino que incluso nos tiene viviendo en una zozobra multifactorial.
Al no ignorar las casi nulas posibilidades del candidato Meade de ganar la Presidencia, Peña se ve obligado a calcular otros escenarios.
Por lo visto, aun cuando el panista Ricardo Anaya trató de tender puentes hacia el equipo del PRI; esa no es opción para los priistas que saben y tienen pruebas que Anaya es un hombre de traiciones, y que incluso un gran tramo de su campaña la basó en la promesa de “meter a Peña a la cárcel”, si se comprueba responsabilidad en actos de corrupción.
Sólo queda el escenario más probable de victoria electoral que el primer mandatario del país ya debe presumir, y es que Andrés Manuel López Obrador sea su relevo.
Viene entonces un proceso de “hilar y tejer” puentes para lograr una transición pacífica y sin venganzas –con todo y que los priistas han vilipendiado por casi dos décadas en los últimos tiempos, a López Obrador.
Quien no acepte que el cambio de estafeta en la presidencia de la Conferencia Nacional de Gobernadores (CONAGO), de Aristóteles Sandoval mandatario de Jalisco hacia Manuel Velasco, gobernador de Chiapas, no tiene nada que ver con los movimientos de acercamiento desde la actual Presidencia hacia Andrés Manuel con una efectividad del 90% para salir victorioso ahora sí el próximo domingo primero de julio; es que no entiende que en México vale más un acuerdo político que la misma democracia.
Aún cuando el gobernador chiapaneco hace unos días respaldó a Meade en su candidatura, la rebelión del partido verde en Chiapas contra el PRI por sentirse desplazados en el juego sucesorio, los llevó a medir otras opciones. Pero tampoco es un secreto que el mismo abuelo de Velasco, Fernando Coello Pedrero, apoya a López Bordador y ha manifestado que su nieto lo hace también, pero que “los de arriba lo molestan para que no se meta en la elección”.
El jefe del Ejecutivo se sostiene sólo por una situación jurídica en el mandato porque en el caso de la legitimidad, es insostenible.
Así que ojalá Peña se decida por la transición pacífica ante la inminente derrota del PRI, ciertamente no por las carencias de su candidato; sino por el nefasto quehacer de corrupción y hurto, e inacción de Gobierno en distintos escenarios de la vida nacional, de quienes se excedieron en la traición al pueblo de México.
Acta Divina… “El proceso electoral demostrará la solidez de nuestras instituciones”: Enrique Peña Nieto, presidente constitucional de México.
Para advertir… Seguro entre los priistas, verdes y aliancistas hay quienes aún se nieguen a reconocer la derrota electoral y aconsejarán arrebatar antes que apegarse a derecho
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