Las campañas electorales se caracterizan en México no sólo por los mítines, los ataques, la guerra sucia, el titipuchal de spots y, desde hace pocas décadas, por los debates entre candidatos… también por la gran cantidad de banderines, pasacalles y gallardetes de plástico colgados en los postes con las imágenes de los aspirantes a diputados, senadores, alcaldes, gobernadores… y en algunos casos, hasta con los colores de los partidos que los postulan. No en todos, porque ahora quienes van con el membrete del PRI se avergüenzan de la que también es la cromática nacional.
Hoy los que menos se ven son, precisamente, los del PRI.
Así que si usted tuviera la mala suerte de estar cerca de Aurelio Nuño –lo que por supuesto no se le desea a nadie–, coordinador de la campaña presidencial del candidato Meade, y le pregunta por qué no hay la suficiente propaganda tricolor en prácticamente todo el país, lo más probable es que éste le respondiera que “no hay dinero”.
Sí. Tal y como lo acaba de leer usted, Nuño se queja por la falta de recursos económicos –no obstante que el PRI es el partido que goza de más prerrogativa$ electorales–, lo que ya ha provocado que muchos se pregunten si, de ser eso cierto, ¿lo estarán escamoteando para después robárselo, como es la tradicional costumbre de los más cercanos a Enrique Peña Nieto?
Los priístas también se preguntan ¿qué hace el recolector de recursos de la campaña y “puente” con el sector empresarial Jaime González Aguadé? ¿Cuántas veces ha “pasado la charola”? ¿A dónde han ido esos recursos?
Lo más probable es que en las altas esferas priístas ya estén convencidos de que no hay que echarle dinero bueno al malo. O, ¿ya para qué?
El diputado asesinado, en el huachicoleo
El último 6 de febrero murió asesinado Francisco Rojas, diputado federal priísta con licencia pues buscaba la presidencia municipal de Cuautitlán Izcalli. Dos hombres a bordo de una motocicleta le dispararon dejándolo gravemente herido. Poco después falleció en la ambulancia que lo trasladaba a un hospital.
Su fallecimiento conmocionó a sus correligionarios. Muchos se dieron cita en sus exequias. Por afecto, algunos. Por intereses, otros.
Estos últimos muy interesados porque, de acuerdo a investigaciones ministeriales, el fallecido participaba en el muy redituable negocio ilegal del robo de combustibles. Y de ese ámbito criminal habría provenido el ataque que culminó con su vida.
Era, todo indica, un importante eslabón de una cadena que llega a muy altos niveles de la Administración de EPN y que tendría como pivote a un personaje que, dicen, ha sido el comodín de los mexiquenses durante los últimos ocho años, por lo menos, ocupando carteras muy disímbolas entre sí.
¿Ya sabe usted quién es ese huachicolero mayor?
Una pista: es muy deportista.
Le seguiré informando.