Los reiterados compromisos del hombre de Tepetitán, Tabasco, en relación a la autosuficiencia alimentaria, el fortalecimiento del mercado interno, el resurgimiento de las actividades primarias, el cambio del modelo desarrollista y el combate al desempleo, forman parte de un macizo de acciones públicas impostergables para la supervivencia del país.
La perspicacia popular ha sido más aguda que las visiones de los supuestos expertos sobre la verdadera situación del país. Los llamados de los empresarios al fraude electoral, más descarados que nunca, se estrellan ante la muralla de la realidad. No es posible sumir la cabeza en el llano como si no pasara nada. La gente en su gran mayoría apuesta por el cambio político, de sistema y de gobierno, porque ya no hay de otra.
Y aunque el presidentito Peña Nieto reiteradamente la niegue, vivimos la peor crisis económica y financiera de la historia del mundo. Y por primera vez desde que éstas suceden, México y la perspicacia popular tienen una opción real para poder esquivarla con cierto decoro. No nos engañemos por los cantos de las sirenas mexiquitas.
Los otros candidatos han fallado en el diagnóstico. Ninguno se ha metido de lleno en las causas estructurales de la miseria, simplemente porque así conviene al establecimiento, a las razones de quienes los patrocinan, al status quo de una nación paralizada por la corrupción, el derroche y la rapiña de sus recursos públicos. Los debates y los platós acartonados salen sobrando ante el panorama de saqueo. El de Tepetitán puso el dedo en la llaga. Hay que enfrentar la crisis. Nos está arrasando de cuajo.
México tiene que cambiar porque así lo exige la mayoría honrada
La revisión exhaustiva de los inmerecidos tratamientos y devoluciones fiscales multimillonarias a las empresas que promueven el boicot electoral ha dado en el clavo. Igual, la revisión a fondo de los contratos de obra pública en los conglomerados faraónicos y del régimen de concesiones inauditas que tienen postrada a la población.
Si el sexenio de López Obrador se dedicara exclusivamente a estas actividades, estaría sobradamente justificada la necesidad de su arribo al poder. México tiene que cambiar porque así lo exige la mayoría de ciudadanos honrados y decentes que pueblan su territorio y la que se encuentra desterrada en los Estados Unidos.
Además, las líneas de gobierno esbozadas están interconectadas a la ubicación real de México en el mundo. Es necesaria una postura diferente y digna al avasallamiento al que se han sometido voluntariamente los mexiquitas bajo la bota de Donald Trump, un esquizoide anaranjado, con un país desecho. La otrora potencia está desmantelada, y nos puede aplastar, de seguir con esa obsesión entreguista y ciega.
La única manera de hacer frente a las políticas proteccionistas del desquiciado gringo es aplicar políticas nacionales de desarrollo en base al mercado interno y el modelo de crecimiento industrial, asentado en los excedentes del sector agropecuario. No hay de otra. Lo demás es seguir dando pasos hacia el abismo.
La crisis de la próxima década, por el exceso de dólares sin respaldo
Fortalecer la producción, el consumo y el trabajo, sobre la base del esfuerzo de los mexicanos es la única receta posible ante una crisis descomunal que se está fraguando en el seno del Imperio y en la economía internacional, que en el momento en que se manifieste, nos hará desaparecer como país independiente, si acaso lo somos.
La razón de la crisis de la próxima década, que puede darse en cualquier momento si no estamos preparados para afrontarla, consiste en el exceso de dólares que los Estados Unidos ha hecho circular por el mundo, sin una base de reserva en algún patrón de seguridad monetaria. Nosotros somos los primeros perjudicados con ese tsunami.
Somos los más agachados ante esa política monetaria. Incluso, nuestras reservas internacionales se encuentran depositadas como garantía de los préstamos petroleros en las bóvedas cibernéticas de la Reserva Federal estadounidense, apoyando la fortaleza del billete verde, no del peso mexicano. Es lo que lograron los grandes secretarios de Hacienda mexicanos de las últimas décadas, de Francisco Gil Díaz al pringado Meade.
El yuan chino, el euro, la rupia y el rublo ruso cada día ganan terreno
Es un hecho absolutamente comprobado que cada vez hay más países en el mundo que están reacios a tener que usar el dólar en el comercio de productos, por su escaso valor de resistencia en la economía. El yuan chino, el euro, la rupia y el rublo ruso cada día ganan terreno.
China tiene instrumentos para ejercer una presión económica extraordinaria sobre Estados Unidos. Hace años que Pekín compra bonos del Tesoro estadunidense, su deuda exterior, y si empezara a venderlos agravaría la situación a un grado insostenible. EE UU debe a los chinos la cantidad de un billón y medio de dólares, sin reserva monetaria posible.
Los países del Golfo Pérsico ya se alertaron. Ninguno quiere transar su petróleo en dólares, todos prefieren euros, la moneda más sólida en términos de reservas. Los árabes, tradicionales palafreneros de los gabachos, son los únicos que aceptan el billete verde en las transacciones de hidrocarburos. ¿Hasta cuándo?
El TLCAN es la perdición tecnoburocrática de EPN y de los mexiquitas
Trump sigue insistiendo en la introducción de más impuestos al comercio exterior. Esto ha llevado a ahuyentar a los inversionistas. El creciente déficit fiscal, la deuda estadounidense, junto con el proteccionismo electorero de Trump, son compañeros de cama muy extraños. Ha bajado la demanda de dólares, razón por la que suben sus intereses. Y los mexiquitas se la comen cruda, absolutamente. El TLCAN es su perdición tecnoburocrática.
Y es que, desde que en Bretton Woods los gabachos impusieron el dólar como moneda de reserva principal, gracias a haber ganado la Segunda Guerra Mundial, se la han pasado tomando prestado y gastando cantidades de dinero inconmensurables, sin sustento, sin garantía efectiva. Esto ya tocó fondo.
El dólar estadounidense está sobrevalorado y ese país tiene la mayor deuda externa de la historia del mundo. Los mexiquitas siguen endeudándose bestialmente en dólares y corremos peor suerte que los mismos gabachos. Que suene la voz de alerta. El diluvio sí viene.
Por nuestra dependencia tenemos que pedir permiso a Estados Unidos
Los países más desarrollados del mundo están tirando el dólar por las ventanas. Ya no les sirve para nada. Ni para negociar, ni crecer, ni cobrarle sus deudas al facineroso Tío Sam. Entre nosotros, el entreguismo de Atracomulco es patético. Vemos la tormenta y ni siquiera la oímos. Son los grandes financieros huehuenches. El peso, a la cola del desastre.
Simplemente, porque el peso no es una divisa ni mínimamente fuerte. Cualquier transacción internacional debe ser con el permiso de la Reserva Federal estadounidense. Cualquier desfalco y depósito en dólares en paraísos fiscales de los políticos autóctonos, engrosa la deuda inconmensurable de una economía mexicana de a mentiritas. Cualquier pago en dólares del Banco de México debe ser previo permiso de Washington.
¿Se imagina usted, estimado lector, qué va a pasar en el momento en que las naciones con las que comerciamos impongan sus condiciones de cambio monetario a los Estados Unidos? Toda la economía habida y por haber se irá al cesto de la basura. La crisis hipotecaria del 2008 sería un juego de niños. Los primeros en tronar seríamos nosotros.
México debe votar por el cambio para que nuestra descendencia sobreviva
Por eso la necesidad de iniciar esta parte del siglo XXI con una política económica previsora y con rasgos paulatinamente nacionalistas, aplicando a Trump las recetas proteccionistas que ha descerrajado sobre nosotros con la complacencia de los traidores mexiquitas. No hay necesidad de morir con los brazos caídos. Tenemos con qué subsistir, aunque nos espante con el petate del muerto. Los muertos son ellos.
México debe votar por el cambio no sólo por una razón del mayor rango democrático, sino simplemente para que nuestra descendencia pueda sobrevivir. Es un argumento del peso más grande que nos podamos imaginar. El hombre de Tepetitán ha puesto la plana.
Y frente a eso, ya tenemos para dónde hacernos. ¡Cerremos filas!
¿No cree usted, estimado elector?
Índice Flamígero: Y mientras aquí en el rancho grande, Peña Nieto rechazó los señalamientos que hablan de crisis económica en México cuando hay crecimiento, generación de empleo y recuperación del poder adquisitivo de los trabajadores. Así lo dijo el inconsciente. En serio. Reunido con representantes de la Asociación Nacional de Usuarios de Riego (ANUR), el toluquita pidió darle justa dimensión a la situación económica del país que hoy muestra una estabilidad. Cuando hablan de que tenemos una crisis económica, bueno, sí una crisis en la que estamos creciendo económicamente, donde hay mayor generación de empleo con una cifra histórica, donde la tasa de desempleo se coloca en los niveles más bajos de la historia y en donde hay una recuperación del poder adquisitivo de los trabajadores. Si eso es crítico que cada quien lo califique como quiera. + + + Esa obsesión por darle cierto valor a su gestión, ¿obedecerá a lo dicho en Atracomulco por AMLO hace un par de días? Ahí aseguró que el PRI ya dejó solo a Enrique Peña Nieto. “Miren lo que le hicieron al mismo Peña Nieto, lo encumbraron, lo impusieron y ya después no les gustó y lo convirtieron en chivo expiatorio, ahora Peña Nieto es como el payaso de las cachetadas, ellos mismos le dieron la espalda”. ¿Será? ¿Será que, por tal, el candidote Meade no trae a todo el priísmo consigo?
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