Francisco Gómez Maza
• Trump los agarró secándose el sudor
• Ya con el acero chino subsidiado tenían
Tanto que presumía Peña de que tenía derecho de picaporte en la Casa Blanca (la que está en el 1600 de Pennsylvania Avenue NW en Washington, D.C. No la de La Gaviota, de la que mejor ya no habla nadie para no echarle más leña al fuego en el que están consumiéndose el PRI, el mismo atlacomulca y el panista Meade), a través de su gurú Luis Videgaray, quien se ufanaba de ser la mugre de la uña de Jared Kushner, yerno y orgullo del nepotismo trumpiano, y se sentía amigo, amigo muy bocabajeado, muy burlado, muy ridiculizado, muy memeado, por supuesto, pero ¡Oh! Amigo al fin, del payaso de las bofetadas, Mr. Donaldo, éste sí tenebroso…
No se dieron cuenta los negociantes de Los Pinos y comejenes del Erario, que el hijo de inmigrantes alemanes y escoceses, ahora anti migrantes, los dejaría colgados de las vigas del tapanco. Y los pondría en jaque ante los industriales del acero, que seguramente estaban planeando, también, exigirles a sus trabajadores el voto en contra del puntero, como lo han hecho los viejos coyotes del capitalismo de casino de este México globero y bicicletero.
Ya de por sí los acereros chinos traen históricamente en jaque a los industriales mexicanos con su masiva oferta de productos de ese metal, protegida con importantes estímulos por Xi Jimping. Los orientales tienen inundado el mercado mexicano, con acero subsidiado por el gobierno comunista, afectando severamente a la industria nacional. Sólo faltaba que los meara un perro. (Algo similar le ocurrió al bandido de Larrea cuyas acciones cayeron en el mercado de riesgo, luego de haber exigido a sus trabajadores a que no votaran por López Obrador.
Y ni cuenta se dieron que no se daban cuenta los encargados del comercio internacional, encabezados por Ildefonso Guajardo, el brillantísimo regio, negociador de Los Pinos ante el emperador gringo, y en una de esas, el perverso Trump los metió en el mismo costal y les aplicó la mano dura de los aranceles. Y pegaron el grito en el cielo. Pero era de esperarse porque del presidente de Estados Unidos todo puede esperarse, hasta la más aberrante decisión. Pero ahí iban los mexicanitos, de Atlacomulco a Washington, D. C., como fieles siervos a arrodillarse ante su majestad @realDonaldTrump.
Y qué más da que Peñita contraataque. Ya Trump le impuso aranceles al acero mexicano y le vale que Hacienda responda con parecida moneda que, tratándose de los gringos, es como hacerle lo que el viento a Juárez. Ya sabemos que Trump es de cacumen cuadrado y lo que busca es hacerle manita de puerco a sus antiguos socios comerciales. Le tiene sin cuidado que Peña y Vide castiguen a los aceros planos, las lámparas, los embutidos, las manzanas, las uvas, los arándanos y diversos quesos de Estados Unidos. México y Canadá habían quedado fuera de la investigación a la Sección 232 de “seguridad nacional” del gobierno de EU por ser socios y amigos. Pero esa condición no importó más al gobierno de Trump.
El intenso cabildeo en Estados Unidos por parte de empresas de manufactura y de consumo no bastó para que la administración que encabeza Donald Trump cumpliera con sus amenazas de imponer los impuestos, incluyendo al acero de países considerados amigos y socios comerciales. En marzo el gobierno de EU anunció una investigación a la Ley de Expansión Comercial de 1962 a fin de determinar si la importación de automóviles y autopartes constituía una amenaza a la “seguridad nacional” como se define en la Sección 232. En específico, al secretario de Comercio de EU, Wilbur Ross, fundador de IAC Group, boyante negocio de autopartes con fuerte presencia en México, le preocupa que en las dos últimas décadas la participación de vehículos de pasajeros importados en la venta total en su país haya crecido de 32% a 48%, generando en ese tiempo una caída de 22% de los empleos de estadounidenses en el sector.
Al final, el acero y aluminio que EU importe de Canadá, México y la Unión Europea, recibirán un arancel de 25% y 10%, respectivamente, bajo la Sección 232. Y si no les gusta, también. Que acá sólo los chicharrones de Trump truenan. Y háganle como quieran. Estamos en guerra.
Cómo sería el desgarramiento de vestiduras, que hasta López Obrador se conmovió ante el sufrimiento de Peña, sugiriendo que México responda a EU con firmeza, pero sin generar una ruptura ni caer en una guerra comercial. Mientras tanto, hasta los especuladores aprovecharon para devaluar fuertemente al peso aprovechando el anuncio de la imposición de aranceles con lo que, de la anoche a la mañana se van a dar una suculenta enriquecida.
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