Javier Peñalosa Castro
Con el inicio de junio, llegó también la recta final de la contienda por la Presidencia de la República, en la que, aun las encuestas más amañadas y “cuchareadas” dan una ventaja hasta de dos a uno al puntero sobre el abanderado del engendro formado por lo que queda del PAN, lo que queda del PRD con todo y su chuchinero y la franquicia de Dante Delgado, quienes ya no saben a qué artimaña, copia burda o descalificación recurrir para tratar siquiera de acercarse a su rival (al menos para tener a mano la cartera), en tanto que el pobre candidato del PRI y sus adláteres apenas avanzan uno o dos puntitos, lo cual de ninguna manera le permiten abandonar el sótano, que sólo comparte con el remedo de candidato que se coló en las boletas merced a sus malas artes.
En tanto, a los empresarios que, en su desesperación quieren atajar a AMLO a cualquier costo, esta semana se sumaron a la campaña de coacción del voto el segundo y el tercer hombre más ricos de México, Germán Larrea —que acumula una fortuna de 13,800 millones de dólares— y Alberto Baillères —con un “capitalito” de 9,400 millones de dólares— amagaron con retirar sus inversiones e incluso amenazaron con cerrar las tan cacareadas “fuentes de trabajo”, que son las que les permiten extraer los recursos mineros que graciosamente tienen concesionados, que tan pingües ganancias les dan y que de ninguna manera quieren soltar.
En el caso de Larrea, además de la adjudicación de la emblemática mina de Cananea (cuna de la Revolución Mexicana), que explota a ciencia y paciencia sin otorgar a quienes hacen el trabajo condiciones laborales justas y seguridad ante los riesgos que este tipo de actividad implica (basta recordar la tragedia de Pasta de Conchos, en Coahuila), tiene concesiones carreteras y las más importantes concesiones ferroviarias que quedaron tras el desmantelamiento de este sector por parte de Ernesto Zedillo, a finales de la década de los noventa. Aunque lo niega, este siniestro personaje se ha enriquecido al amparo de los llamados gobiernos neoliberales a costa de concesiones y adquisiciones ventajosas y profiere todo tipo de amenazas para tratar de evitar que López Obrador asuma el poder el primero de diciembre de este año, como todo apunta a que ocurra.
Por lo que respecta a Baillères, es ya la segunda generación de “emprendedores”, que han extraído toneladas y toneladas de oro, plata y otros minerales de ese subsuelo que, según la Constitución; es propiedad de la nación, pero que tanto él como Larrea explotan a voluntad, a tal grado que han escalado posiciones entre los más ricos del mundo y contribuido a que la riqueza nacional se concentre en menos manos, mientras crecen los índices de pobreza, por más que se nos diga que nunca habíamos estado mejor ni tenido más empleos (aunque estos hagan añorar las condiciones de los peones acasillados de la época prerrevolucionaria).
Además de estos dos barones de los negocios en México, han estado hostigando al tabasqueño el mismo líder de la lista de los más ricos, Carlos Slim, quien salió a defender la construcción del aeropuerto que, contra viento y marea, Peña y su impresentable secretario de Comunicaciones y Transportes pretenden edificar, seguramente con inspiración patriótica, en el centro de un lago (aunque en éste no haya islote, ni nopal ni águila ni serpiente) y otros de menor caudal económico, pero de gran influencia entre la Mafia del Poder, como Claudio X González, fiel escudero de Carlos Salinas de Gortari y su pandilla, así como su homónimo heredero, que se ha convertido en el ariete contra el magisterio y promotor de la reforma laboral dentro de este gremio impulsada por el peñato como si se tratarse de una verdadera reforma educativa, y que es considerada por Peña como el mayor logro (¿?) de su gobierno, Alejandro Ramírez, uno de los dueños del negocio de los cines que se reparten entre Cinépolis (propiedad de su familia) y Cinemex y algunos otros corifeos del mundo de los negocios que ven cercana la posibilidad de moderar sus márgenes de ganancia y, peor aún, de tener que forjar verdaderas empresas, y no negocios de ocasión
Mientras esto ocurre, la encuesta ordenada por Reforma —que dista mucho del obradorismo— registra una preferencia de 52% para AMLO por sólo 26% para Ricky Riquín Canallín y 19% para Meade, quien ahora sí está muy cerca del segundo lugar, aunque a años luz del primero. Por el estilo están otros ejercicios demoscópicos, como los de El Financiero y El País.
Mientras estos personajes de la picaresca económica (y política) mexicana se desviven por atajar a quien evidentemente resulta imparable, lo único que logran es hacerlo subir en las preferencias, porque ciertamente existe un desencanto y un enojo generalizados por la ausencia de estado de derecho, expresada en una ola de violencia creciente e incontrolable, así como por un alud de actos de corrupción e impunidad que la gente identifica con los detractores del tabasqueño.
Como todo lo indica, en el proceso electoral en curso, la suerte está echada y ésta, sin duda, y por más que les pese a sus detractores, ésta favorece a López Obrador.