Luis Alberto García / Ciudad de México
*Electo en diciembre, es mandatario de su país desde el 22 de enero de 2018.
*Africano triunfador en Mónaco, París St. Germain, Milán, Chelsea y Manchester City.
*Su carrera sólo se compara a la de Eusebio, la “Pantera Negra” de Mozambique.
*Ganó el codiciado “Balón de Oro” al mejor delantero de Europa en 1995.
*No estar en ninguna Copa del Mundo, desilusión y único sueño sin cumplirse.
Deslumbrante como pocas en la historia del futbol africano –comparable tal vez a la de Eusebio da Silva Ferreira, la “Pantera Negra” de Portugal, originario de Mozambique, y guardadas las circunstancias, el tiempo y las distancias-, la trayectoria de George Tawlon Manneh Oppong Ousman Weah es única, por tratarse de un futbolista que cumplió casi todos sus deseos, incluido el ser presidente constitucional de esa pequeña y trágica nación del continente negro.
Y el “casi”, la excepción, fue el nunca haber estado presente en un Campeonato Mundial de Futbol, no solamente en representación de Liberia, sino tampoco de Estados Unidos y Francia, sus patrias por naturalización; pero con entorchados que envidiaría cualquiera de los grandes astros, hoy comparables a “rock stars”, mediáticos, pedantes, vanidosos y multimillonarios.
Nació el 1 de octubre de 1966 en Claratown, suburbio miserable del distrito de Bushrod, afuera de Monrovia, capital de Liberia -cuyo territorio abarca una superficie de 111 mil kilómetros cuadrados, con una población de cuatro millones de habitantes-, penúltimo de doce hermanos y una familia perteneciente a la etnia kru.
Conoció la pobreza, desde pequeño quiso jugar futbol, y como es el caso de tantos niños de la calle, lo mismo en las favelas de Brasil que en Liberia, éste fue su válvula de escape, aunque sus padres se negaban a que lo practicara.
Siguiendo las costumbres de su etnia, se encomendó su crianza a la abuela paterna, Emma Klonjlaleh-Brown, quien lo llevó a hacer estudios básicos en una escuela coránica para completarlos con éxito, compatibilizando el deporte como operador telefonista, profesar el islamismo durante diez años y convertirse después al cristianismo; pero trabajando siempre a favor de ambos credos religiosos.
Al conocer la gloria deportiva, George pulió las cualidades de su primo Christopher para llevarlo al futbol profesional y, por recomendación del propio Weah, colocarlo en 1997 en el Arsenal F. C., buscando alejar a su familia de la guerra civil liberiana, incluidos sus hijos, que se criaron en Nueva York, mientras él estaba en el A.S. Mónaco.
Los Weah no escaparon al conflicto bélico y, después de que el astro futbolístico declarase en 1996 que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) debía hacerse cargo del país y neutralizar así a Prince Johnson, Amos Sawyer, Raleigh Seekie y Charles Taylor, los “señores de la guerra” que lo asolaban, las tropas de alguno de ellos asaltaron su casa, la incendiaron y violaron a dos de sus primas.
A partir de 2003 residió entre Fort Lauderdale, Florida, y Monrovia y, casado actualmente con la ex modelo estadounidense Clara Stevens, Weah tiene ambas nacionalidades -liberiana y estadounidense-; además de que en julio de 1993 también obtuvo el pasaporte francés para no ocupar plaza de extranjero con el Paris Saint-Germain.
Sus hijos George y Tim son futbolistas profesionales y formaron parte de la selección de Estados Unidos que dirigió Jürgen Klinsmann, educándolos lejos de la miseria que padecen los desheredados nacidos en territorios que recogieron un legado colonial de infamias, muerte y atraso.
Weah siempre recuerda que inició su carrera deportiva en los lodazales del barrio de Claratown como centro delantero en el Bongrange, el Mighty Barolle, el Invincible y el Tonnerre Youndé entre 1985 y 1988; sin embargo, con fortaleza y potencia física notables, técnica depurada, veloz, polivalente, disciplinado, certero y como un “9” natural y superdotado, varios clubes europeos lo buscaron hasta que, un año después, fue contratado por el A. S. Mónaco al ser descubierto por Arsène Wenger.
Fue la joya más preciada del principado de los Grimaldi durante cuatro temporadas, hasta que, mediante un traspaso millonario, lo contrató el Paris Saint-Germain, un cuadro entonces de media tabla, sin los petrodólares de Nasser Ghanim Al Khelaifi, que actualmente han colocado a los parisinos entre los grandes clubes del planeta.
Su presencia y sus goles hicieron de los rojiblancos un cuadro milagroso, con el que ganó la corona de la Liga 1 en 1993-94, consagrándose así en el firmamento internacional, llamando de inmediato la atención del A. C. Milan, en el que ganó dos scudettos consecutivos en 1995 y 1996.
Con 34 años pasó por el Chelsea, y después ganó unos millones de dólares más en el Manchester City, el Olympique de Marsella y retirarse en el Al-Jazeera de los Emiratos Árabes Unidos en 2003, dedicándose de tiempo completo a una carrera política que lo condujo –luego de dos intentos fallidos, en 2005 y 2011- a la Presidencia de Liberia, al ganar la elecciones del 26 de diciembre de 2017 y suceder así a Ellen Johnson-Sirleaf.
Considerado héroe nacional en una tierra que acogió a miles de esclavos libertos en 1840 -que diseñó una bandera de barras rojas, blancas y una estrella enorme en vez del medio centenar en su ángulo superior izquierda como la estadounidense-, a la que llegaron muchos más al entrar en vigencia el decreto que abolió la esclavitud en Estados Unidos firmado por Abraham Lincoln en 1864, Weah sostuvo con sus propios medios a la selección nacional liberiana, además de que fue internacional en ella, financiándola y casi clasificándola para la Copa del Mundo de Corea-Japón en 2002.
“Es una pena que el presidente Weah no juegue en el Campeonato Mundial de Rusia, y que nunca lo haya hecho en otros torneos de la misma importancia en el pasado, no obstante que ha tenido casi todo como premio a su labor filantrópica y a su calidad humana”, expresó recientemente Jewel Howard-Taylor, vicepresidenta de Liberia, quien añadió que, ésa y más cualidades, lo hicieron uno de los mejores futbolistas del mundo.
“En la década de 1990, por su inteligencia, potencia física y control del balón, obtuvo merecidamente tantas y múltiples distinciones individuales”, expresó Wenger al enterarse del retiro del gran atleta que él descubrió, admirado de que su más importante galardón haya sido el “Balón de Oro” de 1995, el primero para un futbolista no europeo y hasta ahora el único logrado por un africano, que el mismo año también fue elegido el “Jugador Mundial” de la FIFA, además de conseguir dos “Balones de Oro” de África en 1989 y 1994.
Con ambos, más el premio “Once de Oro” de 1995, tras retirarse del futbol se volcó a la política en Liberia, y a la filantropía global como embajador de Buena Voluntad de la ONU.
En una tercera oportunidad electoral hizo su mejor gol político al ganar la contienda presidencial en diciembre último, convirtiéndose en mandatario constitucional de Liberia -del 22 de enero de 2018 al 22 de enero 2024-, que compensará en algo al no haber sido jamás jugador mundialista, ni años antes, ni en junio y julio próximos en el Campeonato Mundial de Futbol de Todas las Rusias de 2018.
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