Joel Hernández Santiago
Por un momento vamos a fingir que somos felices en México y que aquí no pasa nada, o acaso, como escribiera Carlos Pellicer: “Aquí no suceden cosas, de mayor trascendencia que las rosas.”…
… Esto es: ya comienza el Mundial de Fut Bol y por unas dos semanas nos abstraeremos un poco del tormento chino al que nos han sometido desde el 8 de septiembre pasado los aspirantes a ser mandamases de México, de 9 estados y en total de 3,400 puestos de elección popular…
Ya falta menos para el 1 de julio de 2018, luego de lo cual habrá raspones, sombrerazos, patadas debajo de la mesa, quejumbres, acusaciones de fraude, engañifas, gritos victoriosos y todos prestos a ocupar sus lugares sacrosantos: ellos al poder y nosotros, los de a pie, a seguir trabajando como negritos sandía por el pan nuestro de cada día…
De los debates: ¿Cuál fue el mejor o cual el peor? Depende. Para muchos en México el ideal de un debate fue el de encontrar reunidos a los aspirantes a ser presidentes de México. Contrastar ideas. Conocer un poco más de sus proyectos de gobierno. Sus proyectos de nación. Sus propuestas para solucionar este o aquel problema, sobre todo el tema de la inseguridad y el de la corrupción e impunidad que en los tres encuentros subyacían a lo que se decía o intentaba decir…
Para un tipo de público en México esa era la expectativa. Para otro tipo de público elector los encuentros debieron ser más un encontronazo que un diálogo: más una confrontación que un desahogo ideal. Uno escribió en redes sociales: “No veo sangre, no tiene chiste”. Y esa era la expectativa. Así que probablemente predominó en los dos primeros el tema confrontación, aunque las dos opciones preferenciales terminaron a medias.
Para el tercer debate en Mérida, Yucatán el interés había disminuido pues las experiencias anteriores (CdMx y Tijuana) al final no llevaron a nada, o casi a nada. Pero ocurrió que apareció la filtración de un video en el que se presume que los hermanos Juan y Manuel Barreiro hicieron operaciones para hacer llegar dinero a la campaña de Ricardo Anaya del Por México al Frente.
Esto prendió la mecha que se convirtió en un verdadero Rosario de Amozoc. Anaya se defendió acusando una ‘Guerra sucia’ en su contra orquestada desde la presidencia de México y acusaba directo al presidente Enrique Peña Nieto.
Luego aparece José Antonio Meade (Todos por México) en defensa presidencial, utilizando un lenguaje novedoso –seguro aconsejado por Carlos Alazraki, es su estilo) para decir que Anaya es “un vulgar ladrón que desde el poder se robó dinero y lo cacharon. Por supuesto hay una exigencia para que se actúe, se clavó una lana, lo cacharon y tiene que pagar consecuencias”
Así que con esta expectativa el público quería ver acusaciones y reacciones a este tema. Conocido el fluido verbal incontenible de Anaya, la expectativa era fuerte. Pero no, no y no. Acaso hubo algunas propuestas que no pasaron, en ninguno de los casos, de generalidades…
Si hubo dos palabras que predominaron en ese ‘debate’ del martes pasado: “Corrupción” y “Cárcel”. Esto es: en general el tema que han tratado a lo largo de los meses los aspirantes presidenciales es el de la corrupción:
Para AMLO parar la corrupción –sobre todo de gobierno- es encontrar la solución a prácticamente todos los males nacionales. Para Anaya es tema relevante. Y hasta para el Bronco. Meade ha tocado el tema de lado, acaso porque proviene de un partido que está tiene señalamientos de haber generado un gobierno inconfesable…
Como quiera que sea, al final de cuentas nada dejan los debates. Acaso sí la lección de que no debe gastarse tanto dinero en millones de pesos para ejercicios inútiles, si son de esta manera. Ya veremos si se aprendió la lección…
Pero en esas estamos en si “Songo le dio a Borondongo…” cuando llega ya el Mundial de Fut Bol en Rusia. Por unos días, como la canción de Serrat, esto será una fiesta: “…el pobre y el gusano bailan y se dan la mano sin importarles la facha…” La guerra será entre quienes juran y perjuran que México ganará el Mundial o los que esperan ver cuánto tiempo dura en la gesta deportiva antes de regresar a México…
Para luego endosar los “¡Vivas!” y aplausos a rabiar a un equipo que de pronto se vuelva sucedáneo en vista de que no ganaremos, si recorremos los resultados históricos y los dimes y diretes que se traen aquí entre jugadores y directivos y entrenadores y aguadores…
[Pero, caray, finjamos que somos felices porque: ¡Seremos sede del mundial 2026 en división tripartita con Canadá y Estados Unidos de América! No al TLCAN, si al Mundial: negocios son negocios.]
En fin. El Mundial que se inauguró este jueves en Moscú es un distractor. Y una forma de descanso de este larguísimo periodo electoral de nueve meses. Por lo pronto a partir del jueves estaremos como autistas en nuestros aparatos electrónicos o televisión, viendo goles y gritando maldiciones o vivas, porque nos hace falta el desahogo, el grito ufano y el descanso. Ya llegará el 1 de julio y luego vendrán tiempos de reflexión de si lo hicimos bien o no, en lo electoral.
jhsantiago@prodigy.net.mx