Joel Hernández Santiago
Ya sabemos lo que pasó. Y sabemos, también, lo que no pasó. Desde octubre de 2017 por lo menos unos 2,800 menores de edad que llegaron a Estados Unidos de América, fueron separados de sus padres, aunque la mayor parte de estos casos, que son unos 1,995, ocurrieron entre el 19 de abril y el 31 de mayo pasado… Más los de junio…
El presidente Donald J. Trump dijo que en eso de “defender al pueblo de Estados Unidos del ‘contagio’ del sur” sería definitivo. Y subrayó su “Tolerancia Cero” a la migración –refiriéndose a la latinoamericana– lo que incluye a la mexicana, tan repudiada por el Ejecutivo estadounidense.
Y para fortalecer su política segregacionista de niños de sus padres, invocó “las leyes de Estados Unidos”, aunque nunca precisó a qué leyes se refería.
Acaso se refiera de forma sesgada a la ley firmada por el presidente demócrata William Clinton en 1997, por la que exigía que los menores no acompañados que llegaran al país, fueran entregados a sus padres, a un custodio legal o a un familiar adulto. Esto es: que llegaran No acompañados. En su mal intencionada interpretación Trump separa a niños que Si vienen acompañados por sus padres.
En todo caso, Trump utilizaba a los pequeños latinoamericanos para presionar a los congresistas demócratas para aprobar una ley migratoria más endurecida y para que le autorizaran el presupuesto para la construcción de su famoso muro a lo largo de la frontera con México. Visto esto –según él- como un asunto de “Seguridad nacional”.
Y agregaba que su gobierno no cometería “el gran error de toda Europa al permitir la entrada de millones de personas que han cambiado su cultura de forma tan fuerte y violenta”. Y a diario acusaba al Partido Demócrata de esta “dolorosa” separación de niños y padres.
Pero toda su saña le costó aun mayor deterioro de su imagen nacional e internacional y para sus aspiraciones electorales, en principio para las de su partido Republicano en los comicios del próximo noviembre y para él mismo que ya anuncia su voluntad de reelegirse para el siguiente periodo presidencial estadounidense.
A la vista de los niños enjaulados y en formales campos de concentración; al escuchar el llanto suplicante de los pequeños pidiendo ver a sus padres y a su familia, el mundo le recriminó la crueldad de su medida y a él mismo se le vio como a un Hitler estadounidense…
Esto hizo que “reculara” y aprobara el miércoles 20 al medio día un “Decreto” por el que “se pone fin a la separación de las familias de inmigrantes en la frontera” y con voz electrizante por su tono fingido agregó: “No me gustaba ver a las familias separadas… Creo que cualquiera con un corazón podría actuar de la misma manera” dijo de sí y de su decreto.
Pero el texto es muy ambiguo y no precisa cómo se hará la devolución de los pequeños a sus padres, cuándo, en qué forma… Lo que sí es cierto es que los niños fueron retirados del lugar en los que se les tenía recluidos en Austin, Texas…
Y peor: los presagios para estos pequeños no pueden ser más que terribles. Según informa la periodista Concepción Badillo-Debusmann: “A decir del alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, 239 niños que fueron separados de sus padres en la frontera con México, algunos de meses, otros enfermos, llegaron ya a Nueva York;…
“…En casos traídos en autobús a lo largo de 3,200 kilómetros de distancia, y están en la sucursal de Cayuga Center en East Harlem, una organización privada que tiene un contrato de $76 millones de dólares con el gobierno federal para hacerse cargo de menores inmigrantes antes de enviarlos a hogares provisionales. Otros fueron llevados a estados como Michigan, colindante con Canadá. La reunificación familiar parece más distante que nunca.”
Así que los segregados ahora son niños perdidos y nadie sabe cuál será su futuro, en principio queda claro que los daños sicológicos para cada uno de ellos son irreversibles. Así que el problema no ha terminado y, la tragedia apenas comienza para estos niños y sus padres…
A todo esto, el gobierno mexicano miró a otro lado. Acaso balbuceaban palabras melifluas y soterradamente quejumbrosas.
Luis Videgaray, Canciller mexicano, de forma tardía esbozó un “No nos corresponde a nosotros dilucidar cuál es el motivo de esta política. No obstante, es una política cruel e inhumana y hacemos un exhorto para que se detenga.” Y reflexionó en que ‘no todos los niños son mexicanos, sino en su mayoría centroamericanos’… O sea, según esto no es un problema mexicano.
El presidente Peña Nieto dijo que ‘desde el inicio de su gestión las instancias diplomáticas han defendido los intereses de mexicanos en el extranjero [y] condenó la situación de los niños que han sido separados de sus padres en Estados Unidos y detalló que ha pedido a la Cancillería que apoye a Guatemala, Honduras y El Salvador en materia consular de sus ciudadanos.’
Nada. Silencio cómplice del gobierno o mexicano. Lo dijo Octavio Paz, que en eso de la defensa de nosotros mexicanos, ‘estamos solos, terriblemente solos’ y esto, nunca tanto como ahora mismo.
jhsantiago@prodigy.net.mx