Decía don José López Portillo que “el poder es como el amor: no se comparte”. Aunque hoy todo indica que son varios los compartimientos…
Y sí, en efecto, política y amor son equiparables. Se parecen demasiado. Están llenas de promesas. De rupturas. Lunas de miel. Celos. Desencantos. No subiré los precios de los combustibles. Te voy a convertir en la reina de mi vida. Privilegiaré una estrategia de seguridad ciudadana. Te voy a llamar mañana, tarde y noche. El objetivo de mi gobierno será el que todos vivamos mejor. No es cierto, sólo te lo imaginas, estuve en la oficina hasta bien entrada la noche…
Fernando Savater escribió no ha mucho que “como la política, el amor es también ardiente y sucio pero imprescindible para el mantenimiento de la sociedad. El amor no es nada de lo que hay que ser: no es objetivo, ni desinteresado, ni equilibrado, ni renunciativo (en amor nadie dice “pase usted primero” salvo los gilipollas y Humphrey Bogart en Casablanca): exactamente igual que el afán político, que comparte esas características apasionadamente viciosas y también lo tempestuoso de sus consecuencias.”
Iniciamos los sexenios con una luna de miel tan efímera como la de aquél que se endeuda de por vida para pagar un crucero por el Caribe con la (todavía) amada. Rápido viene la decepción. No pocas veces mucho antes de los clásicos 100 días napoleónicos revividos por Franklin Delano Roosevelt.
Comienzan muy rápido los desencuentros. Justo al mismo tiempo de las promesas –“compromisos” les dicen ahora– rotas.
Como el amor, en efecto, la política es el arte de romper promesas. Cuando el poder se convierte en un fin en sí mismo, en la realización de los viejos sueños infantiles de omnipotencia, se desdibuja progresivamente su necesaria subordinación a una ética de la responsabilidad.
Día del amor. Día del poder. De la política, también.
No se comparten. Se ejercen. La mayoría de las veces para provecho propio.
BAJA CALIFORNIA, HOY
Ya se supo. Que Jorge Hank Rohn se puso pesado porque le quieren quitar a la mala a su “gallo” a la alcaldía de Tijuana, el doctor Jorge Astiazarán (uno de los 400 amigos de Jorgito), cuya candidatura ya había sido negociada en el CEN. Pero que Fernando Castro Trenti movió sus piezas para sacarlo de la jugada y poner a un incondicional suyo con el pretexto de que el doc es “un flan” para los panistas. Y Tijuana, además, es la pieza fundamental para ganar la gubernatura.
Así, en esa lista se apuntaron Mario Escobedo Carignan, quien maniobra desde el Consejo Coordinador Empresarial su promoción política. Escobedo es suegro del diputado federal Chris López, también made by Manlio y por tanto ficha de Castro Trenti.
También se mueve para Tijuana el dirigente estatal del PRI René Mendívil Acosta, personaje trabajador y disciplinado, quien obedece al interés de Castro Trenti. Si los dos citados se registran al publicarse la convocatoria tricolor, la “fiesta” se pondrá muy buena y la desestabilización en el PRI lo hará cera y pabilo para regocijo blanquiazul.
Los Valencia, Eligio Valencia Alonso y Eligio Valencia Roque, quien contendió por la senaduría en la elección de julio pasado, también están a la consideración del precandidato oficial del PRI a la gubernatura bajacaliforniana.
Frente a estos escenarios, en el CEN del PRI se prendieron las señales de alerta y es muy probable que se realicen algunas jugadas emergentes como renegociar de nuevo con Hank; darle la candidatura de Mexicali a Humberto Lepe Lepe, quien no iba para allá; repartirle el Congreso a los demás aspirantes, y al resto de suspirantes colocarlos en las delegaciones federales. Así, reinará de nuevo la unidad tricolor, aunque con pinzas.
Le seguiré informando.
Índice Flamígero: Decía la cantante Mona Bell que “la vida es una tómbola”. Tal sería el caso de Antonio Berumen Preciado, actual director de Administración del IMSS. Proviene de Agricultura, en donde fungía como Oficial Mayor, Y en las juntas de consejo de las paraestatales y sectorizadas y en los comités de adquisiciones en el sector central, recomendaba invariablemente que comprometieran a la entonces futura administración priísta con compras multianuales. Pero ahora que el primer concuño del país –otro servidor panista– lo invitó al añoso edificio del Paseo de la Reforma, se queja amargamente de que los antecesores le dejaron comprometida la caja. Vueltas que da la vida, pues.