Joel Hernández Santiago
El proceso electoral del 1 de julio ocurrió. No faltaron ni faltarán los sobresaltos, las inconformidades indignadas; las acusaciones de malos manejos electorales; los gritos eufóricos de triunfo; la judialización de los casos controversiales y ya comienza el dibujo de las nuevas posiciones políticas y burocráticas en la mayor parte de la República Mexicana.
Siguen los recorridos de agradecimiento de los candidatos; los banquetes; el besamanos exorbitante, la puesta en escena del ‘hijo del pueblo’ estarán a la vista, al portador y, por supuesto, comienzan las miradas súper aquilinas de poder: todo a partir de unas horas… Es así la naturaleza humana y la naturaleza política heredada de muchos años de complacencias musicales.
Si uno hace la suma de promesas que hicieron los candidatos ahora electos, y si se cumplen, estaremos en ‘el cielo prometido’ y no ‘el infierno de todos tan temido’. Viviremos en el mundo feliz y a un paso del paraíso de Milton.
Pero es el caso de que, en primer lugar, estos señores que ahora serán los que aparezcan en la información, en las entrevistas, en las crónicas, reportajes o perfiles, de los periódicos y medios nacionales y locales, comenzarán su tarea monumental el primero de diciembre próximo, así que no os hagáis muchas ilusiones por ahora…
Y, en segundo lugar, aunque sí, de forma archi secreta que todo mundo sabrá en secreto, comenzarán a ‘formar gobierno’, y en gran parte del país la lucha de miles, y las campañas que iniciarán esos miles, no serán por votos-sufragios-boletas tachadas;…
… Si serán –así como quien no quiere la cosa–, luchas de máscara contra cabellera para conseguir posiciones de gobierno y el desempolve de facturas otorgadas: “yo apoyé, yo merezco…”… “yo aporté, yo merezco”; yo te mando a mi familiar y tú me mandas al tuyo por aquello de cumplir con la ley”; el “mi amigo sabe qué hacer” o “échale un ojo al organigrama a ver por dónde”… Y así. Serán las frases sacrosantas de estos días y hasta diciembre próximo.
La movilidad burocrática será el pan nuestro de cada día; los burócratas de hoy, en su mayoría permanecerán en su lugar si tienen base o un sistema que impida su despido, pero muchos-cientos-miles quedarán a la deriva y pasarán a la sección de intercambio de posiciones o a formar parte del ejército nacional de desempleados o, para que no se enojen los funcionarios-políticos, quizá al de la ‘economía informal’, que es decir, el auto empleo, sin prestaciones sociales ni pago de impuestos…
Todo se moverá a lo largo los siguientes cinco meses. Como en olas. Como el juego de Juan Pirulero o el de ‘Las sillas’, a ver quién se queda sin lugar y quién reina por siempre y para siempre, aunque ese por siempre y para siempre dure tres-cuatro o seis años…
El resto de los habitantes del país estaremos expectantes por saber quién estará en cada puesto, pero sobre todo estaremos atentos a cómo habrán de cambiar las cosas y cuáles serán las primeras medidas que tomarán el Ejecutivo Nacional, los gobernadores electos, y cómo se integrarán las cámaras locales y el Congreso de la Unión…
Hace seis años, a unas cuantas horas de iniciado el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto se firmó el Pacto por México, entre el gobierno iniciado, el Partido Acción Nacional y el Partido de la Revolución Democrática. Y hubo conmoción y expectativas.
Esta vez habremos de ser testigos de un arranque espectacular: ¿cuál será? Eso es parte del misterio del poder; y es parte de la novedad institucional y el arranque de lo que podría ser el futuro de la Nación mexicana.
Los votantes-electores estarán exhaustos; cansados y sudorosos porque no es moco de pavo eso de aguantar más de nueve meses de campaña electoral, el día y los días de las elecciones y el recorrido triunfal para la construcción del gobierno-gobiernos que siguen. Y nuestras arcas nacionales se habrán vaciado en una cantidad enorme que es lo que nos costó esta feria y su jugada electoral.
Pero sobre todo, sigue el día siguiente; sigue comenzar de nuevo; sigue que todos juntos iniciemos el camino de los nuevos tiempos, y para avanzar, sin duda, se tiene que mirar para adelante, dejar atrás lo que ya fue, porque ya se ha dicho: no hay infierno, el infierno está en mirar hacia atrás.
Y lo que se ocupa, ya, es abrir cortinas, abrir ventanas, dejar entrar la luz y el aire fresco: barrer el patio, barrer la casa, trapear, acomodar la mesa, recibir a todos, sentarnos frente a una suculenta sopa caliente y un buen vaso de lo que sea, pero que ponga los cachetes colorados…
Eso es… Mirar para adelante, esa es la ruta… y exigir que se nos abra camino, para recorrerlo sin dificultades ni tropiezos: eso es: eso será.
jhsantiago@prodigy.net.mx