Por Billie Parker
Columna PALABRA DE MUJER
La jornada electoral del 1 de julio del 2018 también resultó histórica debido a la acción afirmativa de incrementar el número de mujeres postuladas a un cargo de elección popular, que logra por primera vez, un Congreso de la Unión paritario en México. Se pusieron a prueba las reformas legales a favor de la inserción de las mujeres mexicanas en espacios de representación político-electoral y salieron airosas.
La buena noticia es que las victorias electorales de las mujeres, a dispensa de profundizar sobre el tema, al obtener casi la paridad en la conformación del Congreso de la Unión, acaban con el mito de que ellas no eran competitivas frente los hombres ante el electorado.
La legislatura que tomará posesión será la que cuente con mayor número de mujeres en la historia del país. El avance de mujeres en las curules de mayoría relativa ha incrementado en más del triple y las de representación proporcional en más del doble.
El resultado electoral fue un mandato democrático imposible de eludir, el voto antisistema pone a los institutos políticos y a la cultura machista contra la pared. En el futuro los partidos se verán exigidos a atender la agenda de las mujeres si quieren acceder al poder. La conformación paritaria del congreso de la Unión en este 2018 muestra el empoderamiento. En cifras preliminares del INE, de las 500 curules, 49.2% (246) serían para mujeres y 50.8% (254) para hombres, lo que representa una diferencia de apenas 8 curules.
En las curules de representación proporcional, las mujeres podrían tener un mayor porcentaje de candidaturas electas, con 49.5%, que se traduce en una diferencia de apenas 2 curules. De los 300 distritos de mayoría relativa, las mujeres obtendrían el 49.0% de los mismos, que implica una diferencia de 6 curules respecto a los obtenidos por hombres.
Para el caso de las candidaturas electas por el principio de representación proporcional, las mujeres obtendrían el 49.5% de las curules, mientras los hombres el 50.5%, esto significa que apenas hay una diferencia de 2 curules entre uno y otro sexo.
En Candidaturas indígenas presentadas a los 13 distritos con 60% o más población indígena, las mujeres obtendrán 4 curules (30.8%), mientras que los hombres 9 (69.2%).
CAMARA DE DIPUTADOS. En la integración histórica de la cámara baja, desagregada por sexo, se puede ver un incremento de la participación de las féminas en 6 de las legislaturas. El 2003-2021contaban con el 23%; en 2006-2009 el 22.8%; en 2009-2012 el 28.4%, 2012-2015 con 37 %; 2015-2018 lograron, 42.6% para que en esta elección alcancen el 49 .2%.
El número de mujeres electas para la 64 Legislatura incrementará en 6.6 puntos porcentuales respecto de la integración de la última, lo que implica que las mujeres ocuparán 33 curules más. La brecha de género entre mujeres y hombres sería de apenas 1.6 puntos porcentuales, que se traduce en 8 curules.
SENADO. Las elecciones 2017- 2018 se caracterizan porque es la primera vez que la cámara alta se renueva con la vigencia del principio de paridad en la Constitución Política de México, incorporado para contar con mayor número de mujeres en el Senado de la República.
En cifras preliminares del INE el Senado se integraría por 65 mujeres y 63 hombres, que representan el 50.78% y 49.22% respectivamente, solo una diferencia de apenas 2 curules en favor de las mujeres. Ninguna entidad federativa contaría con las 3 curules ocupadas por personas del mismo sexo, de las 3, por lo menos 1 es ocupada por una mujer.
Recién las mujeres mexicanas cumplieron 63 años de ejercer el voto y un arduo camino para ser votadas. Se debe a que desde el congreso de la Unión hubo una recomendación a los partidos políticos para que registraran mujeres candidatas en 30 y hasta 50 por ciento. En 2012 el Poder Judicial obligó a postular fórmulas de mujeres a la Cámara de Diputados y al Senado en candidaturas de mayoría relativa y de representación proporcional cuando menos en un 40%.
En 2014 se reformó el Artículo 41 de la Constitución Política que establece el principio de paridad en las elecciones al Congreso de la Unión y a Congresos locales para fomentar la igualdad sustantiva y se extendió a las presidencias municipales, como en integración de planillas. A partir de las reformas político electoral aprobadas en el Congreso durante el 2017, los partidos políticos estuvieron obligados a respetar normas de paridad horizontal.
En la representación política de las mujeres en México todavía se requiere derrumbar los obstáculos político-institucionales que impiden acceder a la toma de decisiones. Por ejemplo el proceso electoral 2018 fue el segundo de los últimos cinco procesos en México, desde 1988, que no tuvo una mujer como opción para la Presidencia de la República.
Para no perder el impulso e incrementar la presencia de las mujeres en los órganos de decisión política, se requiere que las próximas legisladoras también formen parte de comisiones relevantes y que organismos autónomos, se conformen por igual número de mujeres y hombres. Para ello hay obligaciones que adquieren las mujeres empoderadas por el voto popular: 1-Sororidad para abrir espacios a otras 2- Su profesionalización legislativa y 3-La Independencia para ejercer la política.
Las reformas legales a favor de la paridad de género han sido una palanca decisiva para cambiar el escenario de la representación política pese a las resistencias a la aplicación de las normas pro-igualitarias. El activismo de las mujeres, la vigilancia de los institutos electorales y arbitrios de tribunales han forzado a cambios que hace pocos años parecían quiméricos. Las cifras comparadas de la representación política de las mujeres en este 2018, son elocuentes y representan un monumental avance civilizatorio en México.