Coincidentemente, los técnicos croata -Zlatko Dalic- y francés –Didier Deschamps- fueron volantes defensivos en sus épocas como futbolistas.
Con éxito muy distinto… A Deschamps siempre le importó poco o nada la estética. Fue mediocentro defensivo, hizo un máster en el calcio en sus años en la Juventus y fue la dovela táctica de la Francia campeona de Aimé Jacquet.
Deschamps –Bayona, Francia, octubre 15 de 1968- vivió años muy difíciles a finales de los años 70, cuando la banda terrorista ETA merodeaba en la localidad vascofrancesa. Antes de meterse a una cancha de futbol, Didier fue un destacado jugador en los deportes más populares en ese singular territorio: la pelota vasca y el rugby –jugó en el Aviron Bayonnais, que en el verano pasado descendió –a la segunda división francesa. Cuentan que en ambos deportes afloraron el inconformismo, la profesionalidad y sus ansias de victoria.
Después, todo fue futbol en su vida. Después de jugar en el club de Bayona como delantero y, cuando tenía 14 años, impresionado por sus cualidades como medio volante de brega, el Biarritz lo incorporó a sus filas. Al año siguiente integró el centro de la formación del FC Nantes, donde descubrió, sucesivamente, el puesto de líbero y el de centrocampista. Al cumplir 16 años debutó como profesional en la Ligue 1, y siete años después firmó con el Olympique de Marsella. Su primer año no satisfizo a Bernard Tapie y fue cedido una temporada al Burdeos. Regresó en 1991, lo designaron capitán; Olympique fue campeón francés en 1992 y 1993, año en el que conquistó su primera Champions League -1993: 1-0 al Milán-. El siguiente paso fue tomar Italia vistiendo la camiseta bianconera de la Juve de 1994 a 1999. En 1995 ganó la Serie A –torneo de liga-, la Copa Italia y la Supercopa de Italia; en 1996, la Copa Internacional, la Supercopa de Europa y su segunda Champions League; en 1997 la Serie A y la Supercopa de Europa; en 1998 la Serie A y, como seleccionado, la Copa del Mundo. Por último -2000- con el Chelsa ganó la FA Cup y, cuando firmó con el Valencia, en el club de Mestalla hubo una mezcla de asombro y escepticismo; el primero, porque era uno de los jugadores más laureados del mundo, y el segundo porque ya tenía 32 años y muchos pensaban que llegaba sólo para poner fin a su carrera. Como sucedió… El Valencia logró clasificarse por segundo año a la final de la Champions, aunque esta vez Deschamps vivió el juego desde la banca y vio cómo se esfumaba su tercer título europeo –Bayern ganó en serie de penales ya en la muerte súbita.
Pero, ya lo hemos dicho, el futbol lo ha sido todo en la vida. Así que de la cancha pasó inmediatamente a la dirección técnica. Su primer equipo fue el Mónaco -2001-2005-, con el que capturó la Copa de la Liga de Francia en 2003, pero cayó en la final de la Champions League -3-0 ante el Oporto de Coutinho-. Pasó inadvertido en la Juve -2006-2007-, equipo que descendió tras un escándalo por corrupción, pero llevó al cuadro transalpino a ser campeón de la Serie B y, en consecuencia, ganar el ascenso. Renunció para firmar con el Olympique -2009-2012-, en el que fue arrollador: en 2010 obtuvo el triplete –Ligue 1, Copa de la Liga de Francia y Supercopa de Francia-, en 2011 fueron suyas la Copa de la Liga y la Supercopa y, por último, en 2012, la Copa de la Liga… Y la selección nacional: tras vestir la camiseta bleu en 103 ocasiones, Didier se enfrascó como seleccionador francés, y su nueva aventura no fue magnífica en sus inicios: en el Mundial 2014 cayó ante Alemania en cuartos de final y, en la Europa 2016, jugada en Francia, perdió el juego por el título -1-0 ante Portugal.
Ahora va por la máxima corona balompédica con un historial de 11 partidos al frente de la selección en Copas del Mundo: ocho victorias, dos empates y una derrota; 20 tantos a favor y uno en contra. Una victoria lo convertiría en el tercer personaje que gana el mundial como técnico y como jugador; los otros dos son Mario Lobo Zagallo -Suecia 1958 y Chile 1962 en la cancha, México 1970 en el banquillo- y Franz Beckenbauer –Alemania 1974 e Italia 1990, respectivamente.
Yo tengo el mismo carácter que cuando jugaba. No voy a cambiar ahora a estas alturas. Sigo siendo el mismo y quiero ganar igual que cuando era jugador.
Didier Deschamps
Con un rosario en el bolsillo
Zlatko Dalic –Livno, República Socialista de Bornia-Herzegovina, ex República Federativa Socialista de Yugoslavia, octubre 26 de 1966- tiene la ciudadanía croata; casó con Davorka Propadalo y en Croania nacieron sus dos hijos –Toni y Bruno-. Por tales motivos suspira porque, en el futuro, puedan unirse a Croacia. “Somos demasiado pequeños para dividirnos y pelear tanto –dice-, pero estamos lidiando con la historia, en el pasado, sin mirar nunca hacia el futuro (…) Es necesario trabajar en la coexistencia, no para repetir el pasado de la guerra, sino para ayudarse y apoyarse mutuamente”. Y es un técnico de profundas creencias religiosas, como escribe Orfeo Suárez en El Mundo:
Es extraño ver a un entrenador con las manos en los bolsillos durante un partido. Zlatko Dalic, en cambio, suele mantener la derecha. La razón es que sujeta un rosario que prefiere no mostrar a la vista. «Siempre lo llevo en la mano y rezo antes de cada partido. Doy gracias a Dios porque me ha dado fuerza y fe», explica Dalic, que proviene de una familia muy religiosa. «Al lado de la casa de mis padres había un monasterio franciscano, en Gorica. Antes, en un tiempo diferente, era monaguillo, era feliz de ir a misa, mi madre me enseñó y me dirigió a la fe. Soy un creyente todo el tiempo, y así crío a mis hijos. Todos los domingos intento ir a la iglesia», añade. La fe es uno de los pilares sobre los que se sostiene este entrenador sin pasado, además de una excelente interpretación táctica de los partidos y buenas dosis de inteligencia emocional. La ductilidad, sin embargo, no va en detrimento de la autoridad, como demostró al expulsar a Kalinic, tras el partido ante Nigeria, por negarse a salir al campo en los últimos minutos.
Dalic nunca estuvo, ni como jugador ni como técnico, bajo las luces de los reflectores como lo estuvo Deschamps. Esto es un reflejo de lo que cobran uno y otro por dirigir a sus selecciones: 550 mil euros para Dalic –vigésimo segundo en el ranking de los entrenadores en el mundial-, 3.4 millones de euros para Deschamps.
De 1983 a 2000, jugó, como esforzado medio volante que no alcanzó la selección, en equipos modestos de Croacia, Montenegro y en el Velez Mostar, de Bosnia -1989-91-, donde le pilló la Guerra de los Balcanes y fue reclutado tres meses por el ejército croata para labores de logística. Fue liberado por un general croata que lo reintegró al histórico Hadjuk Split. En total, jugó 235 partidos y anotó 19 goles. Tampoco fue muy glamorosa su carrera como director técnico de clubes. De 2005 a 2017 manejó a ocho equipos de Croacia, Albania y Saudi Arabia. En 2009 ganó la Supercopa de Albania, dirigiendo al Dinamo Tirana. En Saudi Arabia tuvo cierto renombre: con Al-Halil conquistó la Copa Príncipe Saudi -2013-, con Al-Ain, la Copa Presidente UAE -2014- y, con Al-Ain, la liga y la copa del Golfo Árabe.
No quería estar en Croacia. Debía buscar un lugar en el que encontrara un puesto de trabajo. Los entrenadores croatas no éramos respetados en Europa, que solo se fija en los grandes nombres. Quise focalizarme en las categorías inferiores y un año después ya era el mejor entrenador de Asia. Fue una etapa dura, pero siempre he creído en mí mismo. Si se fijan en nuestras infraestructuras, en que somos un país de cuatro millones, esto es un milagro. Es el carácter nuestro, está en nuestro ADN el que seamos tan competitivos. Pero la clave es la unión. Otras veces hemos tenido grandes individualidades y no logramos nada.
Zlatko Dalic
Sin embargo, la Federación Croata de Futbol –FCF- lo incorporó como entrenador de los Sub-21, y su trabajo llamó la atención de Davor Suker, presidente de la FCF y también nacido en Livno. La peligrosa situación de Croacia en la eliminatoria mundialista provocó la destitución del técnico Ante Cadic, a dos días de jugar en Ucrania. El 7 de octubre de 2017, Suker, ex cañonero del Real Madrid y de la selección Croata, puso a Dalic al frente del equipo. Asumió el cargo entre el penúltimo y el último partido de la clasificación. “Después del partido de Ucrania, trabajé seis semanas sin contrato –dice-. No necesitaba un salario. No estaba para eso. Si clasificábamos para el Mundial, entonces hablaríamos”. Y ante Grecia y en la repesca, rescató la calificación. De ahí a la final, después de tres prórrogas y dos tandas de penaltis, con el rosario bien apretado
Junto a Uruguay somos el país más pequeño en disputar la final de un Mundial. Hemos escrito nuestros nombres en la historia en la que quizá sea la gesta deportiva más grande de nuestro deporte.
Zlatko Dalic
Ramón Márquez C.
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