* El reto de Rutilio Escandon
Emilio Trinidad Zaldivar
Alfredo del Mazo Maza aún no se reponía de la tremenda golpiza que le dieron Andrés Manuel López Obrador y Morena en el reciente proceso electoral, cuando el virtual presidente electo anunció que para tierras mexiquenses, enviaría como Coordinadora para el Desarrollo de la entidad a su peor enemiga, Delfina Gómez, quien para muchos debiera estar despachando en el palacio de gobierno de Toluca, porque consideran que el tercero en la dinastía compró la elección en un fraude descomunal.
La llegada de la profesora, que fuera diputada federal y alcaldesa de Texcoco, provocará una confrontación de incalculables efectos y resultados, porque será ella quien lleve los recursos federales a la entidad y por lo tanto, se convertirá de facto, un poder paralelo al del
gobernador, que se veía no sólo encabezando a los de Atlacomulco, sino también como heredero del PRI nacional, si cuajaba el triunfo de José Antonio Meade.
Hoy los mexiquenses están de luto, en la zozobra, en el desamparo; serán huérfanos de aplausos y reconocimientos, porque su voracidad fue incalculable, porque se sintieron dueños de México, porque el haber recuperado el poder en 2012, les pareció merecimiento propio de su clase, de su estirpe.
Se creyeron moldeados aparte y se repartieron cuanto pudieron. Los negocios iban y venían, las complicidades, la corrupción, la fiesta, el abuso, la diversión, el escándalo; el golf como terapia para los de la casta divina: Enrique Peña Nieto, Emilio Gamboa Patrón, Luis
Miranda Nava, Gerardo Ruiz Esparza, David López Gutiérrez -en sus tiempos de gloria y cuando era parte del círculo íntimo pero ganó la intriga-. Qué tiempos aquellos, en los que llenaban sus bolsillos de compensaciones o comisiones por dar a los empresarios consentidos como Juan Armando Hinojosa, grandes y jugosos negocios, obras
alzadas; viva el dispendio. Que tiempos, sí, tiempos de impunidad galopante. Ese es su legado. Esa será su cruz.
MEJORES DÍAS PARA CHIAPAS
Rutilio Cruz Escandon, doctor en derecho y gobernador electo del estado de Chiapas, encontrará una entidad sumida en la pobreza de la mayoría de sus regiones, donde el analfabetismo y las escasas vías de comunicación -producto del olvido de gobiernos locales y del centro del país-, no han permitido el crecimiento de sus comunidades. Tierra de contrastes, de muy ricos y de los más pobres; de generosa riqueza natural, de ríos y playas extraordinarias, Chiapas es un estado de oportunidades.
Sin embargo -para bien-, siempre cargará con el recuerdo del reto al Estado mexicano, a las fuerzas armadas, por un puñado de valientes indígenas que dijeron un “ya basta” a tanto oprobio, a tanto daño, a tanto olvido. Ellos pusieron el ejemplo para que México despertara;
para que México supiera que progreso y crecimiento eran negados para ellos.
Rutilio Escandon recibirá finanzas endebles y el reto de hacer productivo el campo. Su tarea será titánica. Es, como me dijo mi buen amigo Vicente Díaz de León, un hombre que se hizo en la brega, entre cultivos; que conoció en carne propia de injusticias y abusos del poderoso. Rutilio salió muy joven de su tierra rumbo a Baja California, para forjar una carrera y buscar nuevos horizontes, que le permitieran mejorar su precaria condición económica y ayudar a su familia a salir de la marginación.
Ha dicho, como lo anunció López Obrador, que en Chiapas se acabará con los privilegios de unos cuantos, para dar paso a la equidad y justicia social. Tendrá que hacerlo. Su futuro es promisorio pero habrá de probar con hechos sus palabras, sus compromisos.
Chiapas ha recibido sexenio tras sexenio uno de los mayores presupuestos por parte de la federación, pero en sus ciudades y comunidades, lo único que se encuentra es olvido. Esperemos cambie para siempre la mala suerte de esa hospitalaria entidad. La historia lo juzgará.
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