Luis Alberto García / Moscú
*Francia, Bulgaria y Suecia dejaron fuera de Rusia a la Oranje.
*El estilo incomparable de Rinus Michaels de 1974 se murió.
*Alemania, Argentina y Sudáfrica, tres derrotas inolvidables.
*Tratándose de patrocinios y dinero, hay seguridad hasta 2026.
“Nadie es invencible en un Campeonato Mundial”, dijo el gran Rinus Michaels, creador del futbol total que deslumbró al mundo a partir de 1974, cuando la selección nacional de Holanda, la “Oranje”, el fenomenal conjunto que dirigió antes y durante el X Campeonato Mundial de Futbol, cayó (2-1) sorpresivamente ante un equipo de Alemania que también deslumbraba por la fortaleza, consistencia y reciedumbre de cada una de sus líneas.
Esa frase, de solamente siete palabras, seguramente la recordaron Ernst Happel, el director técnico que, el 25 de junio de 1978, perdió (3-1) la final de Argentina; y Bert von Marwijk, el estratega derrotado (1-0) en Sudáfrica el 11 de julio de 2010, cuando los holandeses, sin poder creerlo, hilvanaban un tercer y poco aceptable subcampeonato.
Otro detalle a consignar es que, casi aislados, hasta antes de 1974, apenas mostraban un leve asomo de existencia ante un futbol europeo que evolucionaba incesantemente, con el Ajax y PSV Eindovhen como ilustres ignorados, apenas conocidos en el deporte continental.
Lo que difícilmente admiten los ciudadanos del reino de los Países Bajos, es que, perder tres finales en tres Copas del Mundo, resulta inconcebible; es decir, tener que digerir tanta amargura, tristeza, desilusión y desconfianza.
Esas calamidades no eran posibles, cuando tuvieron a mano la gracia, el poder y la gloria para alzarse como monarcas, dos veces en el último cuarto del siglo pasado, y otra en el décimo año de la centuria que corre.
Michaels tuvo un grupo de grandes gladiadores: Jongbloed, Haan, Hanegen, Jansen, Krol, Neskens, Cruiff, Resembrink,van der Kerkhof, Rep, Rijsbergen y Suurbier, orgullo de la dinastía de Oranje -la casa real que reina en Holanda desde el siglo XVI-, de nobles y plebeyos.
Todos los habitantes de esa nación de fantasía, de ciudades como Amsterdam, la capital de las farolas rojas de la Warmoorstraat y del Groene Oliphant, fantástica casa nocturna para adolescentes y adultos, se sintieron reyes con un equipo nacional que, tantos años después, se ha extrañado en la Copa FIFA / Rusia 2018.
El segundo trofeo lo perdieron casi los mismos en 1978, salvo cuatro debutantes en la alineación contra Argentina: Portvliet, Nanninga, Brandt y el otro gemelo Van der Kerkhof en 1978, hasta que llegó la Copa del Mundo de Sudáfrica, con el tercer y último gran traspiés.
Los responsables de perder la monarquía mundial absoluta fueron: Stekelenburg, Van der Viel, Mathijsen, Van Bronckhorst, Van Bommel, Kuit, De Jong, Van der Vart, Van Persie, Sneijder y Robben.
A esa triste caída, súmese el tercer lugar de Brasil 2014, un espejismo que no hizo más que retardar el infeliz destino que tendría la antes afamada “Naranja Mecánica”, luego de no renovar su plantel y ser incapaz de producir nuevos talentos, sin que la experiencia de Louis van Gaal lograra ni siquiera diferir lo inevitable, como se demostró en la Eurocopa de 2016, a la que Holanda ni siquiera clasificó.
La ausencia en 2018 es tan notable como la de Italia, eliminada en noviembre de 2017 por Suecia, que ocupó su lugar en el Grupo H, compuesto además por Alemania, México y Corea del Sur, aunque también se añora a Chile y Estados Unidos, retirados del escenario mundialista por desajustes similares a los padecidos por los holandeses, cuyo declive definitivo empezó en la Eurocopa, dos años antes.
La decadencia obedece, entre otros factores, a que se volvieron demasiado dependientes de la estrategia clásica del futbol total inventado en 1974 por Michaels, a la creencia nostálgica de la grandeza y superioridad que no les permitió ver hacia delante y, reconocidamente, a la falta de visión para no detener a promesas tales como Ziyech, Tannane y Rabat.
Debido a su doble nacionalidad, el excelente y juvenil trío de futbolistas prefirió jugar con Marruecos, selección que si clasificó al evento de Rusia, primera decepción seria al no poder mostrarse ante su leal y colorida afición como lo que había sido, lidiando con los inevitables retiros de Dirk Kuit y Nigel de Jong, antes imprescindibles.
Desde 1990, la Oranje ha tenidos catorce entrenadores, en su mayoría destituidos drástica y autoritariamente, hasta así llegar al proceso hacia la XXI Copa del Mundo de Rusia, sin figuras consagradas que, quedó a la vista, llevó a resultados funestos que sellaron su destino, al perder la calificación ante Francia, Bulgaria y Suecia.
El subcampeonato de 2010 y el tercer lugar de 2014 –perdió (4-2) el acceso a la final en penales contra Argentina-, fueron tirados a las cañerías por un equipo que se creyó eterno, sin que la actual generación inspire confianza, ni con una figura como Ronald Koeman al mando.
Sin embargo, los directivos de Holanda parecen no preocuparse, pues en la parte financiera la selección tres veces vicemonarca del mundo no sufre mayormente, pues no hay pérdida de contratos comerciales, que es lo importante ante un panorama globalizado, que favorece las ganancias, por encima de los valores nacionales y la gloria patriótica, una materia residual.
Primero están los dineros, aunque la gloria haya quedado atrás: Nike extendió el contrato de patrocinios hasta 2026, cuando se espera que Holanda califique para la Copa Fifa / México- Estados Unidos-Canadá, que dará cabida a 48 selecciones nacionales que rivalizarán en 80 partidos en sedes distribuidas en los tres países.
Además, hay apoyo del banco ING para Qatar en 2022, y la renovación en áreas de negocios y tecnología por cuenta de ocho firmas que han patrocinado a un cuadro que, a naranjazos, salió de la élite futbolística, para contemplar de lejos lo que pudo haber disfrutado plenamente, porque su pasado así lo pronosticaba; pero –como dijo Rinus Michaels- nadie es invencible antes, durante y después de las Copas del Mundo.
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