Luis Alberto García / Moscú
*Se imprimieron para el Campeonato Mundial de México 70.
*Como el futbol moderno, la versión inicial la inventó un inglés.
*Primera colección, las Tarjetas Baines, data de 1887.
*Altas o bajas ventas, restan o suben la moral y el ánimo deportivos.
El delirio de los coleccionistas -especialmente los niños- de estampas, cromos o “lates”, como llaman en México, España, Argentina y en muchos otros países a las imágenes impresas de los 636 jugadores que han participado en la Copa FIFA / Rusia 2018, configuran un movimiento global, de acuerdo a especialistas que analizan ese tema como un fenómenos de masas.
“Las primeras estampitas de jugadores de futbol aparecieron en 1887 bajo el nombre de Tarjetas Baines -impresas por John Baines, empresario del condado de Bradford, Inglaterra-, que tenían en el reverso propaganda de jabones”, señala el escritor mexicano Mauricio Mejía Madrid al referirse al inicio de esa modalidad coleccionable que hace furor cada cuatro años.
Ocurre en muchísimos países y, al proseguir con más referencias históricas en su texto “Estampitas” -Proceso, México, 3 de junio de 2018-, Mejía se remonta a 1920, año en que Baines vendió el negocio, que llegó a repartir veinte millones de tarjetas en paquetes de seis, además de llevar a cabo concursos de preguntas sobre futbol, con jugadores y recuerdos de partidos incluidos.
Si el futbol es cultura, esas figuras son una forma de demostrarlo, y la algarabía que provocan las imágenes es tal, por ejemplo, en Argentina, que hay generaciones que juntaron las de Mario Kempes en 1978 y también de Diego Maradona en 1986, convertido en diosecito de un grupo alucinado de fanáticos, incorporándolo a su santoral.
Y a propósito, el tal “Pelusa” Maradona -el 14 de mayo, día inaugural de Rusia 2018- hizo gala de su patanería platense al asegurar que “México no merece organizar otro Mundial”, ante la elección de la nación azteca, Estados Unidos y Canadá como sedes mundialistas de 2026, olvidando que en México hizo un gol de cuestionable legalidad -“con la mano de Dios”- a Inglaterra.
Sin embargo, el mejor gol en Mundiales desde 1930, ha sido del mexicano Manuel Negrete en contra de Bulgaria en el mismo 1986 -quien exigió una disculpa pública a Maradona-, que también figuró en la colección de “Panini” de ese año, igual que Leonel Messi en los de 2006, 2010, 2014 y 2018.
En su fiebre futbolera, los argentinos montaron una exposición en la Casa Rosada de Buenos Aires, que muestra la historia de las imágenes coleccionables de los Campeonatos Mundiales de Futbol, sobre panales blancos que reúnen a Jorge Valdano, Claudio Caniggia, Román Riquelme, Jorge Burruchaga y otras 600 estampas con sus respectivos álbumes.
La muestra bonaerense se llama “late”, apócope de “la-tengo”, frase que los niños dicen al ver repetidas las figuritas que ya son de su propiedad, como lo hacen desde 1962, cuando se editó “Ídolos del Deporte”, que reunía a los futbolistas participantes en la Copa del Mundo de Chile.
El “Late” no solamente apunta a la nostalgia, sino que responde al furor que cada año despierta el lanzamiento del álbum del torneo mundialista, inventado en la versión “Panini” de 300 imágenes, con motivo del IX Copa Jules Rimet de México 70, como acontece desde entonces hasta la Copa FIFA / Rusia 2018, al propiciar que cientos de niños se reúnan al salir de clases para intercambiar sus estampas.
Desde la visión mercantilista que sin recato se ha adueñado de todos los deportes profesionales, el futbol tampoco escapa a los negocios y, por ejemplo, una estampa de Maradona en España 82 se vende en eBay en 135 dólares, precio que da cuenta del valor que éstas tienen para coleccionistas y nostálgicos.
El más caro ha sido el primer álbum “Panini” de México 70, con la firma de Edson Arantes do Nascimento “Pelé”, vendido por internet en 12 mil dólares, recuerda Juan Pedro Martínez, representante de la firma en España, señalando de paso que fue en Alemania 74 cuando obtuvo reconocimiento oficial por parte de la FIFA.
“Es la colección de colecciones, con presencia en 120 países, sobresaliendo los europeos y latinoamericanos, con ventas en Brasil y Alemania que son una verdadera locura, además de México, Bélgica, Portugal y Suiza, con demanda permanentemente aceptable”, asegura el ejecutivo madrileño.
¿Qué se requiere para haberse convertido en fenómeno de masas?, se preguntan los académicos sobre el tema: primero, que un equipo se coloque entre los 32 finalistas, y en particular llaman la atención de Panamá e Islandia, que asisten por primera vez a una Copa del Mundo, mientras que, por el contrario, en Italia bajaron notablemente las ventas por la eliminación de La Nazionale, cuatro veces monarca, la última en Alemania 2006.
El hecho de asistir o no a una justa que mueve al planeta durante un mes, sin duda, afecta no solo económica, sino anímicamente a los aficionados de un país, como ocurrió en 2014, cuando un despreciado cuarto lugar deprimió a los brasileños y promovió el poderío alemán, con un gol de Mario Goetze, quien, al minuto 113 del alargue, acabó con Argentina en la gran final.
Ese resultado propició que bajara la compra e intercambio de estampitas de Neymar, Marcelo y otros ídolos de la “verde amarela”: grave e inconveniente fue un 7-1 ante los germanos que los derrotaron, cerrándoles el camino al hexacampeonato; pero cuatro años más tarde, para Alemania hubo una cifra históricamente adversa, al perder (1-0) ante México el 17 de junio de 2018, cayendo sus bonos en el esquema “Panini”.
Otro factor que influye en las ventas y en el ánimo son los marcadores, a favor o en contra, que se vayan dando a lo largo del evento, dice Francisco López, director de la página digital cromosrepes.com, exclusivamente para intercambio de estampas coleccionables, abierta en 2009, con una facturación que representa altas cifras, como en Inglaterra, que alcanzó los 65 millones de dólares en 2017.
No hay imágenes que salgan menos que otras, como sugieren los consumidores, quienes no son necesariamente menores de edad, sino adultos que imitan a los coleccionistas de timbres postales, las estampillas de correos mundialistas que existen desde fines del siglo XX, al iniciarse los Juegos Olímpicos en 1896, impresos en su modalidad balompédica en 1930, al ponerse en marcha el primer torneo por la Copa Jules Rimet de Uruguay en 1930.
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