Olvídese de los rusos. También de Cambridge Analytica y su negra sociedad con Facebook. Llevar a cabo un fraude electoral en México es de lo más sencillo. Y, aunque cada vez están más baratos, no hay que pagar en dólares… ni en rublos.
Y es que en un mundo donde la especialización es cada vez más relevante, ya tiene rato varias empresas que con ahínco –y a cambio de muchísimos millones de pesos– llevan a cabo estas sucias tareas.
Basta con llamar por teléfono, hacer una cita con su agente de ventas y, ¡listo!, todo lo que usted tiene qué hacer es esperar el resultado que favorezca a sus intereses.
Aunque no siempre sucede así.
Hablemos hoy de Grupo Proisi, SA de CV que se anuncia como experta en la operación del PREP.
Lo que no exhibe es su vasta experiencia en servicios integrales electorales, mismos que consisten en la entrega al cliente de boletas electorales, lápices, tintas indelebles, actas y hasta urnas idénticas a las instaladas por los organismos electorales de la entidad que se trate.
Falsificar boletas y actas entregadas a los comités distritales electorales en urnas análogas a las “de a deveras” y, al mismo tiempo, manejar el Programa de Resultados Electorales Preliminares equivale a coser y cantar.
Pero le decía, no siempre sucede así.
Hay sospechas bien fundadas de que a estas empresas no les habría alcanzado para rebasar a Morena en Veracruz… por lo que sería más que explicable el berrinche de Miguel Ángel Yunes Linares, quien no daba crédito a los resultados de la elección… pese a lo invertido –en realidad, dilapidado– en ella…
… y que, en cambio, en Puebla sí habrían conseguido el objetivo para el que habrían sido contratadas.
Nada más que en la tierra del neo cacique Rafael Moreno Valle habrían dejado las huellas dactilares pintadas en el mismo PREP, donde toooooda la votación favoreció a los candidatos de Morena, pero no así en el caso de la elección de gobernador donde el Frente encabezado por el PAN se llevó “el triunfo”.
¿Son tan democráticamente avanzados los poblanos que dividieron su voto? ¿Van a pagarles a las empresas lo convenido o éstas harán un descuento al no haber conseguido aquello para lo que fueron contratadas… con recursos de nosotros los contribuyentes?
Dulce fraude electoral en 1988
Tras el anuncio del nombramiento de Manuel Bartlett como próximo director general de la CFE se desató, otra vez, la polémica en torno al fraude electoral que convirtió a Carlos Salinas de Gortari en un presidente ilegítimo.
Porque de que hubo fraude, lo hubo. Y por eso las boletas electorales terminaron incineradas luego de que el fuego acabara con ellas –incendio a todas luces provocado– en el recinto de San Lázaro.
Pero, antes de quemarlas, las endulzaron. Meses antes, un nutrido grupo de jóvenes llegó al recinto cameral bien aprovisionado de cajas y cajas de ¡Miel Karo! –producida con maíz– y se dedicaron a vaciar sobre las boletas buena cantidad del pegajoso líquido. El objetivo, claro, era que los papeles se pegaran y que, en el remoto e improbable caso de que se ordenara un nuevo conteo, éste no pudiera realizarse.
Y ¿sabe usted quién era uno de esos jóvenes con miel en mano?
Pues el mismísimo José Antonio González Anaya, actual secretario de Hacienda, ex del IMSS y todavía concuño de El Innombrable.
Mondragón y Kalb, otro fraude
Cuando el híper auto publicitado Manuel Mondragón y Kalb llegó en 2012 como encargado del despacho de la Secretaría de Seguridad Pública –en tanto se modificaba la ley para que las funciones de esa dependencia pasaran a manos del fracasado Miguel Ángel Osorio Chong–, almas caritativas se apiadaron del masajista, médico, general y almirante y, conscientes de las muchas limitaciones del ahora asesor de AMLO, le recomendaron como segundo de a bordo al experto Eduardo Guerrero.
Guerrero, experto en temas de seguridad, transparencia y acceso a la información, y profesionalización del servicio público, realizó estudios en Administración Pública y en Ciencia Política a nivel licenciatura, maestría y doctorado en universidades de excelencia de México y Estados Unidos, como El Colegio de México, la Universidad de Delaware y la Universidad de Chicago.
En El Colegio de México, donde obtuvo la licenciatura en Administración Pública, Eduardo realizó estudios sobre el sistema político y el gobierno mexicanos. En la Universidad de Delaware, Eduardo se graduó como maestro en Ciencia Política y se especializó en temas de transición democrática y educación política.
Durante sus estudios de maestría y doctorado en Ciencia Política en la Universidad de Chicago, Eduardo recibió el Premio Joseph Cropsey, que otorga el Departamento de Ciencia Política de esa Universidad a la mejor tesis de maestría en teoría política. En Chicago, Guerrero se especializó en el estudio de los gabinetes presidenciales y las bases de la estabilidad política en democracias emergentes, desde una perspectiva comparada.
Actualmente, Eduardo Guerrero trabaja en una investigación doctoral sobre crimen organizado y violencia en México. Como ensayista y analista, sus trabajos han merecido los siguientes premios: Premio Carlos Pereyra (Fundación Nexos), Premio Nacional de Ensayo (Instituto Federal Electoral), y Premio Fiscalización Superior y Rendición de Cuentas (Auditoría Superior de la Federación de la Cámara de Diputados).
¿Y sabe usted que le pidió Mondragón que hiciera?
Unas tarjetitas para que lo mantuviera informado de los libros que se hubiesen publicado recientemente.
Claro. A diferencia de Mondragón, Guerrero no es almirante, ni general, ni médico ni mucho menos… ¡masajista!
Otro fraude. ¿A poco no?