Francisco Gómez Maza
• El Obispo franciscano que habla con el diablo
• Ante el fracaso de la violencia institucional, diálogo
Ya en un espacio anterior me había referido a la pacificación, ahora abanderada por el Nuevo Gobierno que arrancará el próximo primero de diciembre.
Realizaron los encargados del tema, del equipo de Andrés Manuel López Obrador, el presidente electo, su primer foro de paz, en momentos en que la violencia arreciaba cual tormenta arrasadora, en Ciudad Juárez, una de las ciudades más agredidas por lo que llaman delincuencia organizada.
Ciudad Juárez, aquel famoso Paso del Norte, se hizo famosa en el mundo por el asesinato de jovencitas trabajadoras de las plantas maquiladoras, tanto que le valió una película protagonizada por Jennifer López, titulada Las Muertas de Juárez, en la que se deja ver que muchos responsables de tales feminicidios eran “gentes de bien”, del grupo de capitalistas que controla la economía de la zona. Y que nunca fueron castigados, ni lo serán por razones de harto dinero.
Entonces yo les contaba que la única vía para parar la violencia y toda la cauda de gravísimos delitos que arrastra, era el diálogo. Y por qué no. Con los perversos protagonistas del crimen. Dialogar no es pactar con criminales. Y el obispo Salvador Rangel, obispo de Chilpancingo-Chilapa, en Guerrero, uno de los estados mexicanos más asolados por las bandas criminales, me da la razón.
El prelado acaba de afirmar, por enésima vez, que el diálogo con grupos del crimen organizado es un tema que debe ser abordado en los foros de pacificación, con el objetivo de encontrar herramientas que contribuyan a la disminución de la violencia. No se trata de transigir. El obispo tiene experiencia. El habla hasta con el diablo con tal de parar tanta criminalidad, tanto dolor, tanta muerte, tanto llanto, Y lo curioso es que los padrinos le hacen caso.
Esta confrontación tiene tintes de guerra, de medición de fuerzas, y las bandas criminales, integradas muchas por soldados de élite del Ejército mexicano tránsfugas, han demostrado ser más poderosas que el ejército regular. Bueno. Ni la Defensa, ni la Marina, ni la Policía Federal, ni la Gendarmería, ni la DEA y, mucho menos, las corporaciones policiacas estatales han podido con los verdaderos “ejército”, muy bien armados, con armas más potentes, de los cárteles que se han adueñado de México.
Y qué buscan los soldados del crimen: que no sean molestados en sus actividades de producción y distribución de drogas, sobre todo de exportación hacia los ávidos mercados estadounidenses, tanto que es el gobierno de los Estados Unidos el que debía encontrar el modo de debilitar la demanda con serios y efectivos programas de salud, para que las corporaciones mexicanas no tuvieran incentivos para internar sus cargamentos de estupefacientes al mercado estadounidense.
En esa tesitura, tiene toda la razón el obispo Rangel, quien ha logrado grandes avances de pacificación en su diócesis., porque, advierte, al escuchar a todos se “desanima” una bomba de tiempo y ello favorece a la construcción de la paz.
Y atacar de inmediato, con todos los recursos disponibles, los temas de la verdadera educación, de la eficiente creación de oportunidades de estudio, de creación de fuentes de trabajo, para que los jóvenes de la pobreza puedan compartir su vida productiva con el estudio, pues ante la falta de oportunidades para estudiar y trabajar, los jóvenes se ven orillados a involucrarse en grupos delictivos, pero se debe a que no encontraron otras alternativas de vida. Dar, entonces, pero ya, opciones de desarrollo a los jóvenes para evitar su incursión en actividades criminales.
De acuerdo con el obispo, a estos campesinos que siembran amapola no se les puede condenar, si es la única manera que tienen de sobrevivir. ¿Por qué criminalizarlos? Tienen derecho a una amnistía. Los campesinos, indígenas que son obligados a sembrar amapola o marihuana, también tienen derecho a una amnistía… Pero no tengan miedo, cuando el obispo sugiere dialogar con los capos. Sólo así se amainará la violencia.
Pero tampoco, querido Andrés, querido Alfonso, podemos medir los resultados antes de comenzar, mucho antes de comenzar. Por el momento, mientras la bolsa de valores y el mercado cambiario entraron en santa paz con el triunfo de Andrés Manuel, los criminales se asustaron y se disparó la violencia y la muerte. En ocasión del foro de pacificación, en Ciudad Juárez, hubo una matazón. Como para darle la bienvenida.
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