Por Aurelio Contreras Moreno
Como si no hubiera pasado nada en los últimos cinco años y medio, este lunes reapareció públicamente la ex lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Elba Esther Gordillo Morales.
Y pareciera que no hubiese sucedido nada porque la maestra volvió a la palestra pública tan desafiante y en buena forma como en sus tiempos de mayor poder. Como si no hubiera estado recluida primero en una cárcel y luego en uno de sus lujosos departamentos de la Ciudad de México durante todo el sexenio que, literalmente, agoniza.
Apenas regresó al ojo público y de inmediato, como es su estilo, sacó el “hacha de guerra”: “lamento que quienes debían defendernos no lo hicieron y nos traicionaron”, dijo Gordillo en un salón en el que sus incondicionales le dieron la “bienvenida” a la que, sin temor a equivocarnos, ha sido una de las mujeres más poderosas de la historia de México.
Esa frase encierra en sí misma la que quizás haya sido su principal motivación durante los años de encierro: la de tomar revancha de quienes a pesar de deberle todo, le dieron la espalda y la negaron todas las veces que pudieron, creyendo que estaba acabada.
Pero Gordillo Morales está lejos del retiro. Su reaparición pública y los términos en los que se dio la misma son signo de que buscará recuperar el control del SNTE y cobrar todas las deudas pendientes.
En primera línea de los blancos de la maestra Elba Esther se encuentra Juan Díaz de la Torre, quien tras la detención de Gordillo fue entronizado por el régimen de Enrique Peña Nieto como “líder” del SNTE, aunque no fue más que un títere colocado en ese espacio para avalar la llamada “reforma educativa”, que por lo visto vive sus últimos días.
El otro depositario del encono de la maestra es sin duda Luis Castro Obregón, quien sirvió como esquirol de Peña Nieto para arrebatarle a Gordillo el control de Nueva Alianza y que aprovechó ese espacio para negociar alianzas políticas sin ton ni son durante todo el sexenio, cuya única lógica era la del dinero, que recibió a manos llenas.
Pero Castro Obregón fue todavía más allá. Al caer en prisión Gordillo Morales, en su calidad de dirigente nacional de Nueva Alianza maltrató a una de sus hijas, Mónica Arriola Gordillo, haciéndola a un lado del liderazgo de la bancada de ese partido en el Senado. La senadora moriría meses después. Seguro que eso no lo olvida Elba Esther.
Presa por oponerse públicamente a la reforma laboral en el sector educativo que impulsó desde el arranque de su sexenio Enrique Peña Nieto, tras su total exoneración de los cargos que el gobierno le imputó Elba Esther Gordillo busca también la reivindicación política y pública que le permita recuperar sus cotos de enorme poder. Por ello la versión de que su inmensa y grosera riqueza –que incluye obras de arte, bienes muebles e inmuebles y millonarias cuentas de banco- es producto de una “herencia” de su madre, una maestra rural igual que ella.
Con el régimen de Peña Nieto en completa decadencia, nada parece interponerse para que Elba Esther Gordillo regrese por sus fueros y recupere el poder en el sindicato más grande de América Latina. Por lo pronto, el presidente electo Andrés Manuel López Obrador declaró este mismo lunes que no intervendrá en los asuntos internos de los sindicatos, que respetará el “derecho de participación” de la maestra y que cancelará la reforma educativa, en lo que también coincide plenamente con Elba Esther Gordillo.
Al buen entendedor…
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