Luis Alberto García / Moscú
El astro francés de Bondy y la leyenda del gran brasileño.
No le gusta que le recuerden ni lo juzquen por sus 19 años.
*Didier Deschamps admite que le falta experiencia y la sobra talento.
*Pudo ganar el “Balón de Oro”, que fue para el croata Luka Modric.
Con solamente 17 años, a tres meses de cumplir 18, para llegar a ser uno de los integrantes de la selección brasileña que acudió a la Copa Jules Rimet de 1958 en Suecia, Edson Arantes do Nascimento, “Pelé”, debió pasar un previo y exigente filtro, cuando Vicente Feola, su director técnico, elaboró primero una lista de 220 jugadores que fue reducida a 33, y finalmente a 22.
“La mayor parte de ellos estaban en las mismas condiciones para la práctica del futbol. Luego, comencé a eliminarlos. Las causas no fueron técnicas, sino físicas o de conducta. Se quedaron en Brasil los reacios a la disciplina, los violentos y los que se creían prima donnas”, contó años más tarde el ya fallecido “Gordo” Feola.
En las decisiones del entrenador brasileño influyó el informe de Joao Carvalhaes, salvo en los casos de Manuel dos Santos “Garrincha” y de “Pelé”, y si en el veredicto del primero, el psicólogo y sociólogo se refería a una “inteligencia por debajo de la media”, en el de “Pelé” afirmaba categórico:
“A sus 17 años presenta un evidente perfil infantil. Le falta el espíritu necesario para luchar. Es demasiado joven para aguantar golpes o agresiones y responder a ellos de forma adecuada. No tiene el sentido de la responsabilidad necesario ni espíritu de equipo. No es aconsejable su convocatoria”.
El intento de “Pelé” de abandonar la concentración previa al viaje a Suecia por no soportar el dolor en una de sus rodillas, golpeada con violencia por un defensor del Corinthians de Sao Paulo durante un partido amistoso, provocó que Carvalhaes volviera a insistir en sacarlo de la selección.
“Es un niño, no para de llorar, no podemos llevarlo al campeonato del mundo”; pero Feola, desautorizó al especialista y, con su empeño en mantener a “Pelé”, el técnico brasileño evitó que se truncara la hasta ahora irrupción individual más impactante de un futbolista en un Campeonato Mundial.
Salvando las distancias, a sus 19 años –nació en el barrio de Bondy, en la banlieu, uno de los suburbios marginales de París, el 20 de diciembre de 1998-, Kylian Mbappé rememoró en los octavos de final contra Argentina (4-3) el espectacular brote de aquel menudo brasileño del Santos que, en Suecia, se extrañaba de que en las otras selecciones no hubiera futbolistas de origen africano.
Desde su exhibición ante la mirada perdida de Lionel Messi, Mbappé firmó ante Croacia una actuación estupenda, y contra Uruguay, al moreno francés se le recordó más por su espectáculo circense a lo Neymar con un taconazo incluido ante el “Cebolla” Cristian Rodríguez, que por haber mostrado su zancada elegante y demoledora.
Contra Bélgica, Mbappé tuvo detalles como un pase a Olivier Giroud dentro del área haciendo una jugada grandiosa, con una actuación intermitente; pero la final del 15 de julio ante Croacia representaba para el chico una ocasión para seguir las huellas de “Pelé”.
Una actuación determinante pudo darle el “Balón de Oro” ese domingo de gloria, saltándose de un plumazo a Messi, Cristiano, Neymar e incluso a Griezmann y a Luka Modric, que se habían postulado como los mejores, con la decisión última sobre el croata que lo ganó legítimamente.
La final para Mbappé se presentó en medio de la preocupación del equipo por cómo había podido digerir los dos goles que le marcó a Argentina y su posterior ascenso, asunto que llenó la concentración y las tertulias mediáticas en Francia, de comentarios protectores que recomendaban la paciencia que requiere su juventud.
Contra esto Mbappé se sublevó, pues a Kylian Mbappé no le gusta que le recuerden su edad, y para mortificarlo le dicen que tiene 15 años, refirió el defensa del Barcelona, Samuel Umtiti: “Él es un tipo simpático, maduro, podemos hablar de todo con él, pues tiene la cabeza sobre los hombros, sabe dónde y cómo quiere ir; pero se mantiene bien”.
Así habló el central culé, anotador del tanto que significó (1-0) la eliminación de Bélgica en San Petersburgo, en las semifinales, en tanto Didier Deschamps advertía que la Kylian le hablaba igual que a todos los jugadores: “Es parte de los 23 y vive el mismo entorno, aunque por supuesto que por mi experiencia sé que es importante ser más indulgente con los jóvenes”.
El mundialista de 1998 explicó le falta experiencia; pero le sobra talento, y sabe que Kylian Mbappé es inteligente, sabe escuchar, sabe lo que quiere, sin discusiones, prosigue Deschamps, y al parecer el chico pretende ser juzgado por el técnico, por sus compañeros y por los medios de comunicación como un integrante más del once titular sin tener en cuenta su edad.
En fin, que no quiere escudarse en su juventud para justificar su baja de juego en determinado momento, en la influencia de este o para ser encumbrado si su rendimiento lo demanda y el caso es que la prensa francesa determina esa actitud en la ambición de Mbappé por llegar lo antes posible a la cima del futbol mundial y en la fe que él mismo tiene en sus cualidades.
Esto le lleva a pretender asumir un protagonismo central en los partidos que, recayó más en la capacidad de Antoine Griezmann para manejar los tiempos del juego y los espacios que sobre sus devastadoras arrancadas, únicas para abrir camino a la Copa del Mundo, como ocurrió horas después del Día Nacional de Francia.
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