Desde la perspectiva del Estado la medición de los resultados le permite, establecer una comunicación permanente con los gobernados, en un proceso interactivo, constructivo y transparente sujeto al escrutinio público, de lo que podemos llamar la política pública de comunicación social del Estado, como un proceso de participación activa, deseada y esperada del Estado con la sociedad civil.
Recientemente el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador anunció que desaparecerán las oficinas de comunicación social en todas las dependencias del gobierno federal, todo quedará centralizado en la coordinación de Comunicación Social de la Presidencia de la República.
Estoy –y permítanme que hable en primera persona- de acuerdo en que se reduzcan considerablemente las oficinas de Comunicación Social antes oficinas de Prensa, creadas en el sexenio del presidente Lázaro Cárdenas del Río bajo el nombre de Departamento Autónomo de Prensa y Publicidad, pero no estoy de acuerdo en que desaparezcan.
El nuevo vocero de la presidencial, Jesús Ramírez dijo por su parte que se reduciría el número de personas que manejan la Comunicación Social en las dependencias del ejecutivo federal, pero no supo precisar cuál sería la política de Comunicación Social del gobierno de la Cuarta Transformación, lo que ha provocado confusión en los medios de información.
Estoy de acuerdo con la reducción de las oficinas encargadas de la Comunicación Gubernamental porque se han convertido en aparatos muy costosos pero que además no cumplen con los fines para los que fueron creados. En la reducción de los gastos de publicidad, sobre todo aquellos que sólo buscan resaltar la figura de los titulares de las dependencias.
Hubo casos como el de Petróleos Mexicanos en donde la Gerencia de Presa y Relaciones Públicas, hoy Gerencia de Comunicación Social tenía más de 500 empleados, muchos de ellos “aviadores” recomendados por los dirigentes sindicales o políticos encumbrados que no hacían prácticamente nada.
También casos en donde el titular de la Coordinación, Dirección o Gerencia, contaba con auto y chofer, secretario particular, secretaria privada, telefonista, coordinador de asesores y hasta bolero particular, todos con muy altos salarios. Además con un presupuesto que era manejado indiscriminadamente, para sobornos, comidas y borracheras,
Sin embargo esos ostentosos aparatos estaban muy lejos de cumplir con el objetivo de realizar una verdadera comunicación social, sólo servían para la promoción personal del titular de la dependencia. En no pocos casos se alimentaban de periodistas fracasados que se convirtieron en auténticos esquiroles de los verdaderos informadores. Ellos aconsejaban a sus jefes como frenar alguna información que no les convenía o como frenar a los reporteros incómodos o de plano pedir su cabeza.
Con base a esto, no creo que deban desaparecer las coordinaciones de Comunicación Social, más bien lo que se debe hacer en la Cuarta Transformación es poner orden, no centralizar al estilo de los regímenes socialistas.
En una sociedad democrática, la Comunicación Social es un medio imprescindible para un gobierno de resultados, de ahí que si el nuevo gobierno que encabezará Andrés Manuel López Obrador tiene como objetivo primordial dar respuestas efectivas a la población deberá contar con una estrategia clara en ese renglón, la que hasta ahora no conocemos.
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