Claudia Rodríguez
Ahora que el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador ha dado el primer mensaje respecto a que el Ejército y la Marina seguirán en las calles –y no acuartelados— para tener un papel preponderante en las labores de seguridad pública y en su caso, combatir frontalmente al crimen organizado; valdría la pena conocer la figura del primer respondiente en el proceso de detención de un delincuente y hasta de su presentación para que el proceso judicial no tenga vicios de origen y sea un acto lícito.
Cuántas veces no hemos visto la exposición de líderes del narco a los medios de comunicación, custodiados por elementos del Ejército y la Mariana y dando los pormenores de dónde fueron capturados y por quienes.
El caso es, que los integrantes de las fuerzas armadas en México, están imposibilitadas jurídicamente para detener a sospechosos o cualquier persona involucrada en un delito para luego presentarlo ante el Ministerio Público (MP), sin que en ese proceso haya al menos un policía de cualquier nivel.
Es decir, Ejército y Marina sólo están posibilitados para coadyuvar en materia de seguridad pública en donde se pondera la denuncia de la probable existencia de un delito ante el MP; más al que corresponde la investigación, detención y hasta presentación al mismo MP, es al primer respondiente: política federal, estatal o municipal.
Cuando soldados y marinos detienen y presentan al sospechoso o señalado a las autoridades judiciales, caen en la ilicitud del proceso judicial que de entrada se convierte en el primer paso para que los verdaderos delincuentes salgan de la cárcel de manera expedita o bien, cursen penas mínimas.
Cierto que si se retiran ahora a las fuerzas armadas de las calles en el país, es casi seguro que en grados superlativos, los mexicanos estemos a expensas de la violencia e inseguridad, pero violentar el proceso de primer respondiente, tampoco abona a bajar el índice de delincuentes en las calles, ni de la inseguridad.
Es tarea indispensable –era para al menos hace cuatro años— que las Policías sean cuerpos de corrupción mínima y capacitados al cien, para cumplir con los procesos especificados por las mismas autoridades.
Pareciera que el Ejército en las calles y la figura amarrada del primer respondiente, es una trampa para que el crimen crezca y se fortalezca como un apartado ilegal de la economía que enriquece a muchos, pero igual trunca vidas en distintos sentidos y la ley sea contraria a la realidad constante.
Acta Divina… El presidente electo, Andrés Manuel López Obrador anunció que mantendrá al Ejército y la Marina patrullando en las calles para garantizar la seguridad, puesto que la Policía Federal todavía “no está preparada” para hacerlo: “Sería muy irresponsable de mi parte decir que regresen los soldados y los marinos a sus cuarteles, y dejar a la gente en un estado de indefensión”, señaló.
Para advertir… Adecuar leyes sin capacitar elementos. Lo mismo sucede en todos los niveles en el Sistema Penal Acusatorio Adversarial. Vamos lento. ¿A propósito?
actapublica@gmail.com