* No, la libertad de Elba Esther Gordillo está lejos de ser la gran derrota de la verdad histórica y de EPN, porque los vencidos somos nosotros, los millones de mexicanos que sumisos pagamos nuestros impuestos y simulamos estar de acuerdo con un juego democrático inexistente
Gregorio Ortega Molina
Nos han sometido a un metódico proceso de inmersión para que vivamos y padezcamos una equívoca impresión de nuestro pasado reciente. Con cada derrota sufrida por los políticos que se van, de ninguna manera son ellos los que pierden, sino esta parte de la sociedad que fue barrida por el cambio de proyecto político y económico.
Dejamos atrás esa idea de patria, ese concepto de nación a cambio de la estúpida promesa -que todos compramos- de que pronto ingresaríamos al Primer Mundo gracias al TLC, la globalización y la posibilidad de codearnos, en los organismos internacionales como la OCDE, con esa élite financiera que exige más de lo que contribuye para que en México se viva mejor. ¡Vaya ingenuidad la nuestra!
Recapitulemos. Miguel de la Madrid Hurtado, artífice de la venta de garaje de los activos del Estado, descansa en paz; Carlos Salinas de Gortari acumuló, para él y su grupo, un enorme poder económico que determina e incide en las finanzas fiscales de los mexicanos; Ernesto Zedillo Ponce de León decidió subordinarse, todavía más, a los intereses que sirvió desde la Presidencia de la República, declinó de su pensión porque vive del salario del miedo que le conceden los corporativos estadounidenses a los que sirve mejor de lo que sirvió a sus gobernados; la pareja presidencial ahorró lo suficiente para que San Cristóbal viva en la bonanza, mientras se apresta a entrar al negocio de la marihuana; Felipe Calderón Hinojosa vive del financiamiento público a las organizaciones que preside y fundó. ¿El destino de EPN? ¿De veras resultó vencido? ¡Qué va!
Olvidémonos de la vulgaridad de las alforjas llenas y el retiro dorado. El todavía presidente de la República está blindado al dolor, ni siquiera pesadillas padece por el número de desaparecidos y los miles de asesinados durante su gestión, ¡vamos!, ni siquiera se inquieta por la manera en que la corrupción ha infiltrado a las corporaciones policiacas y a buena parte del Poder Judicial, lo que garantiza la impunidad de narcotraficantes y otras modalidades de delincuencia organizada.
No le demos vueltas, ni siquiera recurre a los ansiolíticos, porque está absolutamente seguro de que hizo bien a los mexicanos al crear el Pacto por México, al fortalecer el outsourcing, con las reformas estructurales y la politización de la procuración y administración de justicia. No, la libertad de Elba Esther Gordillo está lejos de ser la gran derrota de la verdad histórica y de EPN, porque los vencidos somos nosotros, los millones de mexicanos que sumisos pagamos nuestros impuestos y simulamos estar de acuerdo con un juego democrático inexistente, porque sólo ha sido una lucha de facciones, entre las cuales la del grupo Atlacomulco resultó se llevó el premio mayor, por mucho.
EPN tendrá tiempo de buscar otras lecturas, otra música, otros quehaceres, pero sin inquietud alguna, mientras que los gobernados a los que no benefició, porque no son empresarios ni anduvieron tras una prebenda, andarán haciéndose cruces para que el nuevo gobierno empiece a poner orden. Él, el todavía presidente de la República no perdió, perdimos nosotros.
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