Luis Alberto García / Moscú
*Sobrevivió en Rusia hasta que se le apareció un diablo rojo.
*Kevin de Bruyne aniquiló en un suspiro a los inermes brasileños.*En
su primer duelo serio, ante Bélgica, fueron incapaces de mostrar su poder.
*La verde amarela dosificó la pólvora y salió despedida sin miramientos.
Las peroratas del riograndense Adenor Leonardo Bacchi, alias “Tite”, reúnen dos estilos verbales: el sermón y la conferencia magistral, pero, de que sabe, sabe, y alrededor de su cargo como entrenador de Brasil se congregan millones de fieles que siguen a la Seleçao en vísperas de cada partido internacional, juegue donde juegue, así sea el infierno de todos tan temido.
Después del desastre de la Copa FIFA de 2014, cuando perdió (1-7) contra Alemania y (0-3) frente a Holanda por el tercer lugar, con Felipe Scolari “Felipao” en el banquillo de las responsabilidades, Brasil inició un peregrinaje triunfal, reanimada por la sabiduría de “Tite”, que, en la eliminatoria a Rusia, la calificó a ritmo de batuque y samba.
“Pocos, en Brasil, conocen a `Tite` por su verdadero nombre; pero cómo sabe de futbol, es un maestro”, contaba sobre su paisano el fallecido Marco Aurelio García -asesor de asuntos internacionales de la presidencia de Brasil durante los gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff-, vastamente culto, bueno, el mejor amigo
Así, de templo en templo, de estadio en estadio –del Maracaná de Río de Janeiro al Pacaembú de Sao Paulo, pasando por el Mineirao de la tragedia del 8 de julio de 2014 ante los pupilos de Joachim Low, “Tite” Bacchi los llevó a Kazán, sede del santuario mayor de la Iglesia ortodoxa rusa, donde Iván El Terrible fraguó su fama de iluminado, el más cruel y sanguinario de los zares rusos.
Sentado, mientras bebía café de un vaso de cartón, “Tite” pronunció sus palabras: “Neymar ha recuperado el sentido de equipo y eso es bueno”, dijo y, a donde aparezca el futbol, el eje siempre estará a donde esté Brasil, aunque se aproxime a la helada Siberia.
Y eso se debía a razones históricas –con 21 participaciones en 21 Copas del Mjundo- y porque así lo determinaba la clase magnífica del plantel de jugadores, con Neymar, “Paulinho”, Willian, Gabriel Jesús y Felipe Coutinho en la línea de fuego.
El partido del 6 de julio de 2018, que enfrentó a los pentacampeones sudamericanos con Bélgica en los cuartos de final, sirvió para medir las posibilidades reales del gran favorito que sobrevivió a un torneo devastador con los poderes tradicionales.
Con el catalán Roberto Martínez al mando, Bélgica reunió a la mejor selección jamás presentada, un obstáculo impresionante para cualquier rival, lo suficientemente potente para que Neymar exhibiera todo el liderazgo del que es capaz, y si pretendía conquistar el “Balón de Oro”, que finalmente fue para el croata Luka Modric, estaba en el mejor sitio posible.
Sus cualidades exuberantes y no sus despropósitos dramatúrgicos invitaban a pensar que una parte de sus opciones de éxito pasan por todo aquello que él sería capaz de controlar, si antes es capaz de controlarse a sí mismo y sin azotarse al suelo como lombriz en una cazuela.
“El lenguaje esotérico del futbol es inequívoco”, escribió un colega brasileño de la revista “Placar” de Sao Paulo al comentar los dichos de Adenor Bacchi, y decir que un futbolista carece de “sentido de equipo” es una forma ajustada a la convención de significar que no juega bien.
“Tite” lanzó el reproche envuelto en un bello elogio para el muchacho más difícil de llevar de su prodigioso plantel hasta antes de la Copa de Rusia, dado que Neymar es el más vanidoso y el que condiciona toda la estructura de una selección, hecha para él, como la de Argentina estuvo hecha para Messi.
Si hubiera querido alcanzar la gloria, Ney debió ser solidario, aunque fuera durante los 270 minutos que duró el partido contra un elenco de gran calidad, del que, nada más y nada menos, formaron parte Thibaut Courtois, Vincent Kompany, Thomas Meunier, Marouan Fellaini, Axel Wistel, Kevin de Bruyne, Eden Hazard y Romelu Lukaku.
“Miren los vídeos”, sugirió el técnico originario de Río Grande de Sul antes de ese juego decisivo: “Neymar ha recuperado el sentido de equipo. Lo que interesa es que él tenga felicidad de volver a su altísimo nivel. Y más que eso. Porque no destaca solamente con la pelota, sino con acciones defensivas y colectivamente. Sabemos que la recuperación de pelota y la ocupación de espacios no son sus características”.
Desplegando un juego más práctico que deslumbrante, pero siempre cuidando el balón, Brasil había ganado tiempo para propiciar la recuperación física completa de Neymar Santos hasta antes de encontrarse con los belgas.
Se consideró que habían transcurrido más de cuatro meses de su lesión del quinto metatarso del pie derecho y “Tite” esperaba que, al menos mientras durara el torneo mundialista, se elevara por encima el “estilo libre” que caracteriza la parte más publicitaria y narcisista del divo y su amplio repertorio de jugadas magistrales.
Eso es lo que ha animado a sus compañeros para ayudarlo a desarrolar sus cualidade desde que llegó al París Saint Germain de los príncipes de Qatar y la familia Al-Khelaifi, dueña del club, que cuenta con otra alhaja, sonoro delantero, el uruguayo Edinson Cavani.
“Tite”, maestro de oratoria, se pregunta y se responde: “¿Cuál es el mayor desafío de un Campeonato Mundial? La capacidad mental. Aquí la presión psicológica es fortísima. Casi es un desafío diario que tengo para mí mismo, una prueba para mi equilibrio como persona y como técnico. Una prueba que cada día afronto más tranquilo”.
También se pregunta: “¿Por qué me siento más cómodo?’ Porque he visto la respuesta de los jugadores. Desconozco el potencial de un equipo hasta que no empieza la competición. Mirar lo que hacen estos `meninos` me da seguridad”.
Marcelo Vieira, lateral del Real Madrid, volvió a la alineación con su dura pelambre al cielo, tras algunos problemas físicos, y “Fernandinho” sustituyendo al sancionado Casemiro como medio centro, dos razones para que Brasil mejorara en la faceta que más ha fallado, como “Tite” lo reconoció.
Se trataba de la elaboración de jugadas imprevistas, ante lo cual los diablo rojos de Bélgica se prepararon, trabajando con heroísmo y eliminando a Brasil, justo un par de días antes de cumplirse el cuarto aniversario del “mineirazo” de 2014, con el memorable 1-7 ante una Alemania que, esta vez, como la verde amarela, salió ignominiosamente por la puerta de la cocina.
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