* ¿Será que sólo las mujeres encuentran ánimo y fortaleza para buscar a sus muertos en las fosas clandestinas y a los desaparecidos en las cárceles y los cuarteles?
Gregorio Ortega Molina
México escora del drama a la tragedia más rápido que el tiempo exigido al Titanic para hundirse, o al Poseidón. La percepción se refuerza porque son madres, hijas, esposas quienes cargan la loza de los desaparecidos y se confrontan con las autoridades.
Los colectivos u organizaciones en búsqueda de fosas clandestinas, a la caza de los gazapos gubernamentales que les permita descubrir el doble juego de las autoridades de procuración de justicia, o de los integrantes de las fuerzas armadas -porque los desaparecidos no se esfumaron en el aire y tampoco fueron sometidos a un acto de prestidigitación diabólico o delincuencial- están integrados por mujeres.
Contrario a lo que sostiene cierta información, desde el momento que inició la guerra al narco y hay un combate clandestino contra el descontento, es costumbre ver a las mujeres cada vez más bragadas y con los ovarios bien puestos, para desde sus agrupaciones o sus desempeños profesionales, cuestionar al ejército sobre los desaparecidos o los muertos por “accidente” durante los miles de operativos efectuados desde diciembre de 2006.
Leo en El País que “la abogada, Karla Quinta, y una juez, Karla Macías, se han sumado a una causa que dirigen sobre el terreno, literalmente con los pies en el barro, un grupo de 30 madres y esposas. Igual que hace 20 años en Ciudad Juárez, otra vez ellas encabezan la lucha.
“En el mundo de la judicatura mexicana el nombre de la juez Karla Macías, de 44 años, es conocido por haber firmado una de las pocas condenas al ejército por desaparición forzada. Así que, ante la imposibilidad de hacer una investigación con mínimas garantías en Tamaulipas, Karla Quintana desvió los casos de Nuevo Laredo (vía amparo) al Juzgado de Distrito Noveno de Guanajuato, a casi 1.000 kilómetros de allí, donde cada mañana Macías se pone la toga.
“Desde su juzgado de provincias, esta mujer de cuerpo menudo ha exigido a los mandos militares una copia de la bitácora de los operativos que se hicieron cuando desaparecieron las personas, la hora, nombre de los elementos, las calles y colonias donde se movieron las patrullas, en qué unidades y si tenían sistema GPS. Pero la respuesta nunca llegó.
“La juez sancionó con cinco multas de 328 euros cada una al poderoso Secretario de la Marina, Francisco Soberón, por no presentar la información solicitada sobre un presunto caso de desaparición forzada. Una advertencia que se hizo extensible al presidente Enrique Peña Nieto, como jefe del Ejército”.
¿Será que sólo las mujeres encuentran ánimo y fortaleza para buscar a sus muertos en las fosas clandestinas y a los desaparecidos en las cárceles y los cuarteles? Y es en este contexto que la Juez Decimocuarto de Distrito de amparo en materia penal, con sede en Ciudad de México, Erik Zabalgoitia Novales, tomó la decisión en respuesta a un recurso de la sobreviviente Clara Gómez González, de reabrir el caso Tlatlaya, según un comunicado del Centro de Derechos Humanos Agustín Pro Juárez.
Mujeres bragadas, pues, y con los desos bien puestos.
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