MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN
Parece perogrullada por sus características mundialmente conocidas, pero gobernar a Ciudad Juárez no es nada sencillo. Y mucho menos cuando se enfrenta a la pesada sombra de influencia y poder de los gobernadores del estado de Chihuahua… Y del Movimiento de Regeneración Nacional.
Armando Cabada Alvídrez sabe bastante de esta situación. Contra la influencia de panistas de alto rango, identificados con la corriente calderonista, enemiga de Ricardo Anaya, del poder del gobernador Javier Corral, del vigente peso e influencia del ex gobernador César Horacio Duarte Jáquez y la sombra de Andrés Manuel López Obrador, el 1 de julio le ganó la contienda a su contrincante de Morena, Javier González Mocken.
Pero, a consecuencia de esas influencias y del poder estatal, por aquellos acuerdos de pronto inconfesables y, por ende, negados cuando se les acusa de la componenda, le desconocieron el triunfo; hubo chapuza, por usar un eufemismo, en la contabilidad de votos.
Burdo procedimiento al grado de que hubo casillas en las que no obtuvo un solo voto. Vaya, hubo urnas zapato. Cabada Alvídrez emprendió la lucha para limpiar la elección y que se le reconociera el triunfo.
La lucha rindió frutos y rindió protesta, en el primer minuto del pasado lunes, como presidente municipal reelecto de esa localidad fronteriza. Llegar a esa condición legal, avalada por una resolución que, por su naturaleza es inatacable de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, no fue sencillo.
Cabada Alvídrez fue elegido y reelecto al cargo por la vía de candidato independiente, una figura que ha sido combatida por la propia autoridad que pugnó por su reconocimiento constitucional, algo así como sacar de la clandestinidad a los ciudadanos aspirantes a un cargo de elección popular ajenos a los desacreditados partidos políticos.
El pasado seis de julio, en la Ciudad de México, el hoy alcalde electo de Ciudad Juárez, ofreció conferencia de prensa.
¿Por qué en la capital del país?, se le preguntó. Dijo que lo hizo porque el tema no prosperaría en Chihuahua, era menester airearlo en el centro político de México, para llamar la atención e intervención de la máxima autoridad electoral.
¿Por qué no pides reponer el proceso, es decir, que se repita la elección de presidente municipal?, le pregunté.
Cabada Alvídrez respondió despojado de esos elementos rijosos de quien ha perdido una elección por la vía del fraude, que lo único que pedía es que se recontaran los votos, porque había evidencias de fraude, manipulación de números. Por ejemplo, refirió, en 53 de cien casillas le adjudicaban cuatro votos y, en otras, aparecía en ceros.
La Asamblea Municipal Electoral acordó revisar mil 254 casillas de las 1992 instaladas el 1 de julio pasado, es decir, revisar 62.95 por ciento de éstas, pero él planteó abrir al cien por ciento las casillas y contar voto por voto, con la certeza de que obtendría por lo menos cinco mil 300 votos del recuento, suficientes para ganar la elección.
El caso es que mediante los mecanismos harto conocidos, cuando se operan desde las ligas mayores estatales, la maquinaria se echó a andar en favor del ex priista Javier González Mocken, protegido del prófugo ex gobernador César Horacio Duarte Jáquez –quien, no lo dude, en breve puede ser exonerado de los cargos que lo tienen con el carácter de indiciado–, aunque en su currículum borró su pasado tricolor, pero los cargos curriculares lo delatan.
Mas, mire usted, Cabada Alvídrez no se fue por esa ruta de descalificación en contra de su contrincante, que fue alcalde sustituto de Enrique Serrano Escobar, fallido candidato al gobierno de Chihuahua, impulsado por Duarte Jáquez.
No, simple y llanamente litigó su caso en el máximo Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, una vez que la Sala Regional Guadalajara, del máximo órgano jurisdiccional le había dado el triunfo pero González Mocken interpuso recurso de reconsideración. Por supuesto, Cabada no se durmió en sus laureles y también interpuso recurso de revisión.
En el litigio postelectoral, el candidato independiente evitó las descalificaciones e insistió en limpiar la elección, que el gobernador Corral sacara las manos del proceso y dejara de apoyar a los intereses que, en público, dice combatir, es decir los del PRI, amén de que operaba a favor de Morena en esa localidad.
“Soy demócrata y mejor que se cuente cada voto”, fundamentó bajo la tesis de que no se trata de ganar por ganar, sino de limpiar un proceso que se presumió democrático. Y pasaron los días y se dieron los escenarios salpicados de dimes y diretes. La noche del domingo último, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación despejó suspicacias y dictó falló favorable al candidato independiente.
Cabada Alvídrez, es un colega periodista que hizo carrera en el Canal 44 de Ciudad Juárez, propiedad familiar, al que renunció en enero de 2016 para emprender la carrera política que hoy lo tiene en el cargo de presidente municipal reelecto de Ciudad Juárez, que ganó contra el factor López Obrador y los intereses asociados del panismo afín a Felipe Calderón y a los gobernadores César Horacio Duarte Jáquez y Javier Corral. ¿Así o más sencillo? Conste.
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