Desde Filomeno Mata 8
Por Mouris Salloum George*
Hoy, cuando se cumplen 45 años del golpe de Estado y del asesinato del doctor Salvador Allende, resulta pertinente recordar que, entre las motivaciones que aceleraron a los conspiradores, destacaron la orientación del gobierno de la Unidad Popular hacia los intereses de la clase trabajadora y, desde la perspectiva exterior, la nacionalización de la minería.
Desnacionalizada durante la dictadura de Augusto Pinochet, la minería chilena sigue siendo motor del crecimiento del Producto Bruto Interno (PIB). La inversión en el sector es predominantemente extranjera.
Luis Echeverría fue entrañablemente cercano al doctor Allende. Los derechistas domésticos acusaron al presidente mexicano de pretender chilenizar México.
En entrega anterior, consignamos la abortada Conspiración de Chipinque (suburbios de Monterrey), tramada por una facción de la clase empresarial después de la expropiación de latifundios de los valles de El Yaqui y El Mayo, Sonora.
Contra las tentaciones golpistas -con un Partido Acción Nacional desvertebrado-, Echeverría entregó pacíficamente la banda presidencial a José López Portillo, con uno de los más altos registros de la votación para Presidente en favor del PRI.
Campaña México en Libertad contra la República
El 1 de septiembre de 1982, López Portillo decretó la Expropiación bancaria. El poder económico se declaró en rebeldía y activó la campaña México en libertad. La encabezó el oligarca rural sinaloense Manuel de Jesús Clouthier del Rincón.
El ex presidente del Consejo Coordinador Empresarial y de la Confederación Patronal de la República Mexicana participó seis años después en las campañas para la sucesión de Miguel de la Madrid.
Cinco meses antes de las elecciones de 1988, el candidato del PAN diseñó una estrategia de desobediencia civil con 192 acciones de resistencia, la mayoría tomadas de manuales de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para desestabilizar y derrocar gobiernos latinoamericanos indeseables; como el de la Unidad Popular chilena en 1993.
Dos tentativas golpistas desactivadas
Hasta Echeverría (1970-1976), la subcultura golpista se expresó en su factura militar en las elecciones presidenciales de 1952 en las que, sin embargo, el general Miguel Henríquez Guzmán no pasó del dicho al hecho.
En las elecciones presidenciales de 1940, a un año de fundado el PAN, se trató de sonsacar al general Juan Andrew Almazán para que se levantara en armas, desconociendo el triunfo del candidato presidencial oficial, el también general Manuel Ávila Camacho.
A principios del siglo pasado se registró un primer partido con la denominación Nacional. Durante el sexenio de Lázaro Cárdenas apareció una formación política bajo el nombre de Partido Acción Nacional. El hilo conductor nos conduce a septiembre de 1939, en que se funda el actual PAN.
Expropiación petrolera y contrarrevolución
La recapitulación nos da pie para hablar de la política social y económica del general Cárdenas, enfocada la primera en favor de la clase trabajadora de la ciudad y el campo, y la segunda concretada en la Expropiación petrolera de 1938.
El periodo cardenista vivió en incesante agitación desde que el Divisionario de Jiquilpan se identificó con la clase obrera y campesina que, bajo los auspicios presidenciales, formó las grandes centrales: La Confederación de Trabajadores de México (CTM) y la Confederación Nacional Campesina (CNC).
El derecho de huelga se ejerció en ese sexenio sin restricciones y Cárdenas acometió una política de afectaciones de las grandes haciendas mexicanas. La reacción más ríspida fue la del ex presidente Plutarco Elías Calles, denominado por sus aduladores Jefe máximo de la Revolución. En la línea del general sonorense se colocó el empresariado de Monterrey.
Cárdenas impuso su autoridad y disolvió el Maximato. No fue suficiente, no obstante. Entre 1935 y 1937 comenzaron a expresarse movimientos subversivos bajo el impulso directo de la Unión Nacional de Veteranos de la Revolución (UNVR).
Intereses imperiales detrás de la Rebelión Cedillista
Esas conjuras se exacerbaron después de la Expropiación petrolera y tomaron forma orgánica y armada en la denominada Rebelión Cedillista, comandada por el general ex revolucionario renegado Saturnino Cedillo, quien había sido miembro del gabinete de Cárdenas y era a la sazón gobernador de San Luis Potosí.
En la narrativa sobre el golpe contra Allende, recordamos que la ofensiva propagandística interna mentó el espectro del comunismo para convencer al Departamento de Estado (USA) a decidir la intervención en Chile.
Al revisar 46 documentos que forman el expediente del alzamiento de Cedillo, incluyendo la declaración de desconocimiento de los constitucionales poderes de la República, vemos que la constante retórica tiene como centro el anticomunismo, según la idea que sustenta la acción de la Unión de Veteranos.
Se acusa a Cárdenas de bolchevique y de entregar México a Rusia, “argumento” bastante para espantar con el petate del muerto a una reacción interna timorata. Será por esto que en apoyo económico a Cedillo se declaró la Confederación Patronal de la República Mexicana y sus centros regionales de San Luis Potosí, Puebla, La Laguna, etcétera.
Dos datos, vale la pena retomar sobre aquella rebelión derrotada personalmente por Cárdenas in situ.
En el financiamiento de la contrarrevolución participaron, entre otras trasnacionales norteamericanas, la American Smelting and Refining Co., la Huasteca Petroleum Company y la Compañía “Mexicana” El Águila; estos dos últimos corporativos afectados directamente por la expropiación. (Dicho sea de paso, ya están de regreso en México.)
Ese financiamiento se trasegó al través de instituciones bancarias de Nueva York, entre éstas el Chase National Bank.
Por supuesto, no podía faltarle a Cedillo el aliento del Partido Republicano.
Otro poco y se nos mete en el Eje Berlín-Tokio
Entre los papeles del archivo consultados, se cita un diario estadunidense en el que aparecen declaraciones del presidente Franklin D. Roosevelt: Se dice que en México aparecerá un general Franco; se llama Saturnino Cedillo.
No estaría tan desinformado el huésped de la Casa Blanca. En una revisión de la correspondencia de los alzados, tanto en campaña como en despachos metropolitanos, se encuentran cartas dirigidas de Francisco Franco y sus falanges; Adolfo Hitler, Benito Mussolini, Antonio de Oliveira Salazar y al mismito emperador Hiroito, ofreciéndoles la incorporación de México a El Eje.
Cuando los propios medios estadunidenses caracterizan a Donald Trump como rencarnación de Hitler y aseguran que la Casa Blanca republicana apesta fascismo, ¿son ociosos esos ejercicios memoriosos? Si vamos a saludar la Cuarta Transformación de la Republica, no lo hagamos dormidos. Sobre aviso no hay engaño.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.