* Se ensancha la diferencia de clases y se exhibe la posibilidad de una confrontación social por la ausencia del Estado y la indolencia de las autoridades de procuración de justicia
Gregorio Ortega Molina
Con lo que se exige de creatividad, templanza y disciplina para alcanzar la gobernabilidad de México, es momento de preguntarnos si quienes se alzaron con los triunfos electorales poseen las virtudes bíblicas requeridas para, al menos, poner orden en el país e iniciar la reconfiguración del rostro de la patria, que todavía existe.
Si llegan con el mismo afán con el que arribaron al poder los que hacen las maletas para irse, estamos en un brete del tamaño de México, porque todos, incluidos los influyentes, los poderosos, los cresos y los prelados, sí, todos padeceremos las consecuencias de la verdadera ingobernabilidad, que se anuncia con bombo y platillo, pero que afortunadamente, o gracias a Dios, como el lector elija, tarda en llegar.
Concretamente pienso en la Sheinbaum. Estudio su rostro, observo sus movimientos, escucho el tono de su voz, estoy atento a la fuerza o debilidad de su mirada, para saber si encuentro en ella el carácter que se requiere para, con la ley y un poco más, la pesadilla se acabe. ¿Exagero?
Para nuestro infortunio me quedo corto. Según la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo de la Ciudad de México, durante el segundo trimestre de este año se sufrieron 69 mil 134 asaltos a comercios. ¿Y la seguridad pública? ¿Qué tipo de establecimiento es el más lastimado? ¿En qué barrios, colonias o municipios? ¿De quién es la responsabilidad? Y no hablamos de las muertes violentas y el narcomenudeo, ni la trata, ni los levantones o secuestros.
Dice el organismo empresarial: “El principal blanco de asaltos son los minisúper o tiendas de conveniencia -51 de 100 de estos establecimientos han sido víctima de la delincuencia-, seguido de los dedicados a la venta de pinturas, acceso a Internet, electrónica y mercería, de acuerdo con los resultados de la Encuesta Trimestral sobre Seguridad en el Sector Comercio, realizada en las 16 alcaldías.
“En el 66.2% de los casos los asaltos fueron con violencia, la mayoría de los atracos se hicieron utilizando un arma de fuego; en el 77.5% se usaron pistolas como medida de intimidación. Los robos van desde un producto, como un refresco, hasta el dinero de la venta diaria”.
Naturalmente que lo anterior no ocurre en las plazas comerciales, raramente en las joyerías o grandes almacenes, y lo que priva en los supermercados es el robo hormiga, con muy poco éxito. Esto quiere decir que se ensancha la diferencia de clases y se exhibe la posibilidad de una confrontación social por la ausencia del Estado y la indolencia de las autoridades de procuración de justicia.
La Sheinbaum no la tiene fácil, mucho menos lo nómina de académicos que convocó a que compartieran con ella la responsabilidad de recuperar la Ciudad de México, cuya imagen de santuario ante la violencia y muerte que castiga al territorio de la república es falsa.
No se trata de tener o no optimismo y/o concederles el beneficio de la duda, lo que necesitamos los gobernados es saber si tienen lo suficiente, y saben cómo usarlo.
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