* Si quiere su lugar en la historia, la puerta de acceso está en la transición, la reforma total del Estado, la fundación de una IV República en la que no cabe el presidencialismo que nos colocó donde estamos, sino el establecimiento de otro modelo político que favorezca esa regeneración nacional
Gregorio Ortega Molina
Predicar con el ejemplo es tema bíblico y actitud cristiana. Hace 13 o 14 años escuché a Mariano Azuela Güitrón -durante una conferencia en el Instituto de la Judicatura Federal-Escuela Judicial- evocar a su padre y cómo él y sus hermanos esperaban que los formara por la palabra, hasta que él mismo descubrió que Mariano Azuela Rivera los educaba con el ejemplo.
Antes escuché a Luis Echeverría Álvarez promover el cambio de estructuras mentales, que equivale a proponer que modifiquemos nuestra actitud y nuestro pensar, para así actuar de manera diferente, ser otros, propositivos, constructivos, trabajadores. Insistió poco en el tema.
Muchos años después fue Luis Donaldo Colosio quien nos refirió a la cultura del esfuerzo.
Ahora en su texto para Sin embargo del domingo 2 de septiembre, Jorge Zepeda Patterson escribe sobre el esfuerzo de AMLO para predicar con el ejemplo, para que tirios y troyanos del espectro político modifiquen su actitud y eviten comportarse como si el erario fuese su hacienda personal, o corromperse sin más por miedo o voracidad, o evitar desplantes de prepotencia o motivar confrontaciones innecesarias, porque la IV República, la regeneración nacional exige que los mexicanos seamos diferentes, no lo que hemos sido hasta hoy, empujados por las crisis económica y de inseguridad pública, impulsados por la violencia a vivir al día y obtener el chivo como sea, incluso a costa del vecino o de la familia.
Pues esto tiene que cambiar, y sí, me sumo a la deducción de Zepeda Patterson, el Presidente Electo quiere que seamos diferentes y predica con el ejemplo, pero ¿hasta dónde está dispuesto a llegar, porque lo que él propone, lo que él ambiciona como resultado de su gestión política es la modificación total del comportamiento de los mexicanos, lo que equivale a convivir en el día a día con otra actitud? Aquí no caben los millenials, pero tampoco los políticos tradicionales. Los referentes han de ser otros.
Por ello repito mi pregunta, ¿hasta dónde está dispuesto a llegar AMLO para que la regeneración nacional sea un hecho, para que la IV República se funde durante su gestión administrativa y política, cuyo término constitucional es de seis años?
No es sólo viajar en avión comercial, abandonar Los Pinos, regresar a las fuerzas armadas del Estado Mayor Presidencial a la secretaría de la Defensa Nacional, reducir salarios, revisar las subastas petroleras, poner en entredicho el AICM, contradecirse con las finanzas públicas y diseñar un programa para acabar con la violencia. Todo lo anterior exige reducir corrupción e impunidad a su mínima expresión, y algo más.
Si quiere su lugar en la historia, la puerta de acceso está en la transición, la reforma total del Estado, la fundación de una IV República en la que no cabe el presidencialismo que nos colocó donde estamos, sino el establecimiento de otro modelo político que favorezca esa regeneración nacional que anhela que los mexicanos seamos otros, distintos, diferentes: honrados, optimistas, deseosos de entrarle a la cultura del esfuerzo para vernos a los ojos sin dobles intenciones.
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