Joel Hernández Santiago
El presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, dijo el miércoles 11 que a partir del primero de diciembre hará una convocatoria para reclutar a por lo menos 50 mil jóvenes mexicanos para que se incorporen a las Fuerzas Armadas y a la Policía Federal.
Esto significa que se abrirán las puertas anti crimen a muchachos que demuestren interés, capacidad, voluntad, ética, vocación y todo eso que se requiere para ser un buen elemento de la seguridad pública nacional.
… Todo esto habrá de tomarse en cuenta al hacer la selección de quienes deberán cuidar la la integridad física de todos y cada uno de nosotros; la seguridad patrimonial de todas las familias mexicanas; la armonía y la convivencia pacífica… Y para eso los jóvenes habrán de incorporarse a la lucha contra el crimen organizado, contra la violencia que ya es extrema en muchos polos del país y todos esos fenómenos sociales contrarios a la ley y al estado de Derecho.
Y si seguimos con lo dicho por Felipe Calderón en enero de 2007, los muchachos seleccionados se habrán de incorporar a la guerra contra el crimen. Esto es: irán a la guerra.
Queda claro que hay un déficit de elementos en estas instituciones, ya porque se han dado de baja; porque se han involucrado en asuntos pecaminosos; porque han muerto o porque el crimen ha aumentado a tal grado que lo que hay no alcanza para hacerle frente. Por tanto AMLO propone hacer una incorporación masiva para reforzar a los elementos de seguridad.
Todavía el año pasado, en octubre de 2017 la Secretaría de Gobernación, a través del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, publicó el “Diagnóstico Nacional del Modelo Óptimo de la Función Policial”, con fecha de corte al 31 de octubre y en el cual se precisaba que ‘el estándar mínimo del estado de la fuerza (o sea el número de elementos operativos en activo con los que cuenta la policía preventiva estatal, en relación con su población), es de 1.8 policías por cada 1,000 habitantes.
‘A nivel nacional, el estado de la fuerza de las policías estatales preventivas es de 128,922 elementos que dan una cobertura de 1.1 por cada 1,000 habitantes. De éstos, 127, 379 fueron evaluados y 8,921, es decir 6.9%, dieron resultado no aprobatorio en la evaluación de control de confianza para ejercer la función de seguridad pública.
‘Al restar los no aprobados, el estado de fuerza real operativo es de 120,001 lo que da 0.8 policías por cada 1,000 habitantes. La Segob apunta por tanto, que las entidades federativas requieren formar a 115,943 nuevos elementos para alcanzar el estándar mínimo, que en términos numéricos serían 235,944 policías.’
Si vamos a esas cifras, los cincuenta mil que incorporará AMLO a partir de diciembre de este año serán insuficientes para conseguir el standard necesario que garantice la seguridad pública en el país.
De todos modos la propuesta del Presidente Electo es buena en tanto que dará empleo a un número –si se quiere mínimo- de los jóvenes que requieren trabajo ahora mismo; los apartará de la seducción por la salida fácil de la delincuencia y sostendrá su propuesta de ayudar a los jóvenes de México para ser parte de la solución social.
Los espacios a los que los muchachos serán asignados son, esencialmente, calientes; son, por sí mismos, de alto riesgo porque habrán de enfrentar a violentos y malandrines que están dispuestos a confrontar de forma extrema a la fuerza del orden, pero también estarán a la vista de aquellos que desde lo institucional se han corrompido y, a modo de caballo de Troya, están insertos en las instituciones para favorecer intereses criminales: el riesgo es el de la contaminación.
En todo caso, ya que se habrán de incorporar a estas áreas de gobierno, bueno sería que se llevara a cabo una revisión exhaustiva de las fuerzas de seguridad en cada uno de sus integrantes; eliminar a los dañinos e incorporar a la nueva generación una vez que los modelos de trabajo se hayan depurado e impidan la repetición de complicidades que tanto daño ha causado a las instituciones en sí mismas, como en la confianza social.
Además, se deberá invertir en la capacitación de los jóvenes –ellos y ellas—y no dejarlos incorporarse una vez que hayan superado las pruebas de aptitud, ética, seguridad, vocación… Esta es la parte más delicada de este tema: no es sólo reclutar a los muchachos, también hay que garantizar que pueden con la tarea y también hay que garantizar su propia integridad personal.
Antes, en el siglo XIX y todavía durante la Revolución Mexicana, cuando el Ejército carecía de elementos para continuar sus guerras hacía levas. Llegaba a estados o municipios y conocía de los registros de jóvenes en el lugar: los llamaban, les entregaban uniforme y fusil, y no había negativa.
Ya no estamos en aquellos tiempos y, por lo mismo, se debe garantizar que los muchachos acudan de forma voluntaria, para un trabajo de riesgo que debe ser bien pagado y cuya formación y capacitación es indispensable en todo momento.
La seguridad pública fue una de las peticiones más repetidas durante el proceso electoral: a todos los candidatos y partidos. AMLO habrá de asumir la responsabilidad de esa seguridad pública. También los gobernadores y presidentes municipales la tienen.
Con todo, aun queda pendiente la integración y contenido de la Secretaría de Seguridad Pública, pero, por lo pronto, el llamado a los jóvenes tiene sus pros y sus contras: ojalá sea para el bien de ellos y de todos nosotros.
jhsantiago@prodigy.net.mx