* Corren, como si fueran de Herodes a Pilatos, para enmendar lo recién enmendado por las prisas de los legisladores de Morena
Gregorio Ortega Molina
¿Cuántos mexicanos se entusiasmaron con la propuesta de quitar las pensiones a los ex presidentes, o de ver disminuidos los salarios de la élite de la administración pública, de jueces, magistrados y ministros? ¿Cuántos más con esa idea de desposeerlos de los seguros de gastos médicos mayores y otras prestaciones?
Entusiasmados por el desbordado éxito del 1° de julio y la enjundia de su líder que los lleva a consolidar el cambio social como dueños de una mayoría absoluta en el Congreso, los oficiantes legisladores de Morena aprobaron, casi sin trámite, las reformas legales que cristalizaron las ofertas de campaña de don Andrés Manuel López Obrador: tenemos otra Ley de Remuneraciones.
Pero ahora nos enteran, los especialistas consultados y las notas periodísticas de enjundiosos y dedicados reporteros fifís, que llevados por el sólo deseo de quedar bien con el pueblo y con el líder, decidieron no medir las consecuencias de sus actos legislativos, y tarde se percatan o quieren darse cuenta, que si bien Aseguradora Hidalgo fue la compañía mexicana que administró los seguros de gastos médicos mayores, así se determinó después de un estudio que les indicó que requería menos inversión ese camino que los requerimientos reales del ISSSTE para responder al crecimiento de la burocracia. Que luego la vendieran y entregaran el contrato a Met-Life es otro tema.
La aseguradora pierde una oportunidad de negocio con el gobierno, pero el ISSSTE carecerá de los recursos exigidos como consecuencia de la reforma legal, ¿o será que la idea es facilitar la privatización de los servicios que, de hecho, está parcialmente iniciada con la concesión de diálisis, por ejemplo?
En el aspecto salarial y con el conocimiento legal suficiente para así entenderlo, Luis María Aguilar instruyó a lo inteligencia del Poder Judicial, a efecto de que se redactara un amparo modelo que sirviese para que los mermados en sus ingresos puedan recurrir por inconstitucional la disminución de sus salarios. Aquí también los legisladores de Morena fueron vencidos por esa prisa de satisfacer los deseos de su sensei.
Me aseguran que Mario Martín Delgado Carrillo ya no sabe cómo salir del atolladero y negocia con las minorías legislativas, con la nueva chiquillada, que sean ellas las que propongan una reforma a la reforma, con el propósito de así quedar bien con su jefe, su verdadero jefe, ese que lo conminó a defender a capa y espada a Óscar Argüelles como factótum de la comunicación social en San Lázaro, incluso en contra de Porfirio Muñoz Ledo.
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