Luis Alberto García / Moscú
*El suizo Rafaelle Poli descubrió el método y la forma de regularlo.
*La FIFA quiere que las matemáticas digan cuánto cuestan los jugadores.
*Los clubes podrían pagar más de lo tasado, como pasó con Neymar.
*Preocupación por el funcionamiento del mercado de los traspasos.
*Las penalizaciones irían a un fondo para el deporte formativo.
El fenómeno brasileño Neymar Júnior ha sido el traspaso más caro de la historia, luego de una operación en la cual el París Saint Germain, propiedad de Nasser al-Khelaifi, magnate de Qatar, pagó 222 millones de dólares al Barcelona, haciendo pensar que el mercado del futbol se había vuelto loco.
Sin embargo, Rafaelle Poli, geógrafo nacido en 1977, director del Observatorio del Futbol del Centro Internacional de Estudios del Deporte (CIES), de Neuchatel, Suiza, anunció que, financiado parcialmente por la Federación Internacional de Futbol (FIFA), había encontrado el método para regular esa locura.
En 2013, el CIES quiso explicar a la FIFA lo que se había descubierto sobre el precio de los futbolistas mediante el uso de las matemáticas, y lo escucharon, aunque inicialmente dijeron que no les interesaba, recuerda Poli.
Entonces el presidente de la FIFA era Joseph Blatter -compatriota de Poli-, a quien sucedió en febrero de 2016 otro suizo, Gianni Infantino, en un momento en que aparecían demasiadas dudas sobre la integridad de la institución que rige el futbol mundial y después de descubrirse el “FIFA-Gate” que llevó a la cárcel a numerosos dirigentes de países afiliados a la entidad internacional.
Al asumir el cargo, a Infantino le preocupó el funcionamiento del llamado mercado de los traspasos: “Cierto o no, a menudo la percepción es que sucede algo extraño con esas operaciones -dijo entonces-, pues si se mueven varios miles de millones de dólares en uno o dos meses, hay que asegurarse de que todo sucede limpiamente”.
Con una montaña de conflictos más alta que el Matterhorn de los Alpes, Gianni Infantino se marcó una meta, llegado el momento de revisarlos seriamente y traer más transparencia a la FIFA y por eso quiso que un algoritmo fijara el precio de los futbolistas.
No solamente el delantero Neymar resultó carísimo, sino también Kepa Arrizabalaga, el portero más caro de la historia, que pasó al Chelsea londinense por 80 millones de dólares, y así por el estilo con otros futbolistas, especialmente los que participaron con éxito en la Copa FIFA / Rusia 2018, como el belga Thibaut Courtois, fichado por el Real Madrid por 40 millones.
En noviembre de 2017, Infantino creó un grupo de trabajo para rediseñar un mercado de más de seis mil millones de euros por temporada, y fue la FIFA la que, en busca de apoyo para la transparencia, llamó a Rafaelle Poli, Loïc Ravenet y Roger Besson, quienes han desarrollado desde 2010 un algoritmo.
Éste pretende estimar de manera científica el precio justo de los futbolistas: “Pensábamos —dice Poli— que estábamos ante un sector económico no racional, así que nos sorprendió mucho encontrar una buena correlación” entre los precios que preveía su fórmula y los que luego se pagaban.
Estudiaron los datos de casi cinco mil traspasos entre julio de 2011 y junio de 2018, muestra que renuevan cada seis meses, después de cada temporada de ventas de mercado: “De cada operación tenemos en cuenta el nivel del club que podría estar interesado en comprar un jugador, que tiene un peso enorme en el precio final”.
Poli explica que puede llegar a duplicarse, y por otro lado, él, Ravenet y Besson controlan una treintena de variables de los jugadores, muchas de ellas actualizadas semana a semana: lo que hacen en los partidos: goles, pases y cortes, el resultado de sus clubes y de sus selecciones, edad, puesto, la liga en la que juegan, la duración de su contrato, si están cedidos en préstamo o en venta.
Después de pasar todo por lo que llaman “coctelera”, dicen que la correlación entre el precio estimado y el que se paga supera el 75%, y un ejemplo se dio al final de la temporada española de 2017, cuando valoraron a Cristiano Ronaldo en 103,4 millones de euros, y la Juventus pagó cien.
La primera gran validación del modelo la otorgó el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) en 2016: “Todo cambió cuando comparecí como experto en una disputa sobre las comisiones de un traspaso”, recuerda Poli, quien ha trabajado también para el Chelsea, el Benfica y el consorcio propietario del Manchester City, y para abogados dedicados a operaciones de traspaso.
Fue cuando llegó el llamado de Infantino: “Nos consultó varias veces, interesado en profundizar cómo funcionaba el algoritmo”, cuenta Poli; pero después, tal como reveló el directivo, la FIFA incluyó en su documento final –llamado Reforma del Sistema de Traspasos 2018- la recomendación de un algoritmo que fijara el precio de los futbolistas.
Y mencionó el método del CIES para estimar valores de traspaso y probabilidades de una manera científica, y otra idea del observatorio recogida en la propuesta del grupo de trabajo de la FIFA es una especie de impuesto de lujo para los clubes que paguen por encima de los precios fijados.
“Si parece que vale cien y un club paga 150, puede hacerlo, pero pagaría una compensación por esos cincuenta que iría destinada a los clubes de formación”, explica Poli en el documento llamado “fondo de solidaridad”.
El algoritmo es una de las recomendaciones del documento de la FIFA, que pretende introducir mayor control y transparencia, y que incluye también limitar el número de jugadores que pueden ser cedidos, fijar las comisiones de los agentes y crear una cámara de compensación para centralizar los traspasos, tramitar los pagos a los agentes y las compensaciones a los clubes de formación.
En el sector no han impactado las ideas que la FIFA ha permitido que se conozcan, y se ha dicho, sin entrar en detalles, que está bien que exista un árbitro que pondere para que no haya extralimitaciones y se impidan especulaciones, y que haya unas condiciones claras en las que se mueva todo el mundo.
También hay reservas sobre la precisión del algoritmo en algunos escenarios, por ejemplo, que un futbolista que emocionalmente está aniquilado, y no rinde, va a ser un jugador de cincuenta millones.
Poli explicó que el modelo aún muestra limitaciones en casos así, o de jugadores de ligas no europeas o muy jóvenes, como el brasileño Vinicius, al que tasan en catorce millones de dólares y por el que el Real Madrid pagó más de cuarenta.
Rafaelle Poli advierte finalmente que no tiene suficientes datos; pero si el futbolista juega cuatro o cinco partidos como titular en el Real Madrid, su precio podría subir rápidamente a cien millones de dólares, dice. ¿Y los 222 millones que Nasser al-Khelaifi pagó por Neymar?: “El modelo estimaba que valía 210 millones, pero ¿quién podía imaginar que alguien los pagaría?”.
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