Joel Hernández Santiago
Pues como si hubiera sido un abrir y cerrar de ojos; como el tronido de anular con pulgar, o lo que dura el suspiro del amor, ya pasaron los días de muertos en México y, de pronto, como que todo recupera la calma chicha. Ese tipo de calma nerviosa por lo que ya no es, pero también por lo que viene y, esto ya pertenece a lo terrenal, a lo de aquí y ahora, para mañana: México en vilo.
El primero de diciembre próximo, que será sábado, habrá de rendir protesta Andrés Manuel López Obrador como presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos y por lo cual jurará velar por la integridad nacional, la soberanía, la seguridad económica de todos nosotros y cuidar nuestros fueros y privilegios, el primero de ellos el de la soberanía que procede del pueblo y para el pueblo. Habrá de cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanan… y si no, “que la patria se lo demande”.
Pero ya están encaminadas las cosas porque de hecho ha tomado las riendas del país desde el 2 de julio, en la medida misma en la que el presidente Constitucional con responsabilidades, Enrique Peña Nieto, ha desaparecido del panorama político y administrativo para comenzar a ser ex presidente y, por lo mismo, para que se evalúe su gestión:
… Las pérdidas y ganancias para todos nosotros y la búsqueda del imperio de la ley si es que se prueba que pudo incurrir en delito grave de corrupción. Por lo pronto la primera y más grande valoración ocurrió el 1 de julio pasado.
Pero es así: Después de muchos años de avatares (diez y ocho años por lo menos), de traiciones
y chanchullos que le hicieron, al final el primero de julio triunfó AMLO-Morena por más de treinta millones de votos en un padrón de 89.8 millones y en un país de más de 129 millones de habitantes que viven, crecen, estudian, trabajan, sexan, se reproducen y un día pasan a ser parte de la ofrenda anual por día de Todos los santos y los Fieles difuntos.
[Un ejercicio de justicia podrá ser que los periodos electorales se reduzcan al mínimo común denominador: no más de tres meses de campaña y luego de no más de dos semanas para la toma de posesión del nuevo gobernante.]
Hay un interregno de cinco meses porque, por un lado el presidente Constitucional desaparece y deja de tomar las decisiones ejecutivas que le corresponden de acuerdo con la ley porque ya tiene enfrente al candidato ganador; y este candidato ganador que se convierte en Presidente electo, no lo es constitucional y, por lo mismo, no puede tomar decisiones ejecutivas de ley, dentro de la ley.
Este largo interregno produce inseguridad, debilita a las dos partes y sus decisiones pueden ser puramente interinas, como son las que ha tomado recientemente.
Pero ya el primero de diciembre comienza lo que habrá de ser el gobierno de la Cuarta Transformación. AMLO tiene como figuras emblemáticas a dos de nuestros héroes nacionales: Morelos y Juárez: dos personalidades distintas en tiempos distintos, y sin embargo con un eje central en su vida: el país, la nación, la patria, el Estado mexicano y la soberanía y libertad de todos aquí: el primero a través de la Independencia y Constitución (Apatzingán), el segundo por la Constitución de 1857 en base al Estado de derecho.
Las acciones de AMLO han generado polémica. Y está bien. Requete bien. Porque la política debe generar inquietud, opinión, puntos de vista, puntos de encuentro y hasta de desencuentro, pero todos asimismo con un fin principal: el país, la democracia, los mexicanos y cómo se transformará el estado de las cosas que hemos vivido a lo que podremos vivir.
Han sido muchas promesas durante la campaña de casi un año y durante los casi cinco meses de interregno. Muchos compromisos. Muchas tareas por cumplir. La principal: la justicia social; la justicia a secas; la igualdad y el desmantelamiento de privilegios y fueros que no corresponden a lo soberano, que sí a lo particular.
¿Cuál es nuestra responsabilidad como ciudadanos? Exigir cumplimientos. Exigir que no haya fueros y privilegios de los dañinos que perjudiquen o trastoquen nuestras vidas… y que los legisladores en los Congresos: de la Unión y estatales, cumplan con su gran responsabilidad de ser nuestros representantes y en nombre de nuestra voluntad legislen y hagan valer nuestra soberanía y no sus intereses personales o futuro político…
Como recientemente ocurrió en Oaxaca, en donde el Congreso local aprobó fast track la cuenta pública que presentó el gobernador Alejandro Murat Hinojosa, sin mediar una revisión cuidadosa de la misma, una actitud mínimamente responsable, un ejercicio de ética y de verdad:
No, ahí en la LXIII Legislatura de Oaxaca, que está a punto de terminar, hubo, de nueva cuenta una votación favorable al Ejecutivo para echar en saco roto la responsabilidad que tiene de entregar buenas cuentas y muestre de forma legal en dónde está lo gastado a lo largo del año, así como los recursos que utilizaron los funcionarios de su gobierno y, además de lo gastado, cuáles han sido los resultados de su gestión. Por lo que se ve son nulos. Como nula es la actitud antiética, irresponsable y primitiva de los legisladores, incluyendo a los de Morena de los que uno esperaba congruencia y seriedad: nada.
Pero, bueno, ya estamos a punto de turrón. México está en vilo, decíamos. Ya veremos que sigue. Y comentaremos en tono de “saque usted sus propias conclusiones”. Mientras nuestros muertos ya se han ido. Ya están con rumbo al lugar que se les tenía prometido, así que, los vivos estamos a la espera del cambio, de la novedad, de la justicia y cero corrupción… tanto y tanto. Ya veremos.
jhsantiago@prodigy.net.mx