Desde Filomeno Mata 8
Por Mouris Salloum George*
Puesto que, en la subcultura política “a la mexicana”, la regla es, el que venga atrás que arríe, el peñismo puede nadar de muertito en la tormenta electoral de mañana en los Estados Unidos.
Las consecuencias de ese proceso, en el que están en juego 35 gubernaturas, 435 curules en la Cámara baja y 35 escaños en el Senado, según los resultados, constituirán el más colosal de los desafíos externos para Andrés Manuel López Obrador.
Particularmente, será en la composición de la Cámara alta donde el gobierno de la cuarta transformación de la República tendrá su Talón de Aquiles, pues es en esa ala de El Capitolio donde se discuten y se aprueban las líneas de política exterior de Washington.
Videgaray puso a México a remolque de Washington
Con los saldos electorales del primer martes de noviembre de 2016, el gobierno mexicano no padeció calenturas, habida cuenta que el canciller Luis Videgaray ya estaba enganchado a los designios del Partido Republicano y de su candidato presidencial Donald Trump.
Ese alineamiento ha sido visible hasta ahora en tres renglones de la “política” hemisférica de la Casa Blanca: 1) El hostigamiento a gobiernos latinoamericanos que no son del agrado del magnate republicano, 2) la restauración del proteccionismo comercial, y 3) La despiadada política migratoria, exacerbada a lo largo del pasado mes de octubre.
En el segundo punto, relacionado con el bilateral arreglo comercial entre México y los Estados Unidos, la incertidumbre se extenderá al menos hasta la última semana de noviembre en que se rubricará formalmente ese leonino instrumento.
Más grave es el tercer punto: Trump continúa desplegando tropas al otro lado de la línea fronteriza. Aunque se retractó horas después, su orden ejecutiva a los militares fue al estilo porfirista: ¡Mátenlos en caliente! (a los migrantes que se atrevan a arrojarles piedras).
Hemos consignado en anteriores entregas, que la suerte de la soberanía mexicana ha tenido sus peores ciclos durante los periodos en que el Partido Republicano ha tenido mayoría senatorial y la ocupación de la Casa Blanca.
En el segundo mandato del republicano Ronald Reagan, verbigracia, hubo delirantes senadores ultras del mismo partido que no descartaron la opción de financiamientos a la contra mexicana, de acuerdo con el modelo asestado contra la Nicaragua sandinista.
En el entorno de la reciente y fallida revisión del TLCAN se invocó la figura del Tercer Estado, papel reservado a México, al que se le ha encomendado erigirse en muro de contención para frenar, a toda costa y a cualquier costo, la migración regional. Obviamente, la estrategia no ha funcionado.
¿Trump cabalga en caballo de hacienda?
Estamos, pues, a unas cuantas horas de las elecciones “de medio camino” en los Estados Unidos. Al modo mexicano, algunos analistas estadunidenses creen que la moneda está aún en el aire.
La última esperanza radica en que, en 2016, las encuestas sobre la intención del voto (sin considerar la instancia del gran consejo de electores) daban por sentado el triunfo del Partido Demócrata. Se equivocaron de palmo a palmo los encuestadores.
Ahora, las mismas agencias encuestadoras dicen que Trump cabalga en caballo de hacienda alentado, sobre todo, por los signos de recuperación y crecimiento económicos. Mañana tendremos noticias sobre la puntería de esos pronósticos.
Insistimos en que, aunque algunas tendencias indican que los demócratas podrían alzarse eventualmente con la Cámara baja, es poco consuelo mexicano si los republicanos siguen controlando el Senado, centro neurálgico de la política exterior de Washington.
Lo trágico, en última lectura, es que, estando el gobierno mexicano en calidad de rehén de la Casa Blanca, la tranquilidad de 126 millones de mexicanos dependa de lo que decidan, más que los votantes, los colegios electorales del vecino país. Perra suerte.