* Imposible anticipar el desenlace de lo que todavía no inicia, a pesar de la precipitación para disponer, antes del tiempo constitucional, del privilegio de mandar
Gregorio Ortega Molina
El concepto de ficción que cada cual maneja es inherente a la esencia de su ser, a ese comportamiento que facilita la alteridad y nos define, aunque previamente nos dejemos desbordar por un procesamiento interno que nos facilita la elección de las opciones que se nos presentan.
En aquellos en los que es obsesión el poder y el deseo de figurar, o casi, la ficción se confronta con los sucesos ineludibles de la vida diaria; posiblemente los conduce a vivir más en esa realidad imaginada que a favorecer la paz interna.
Debido a la manera en que se abren y transcurren los accesos al poder en México, la realidad imaginada se acentúa -sin importar que quien entrega el poder haya abdicado para evadirse antes de su tiempo (la abdicación no es una figura que exista en nuestro modelo político)- durante los largos cinco meses del periodo de transición. Se toman decisiones sin haberse asumido el mandato constitucional y creando un vacío jurídico, lo que deforma la esencia del poder político. Dejó de ser lo que fue. La restauración es legal y económicamente imposible.
Sin embargo, las ventanas abiertas al acierto lo mismo que al desengaño, crean una escisión entre lo que se esperaba o se deseó, y lo que realmente llega a las manos y la razón como fuente originaria y legítima de ese inasible poder, sólo percibido en la cristalización de las decisiones, o en el quebranto de los desengaños.
Allí están las conclusiones de los foros sobre perdón y pacificación, que no pudieron concluirse porque el micrófono abierto al dolor y la desesperación los sustrajo de la realidad imaginad, para ubicarlos en la realidad real.
De idéntica manera tampoco se concluyó la gira de agradecimiento, lo que por el momento me resulta inexplicable, a no ser que en su parte final coincidiera con dos sucesos inesperados: la caravana migrante y las respuestas previas de la sociedad a la consulta sobre el NAICM. Al comprometer su legitimidad puso en entredicho la realidad imaginada que le permitió construir un escenario diferente para el inicio de su gobierno. Los aplausos de la apoteosis inicial menguan.
Naturalmente que el poder también es ficción, de otra manera los monstruos que han gobernado y gobiernan al mundo no lo hubieran conducido a las conflagraciones armadas y/o a las despiadadas y cruentas guerras económicas como la que hoy padecemos. Quieren convertirnos en el enemigo.
Imposible anticipar el desenlace de lo que todavía no inicia, a pesar de la precipitación para disponer, antes del tiempo constitucional, del privilegio de mandar.
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@OrtegaGregorio