Francisco Gómez Maza
• Más que el empleo, creció la esclavitud laboral
• Cómo subsiste un trabajador con 3,000 al mes
Ni las filias de sus seguidores, ni las fobias de sus detractores, unos en la inmensa base de la pirámide socioeconómica, y los segundos ni siquiera hasta arriba, sino del medio hacia abajo, son más importantes que la herencia que deja el viejo régimen priista, en muchos rubros de la vida mexicana, como, en el caso del tema de hoy de este espacio, la pésima calidad del empleo creado (que calculó el gobierno en 4 millones de puestos de trabajo), cuya creación fue ampliamente destacada y presumida por el mandatario saliente, Enrique Peña Nieto.
Se dijo, como lo hizo en su momento Felipe Calderón, presidente del empleo, pero su política laboral fue tan fallida como su gobierno, pues los puestos de trabajo creados fueron más bien ejemplos de la esclavitud laboral. Qué puede hacer un joven que trabaja todo el día con mil pesos al mes. Y júrelo que eso gana. O un joven casado, con un hijo que alimentar, con tres mil pesos al mes. O una mesera de Sanborns con 1,500, que además tiene que pagarse el uniforme de trabajo. Ahora sabemos por qué Carlos Slim es uno de los plutócratas más adinerados del mundo. Por la inhumana explotación de la fuerza de trabajo, con la bendición de los gobernantes que han padecido los mexicanos.
Échele otras injusticias laborales, aparte del salario nada remunerador, como la inseguridad en el trabajo, el nulo servicio México, la ausencia de contratos laborales, ya no digamos colectivos, porque ya no hay en la práctica derecho a la sindicación, y menos derecho al descanso vacacional. Es decir, la ausencia de todos los derechos laborales consagrados en la Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos. Y agréguele la tercerización que no obliga a respetar ningún derecho a la empresa en la que los trabajadores prestan su mano de obra.
De acuerdo con la encuesta nacional de ocupación y empleo del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, un organismo gubernamental pero que goza de autonomía y tiene cierto margen de credibilidad en sus investigaciones y mediciones económicas, en el tercer trimestre de este año, de 2018, que está por concluir, la tasa de condiciones críticas de ocupación (muy bajos salarios, nulas prestaciones laborales, inseguridad social y en la permanencia en el puesto de trabajo, entre otros: condiciones pésimas de empleo debería de llamarse), repuntó de 13.4% en 2017 a 15.6% en el presente año. O sea que los trabajadores se matan trabajando en miserables condiciones sociales, culturales, de salubridad, entre otros.
La tasa de condiciones críticas de ocupación jornadas laborales menores a 35 horas a la semana, e incluye a trabajadores que desempeñan actividades y superan las 35 horas, pero sus ingresos son inferiores al salario mínimo, el cual actualmente se ubica en 88.36 pesos. Simultáneamente, incluye a trabajadores con jornadas que superan las 48 horas a la semana, pero sólo ganan hasta dos salarios mínimos.
La actual tasa de condiciones críticas, empeorada durante el sexenio que está por fenecer, es la más alta desde que hay datos comparables; es decir, desde el primer trimestre de 2005. Crece el empleo en condiciones críticas
La PEA (Población Económicamente Activa) ascendió a 56 millones de personas, o sea 60% de la población total en el país. Y del total de la PEA, 97% está ocupada y 3.5% se encuentra desocupada. La población subocupada es 7%, porcentaje equivalente a casi 4 millones de trabajadores.
La población desocupada o desempleada, durante julio-septiembre, fue de casi 2 millones de personas, y la tasa de desocupación, que considera al total de la Población Económicamente Activa, fue de 3.5%, cifra inferior al nivel de 3.6% reportado en 2017. La tasa de desempleo fue de poco más del 3%.
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