Joel Hernández Santiago
Así como de la nada, de pronto, días antes de que llegara la caravana de migrantes centroamericanos a Tijuana, como lugar de paso hacia Estados Unidos, surgió en redes sociales un mensaje “Tijuana contra la caravana migrante”. Aun no los veían. Aun no los conocían. Todavía no entraban en contacto con ellos: pero ya los repudiaban… ¿extraño, no?
Ya habían visto cómo desde octubre pasado llegaron a México luego de un intento del gobierno del país por contenerlos en Guatemala o retrasar su paso hacia la Unión Americana. Y si bien aquí hubo expresiones xenófobas en repudio al paso de los migrantes, esto se atenuó porque gran parte de la población mexicana, a su paso por Chiapas, Oaxaca, Ciudad de México y otros estados de la República, los vieron y recibieron con muestras de apoyo y solidaridad…
Los migrantes se mostraban agradecidos con los mexicanos por este modo cordial, aun cuando el gobierno federal y los gobiernos de los estados tomaban este paso con pinzas, temerosos de que ocurrieran accidentes –como fue que ocurrieron algunos- o descontrol de la caravana o desaguisados de los viajantes. Pero nada grave hasta ahora…
Así, llegó el primer grupo a Tijuana el domingo 10 de noviembre. Otros más han llegado. Pero la campaña previa era de no recibirlos, acaso porque quienes viven allá piensan que si el gobierno de Estados Unidos decide no darles el paso que buscan a ese país tendrán que quedarse en Tijuana, lo que significaría –según ellos- una carga para la economía de la ciudad, inseguridad, servicios necesarios y empleo…
En un primer momento, algunos de los migrantes, desesperados por llegar a su meta, quisieron saltar la valla metálica de Tijuana hacia California. La mayoría de ellos fue detenida apenas tocar suelo estadounidense. Los demás quisieron seguir el camino de la solicitud de asilo, el cual podrá ser dado o no por el gobierno de aquel país.
El presidente Donald J. Trump ha dicho que no: definitivamente no dejará pasar a los migrantes e, incluso, expidió un Decreto Ejecutivo por el cual no se podrá dar trámite de legalidad a ninguna persona que haya entrado a territorio de su país de manera ilegal. Lo dijo el jueves 1 de noviembre: que Estados Unidos le negará el asilo a quienes entren al país sin pasar por los puntos legales de ingreso. Por supuesto se refería a la caravana de migrantes centroamericanos.
“Los migrantes que buscan asilo deberán presentarse en un punto de ingreso”, dijo a periodistas en la Casa Blanca. “Aquellos que decidan violar las leyes e ingresar de forma ilegal no podrán acceder a los reclamos para obtener la admisión automática a nuestro país”.
Los migrantes se ubicaron en Playas Tijuana, a la orilla de la valla. Lo cual fue pretexto para que los Tijuanenses salieran a enfrentarlos y a exigirles “¡que se largaran!”, “¡Que regresen a su país!”… y casi llegan a los golpes con algunos migrantes que reaccionaron a esas expresiones y a esa violencia.
Mientras, en redes sociales (Facebook y Whatsapp) “Tijuana en contra de la caravana migrante” se desgranaba en repudio hacia los migrantes. En unos cuantos días tenían ya más de 4 mil seguidores, algunos de los cuales sugerían “utilizar bats para echarlos fuera’ o ‘hacer patria y matar un hondureño” y agregan que “se trata de delincuentes, entre el grupo hay pandilleros adictos a las drogas y hasta homicidas”… ¿les suena este discurso?
Un discurso muy parecido al que sosteniendo Donald J. Trump al referirse a los centroamericanos que quieren llegar a EUA. De paso, ha dicho que estos “invasores” quieren entrar a Estados Unidos “con ayuda de México”…
Si es un problema para el gobierno de Estados Unidos y los gobiernos de los estados fronterizos en la Unión Americana. Pero también lo es para México cuando de forma extraña se infiltran entre los habitantes de la frontera, al modo que acostumbraban las agencias estadounidenses para manipular a centro y sudamericanos a lo largo de la historia para imponer dictaduras o volcar decisiones. Es el estilo.
Ni el lenguaje es propio del tono mexicano, no la sola idea de usar ‘bats’ para agredir a los migrantes y mucho menos ‘se hace patria matando a un hondureño’: nunca.
Si podrá ser un inconveniente que de pronto una multitud llegue a un lugar y se asiente para esperar su destino. Eso ha ocurrido en Chiapas, Oaxaca, Estado de México, Ciudad de México, Querétaro, Guanajuato… y más: y si bien no hay un apoyo total, tampoco las muestras de xenofobia habían llegado al extremo tijuanense…
Y en esto tiene que poner atención tanto el gobierno de Baja California como el gobierno municipal y, sobre todo, el gobierno federal.
Es urgente que tanto estas autoridades como organizaciones civiles de derechos humanos investiguen quién está detrás de esta campaña de animadversión y odio. ¿A quién beneficia y quienes la organizan?
Los centroamericanos han dicho muy claro que no quieren quedarse en México. Que han recorrido 4 mil kilómetros porque quieren llegar a Estados Unidos, y eso es: son migrantes, son gente de paso cuya meta es aquel país. Y, por otro lado, no hay que olvidar que Tijuana se ha poblado y se ha construido, precisamente, de migrantes de todo el país y de todo el mundo.
Y eso: ¿Quién está detrás de esta campaña antiinmigrante de odio? ¿Por qué lo permite el gobierno mexicano en términos de Derechos Humanos? ¿Qué hace la Comisión Nacional de Derechos Humanos y la estatal?… Cuidado. Podría azuzarse una confrontación muy peligrosa, sobre todo para México.
jhsantiago@prodigy.net.mx