Trascurrieron ya 88 días de la Luna de miel. Ayer, Peña Nieto promulgó la reforma educativa, acción que se suma al Pacto por México, a la Ley de Víctimas, a la Cruzada Nacional contra el Hambre, al Programa de Prevención del Delito y a la Política Nacional de Turismo.
Independientemente de que la política educativa siga la tendencia tradicionalista de educar al ignorante para integrarlo a un sistema económico piramidal, y no se atenga a la concepción de una educación para la libertad, reduce a destruir el monopolio que ejerce el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, y a poner en manos del Gobierno – léase Emilio Chuayffet – la toma de decisiones en materia educativa, lo cual es comprensible, pero insuficiente.
La reforma modifica los artículos 3 y 73 de la Constitución de la república, entre otros de la ley de educación, y establece el Servicio Profesional Docente, que implica una evaluación de los maestros que prestan sus servicios en el sistema escolar, con lo cual no está de acuerdo el sindicato.
Dentro de los parámetros oficiales, estos cambios pueden ser positivos, pero de ahí a que con ellos “se logrará la trasformación que el país demanda y necesita” (Peña Nieto dixit), hay una enorme distancia, porque nadie puede definir qué tipo de trasformación demandan y necesitan, no el país, sino las pluriculturales y pluriétnicas poblaciones que integran la entidad llamada Estados Unidos Mexicanos.
De la campaña contra el hambre, ha habido muchas críticas en el sentido de que se aplica por motivos político electorales. Y en el eventual escenario de que así fuese, el momento es como para que ya se viera acción en eso de dar de comer al hambriento y dar de beber al sediento. La Secretaría de Desarrollo Social tendría que estar ofreciendo partes informativos de su progreso. Lo menos que se puede anotar es el desdibujamiento de esta política. En un momento corrió la versión de que le querían dar tarjetas electrónicas a los 7.4 millones de hambrientos a los que está dirigida la Cruzada, pero…
De la Prevención del Delito, el único resultado tangible ha sido el anuncio, dado el sábado 23 de febrero, de la desarticulación de una supuesta banda de secuestradores en Guerrero. Pero, tan desarticulada como tal banda fue la conferencia de prensa ofrecida por el comisario de la Policía Federal Ministerial, Vidal Diazleal Ochoa, presentado por el subsecretario Eduardo Sánchez Hernández.
El Pacto sigue alimentando en mal sabor de boca de núcleos de opinión independientes. Como me lo comentó Yuri Servolof, un gran error fue firmarlo sólo con las dirigencias del PAN y el PRD (no con sus bases), dejando fuera a Morena, a la sociedad, a los empresarios, a los académicos, a los obreros…
Otro tanto puede decirse de la Ley de Víctimas, tan inoperante que ya es objeto de intentos de nuevas reformas, que por lo visto no son prioritarias. Y de la política turística, igual.
En la estrategia está el enfoque global, macro, que le han impreso los estrategas de Peña Nieto, cuando la diversidad geográfica, económica, sociológica, cultural, del país exige enfoques casuísticos, modelos particulares de aprendizaje. No partir de lo universal a lo particular, sino al revés. Aplicar, por ejemplo, la política de seguridad en su plenitud en una zona, o en un municipio, hasta lograr la inseguridad cero. Por ejemplo, atacar con todo la inseguridad en Ciudad Juárez. Y extraer experiencia para ir a otro municipio. Y mucho puede cuestionarse de la política turística… Nuestros políticos tienen que convivir con el análisis crítico si buscan el bien de los ciudadanos.